La Roma de Argentina: la ciudad con colinas, un gran delta, edificios patrimoniales y un puente que le cambió la vida

admin

La ganadería está presente en este delta.

Está en zona de humedales, islas y riachos del río Paraná. Frente a la plaza San Martín, que es la principal de la ciudad, está la Oficina de Turismo de Victoria, donde nos encontramos con el guía Juan Biscaldi. Hasta acá se puede llegar por el Puente Rosario – Victoria o por la RP 11. Y según relata el guía, Victoria se constituyó a partir de un oratorio de paja y barro. La fundación oficial fue cívico-religiosa y sucedió en mayo de 1810. Antes, los habitantes charrúas, chanás y minuanes vivían en el cerro La Matanza, a tres kilómetros del casco histórico, y fueron exterminados. Por eso, durante años Victoria se llamó “Pago de la Matanza”.

Salón para degustaciones de la bodega BordeRío.Chulengo Safaris invita a conocer el costado más agreste de Victoria.

En el lugar donde estaba el oratorio ahora hay una basílica menor, Nuestra Señora de Aránzazu (1875). Se llama así por una virgen patrona de los vascos que llegaron a principios del siglo XIX. La iglesia tiene el altar enchapado en oro y frescos increíbles de Augusto Fusilier, que datan de 1951. Al lado está el Edificio Municipal (1902) y, a pocos pasos, el Club Social, que aglutinaba a las clases altas de esta zona ganadera, que durante años también vivió del arroz. Sin embargo, lo más pintoresco tal vez sea el kiosco de la banda, sobre la plaza. Es un espacio circular que sigue muy vigente: allí se presenta la banda municipal “Sebastián Ingrao” después de recorrer las calles los sábados y domingos.

Prolijamente diagramada y con un casco histórico señorial, la ciudad se dividía en cuatro cuarteles con sus comandancias. Además, fuera del ejido urbano había un quinto cuartel: el barrio de las caleras. Ahí llegaba la piedra caliza que los vascos extraían de los cerros, la quemaban en hornos para obtener la cal y la trasladaban en barco, por el riacho Victoria y el río Paraná. “Se dice que la ciudad de La Plata se construyó con la cal de Victoria”, apunta Juan, que vive en el barrio de las caleras, en una casa de más de 200 años.

Monumento a San Martín en la plaza de Victoria.El interior de la iglesia Nuestra Señora de Aránzazu.La pesca de río es una de las actividades principales de Victoria.

Aguerridos y famosamente testarudos, los vascos también trabajaron el hierro. Dejaron cientos de rejas en casas y edificios públicos, que le valieron a Victoria el mote de “ciudad de las rejas”. Aunque otros prefieran llamarla “la ciudad de las siete colinas” o “la Roma de Argentina”, porque está elevada y a sus alrededores hay lomadas.

Esto de las lomadas queda clarísimo en BordeRío, la viña y bodega que está en un alto, sobre la RP11, y emula una construcción de la Toscana italiana. De los rosarinos Guillermo Tornatori y Verónica Irazoqui, expertos en almacenamiento web, es un emprendimiento que tiene 13 años y que repasa con picardía la historia de la vitivinicultura en nuestro país. “En 1934, durante el gobierno del presidente Agustín P. Justo, se promulgó una ley que prohibía la producción de vino en todo el territorio argentino, excepto Cuyo y Salta. Entre Ríos se vio muy afectada por esta medida”, relata Juan Sovrano, manager de la bodega, para explicar el nombre de la etiqueta Injusto. Y agrega que producen 30.000 botellas anuales de Malbec, Merlot, Cabernet Franc y sus blends.

La sede del municipio es de 1902.BordeRío es una de las bodegas pujantes de Victoria.

Alojados en el Hotel Sol Victoria puedo entender la lógica de esta ciudad con costa sobre el riacho Victoria y el delta del Paraná, cuya vida cambió en 2003 tras la inauguración del puente. Sobre la Av. Costanera, que está justo debajo del hotel, hay restaurantes y carritos de comida rápida, alguna playa que convoca en verano y una feria con puestos que venden de todo. También hay rosarinos que vinieron a pasear por unos días y que, por estar del otro lado del puente, son habitués. De todas formas, este conjunto vial no es como otros de las Mesopotamia: aquí el cruce insume casi una hora, y basta verlo en Google Maps para comprender la verdadera dimensión del gran humedal que atraviesa.

Al Puente Rosario – Victoria se lo llama puente, pero en realidad es un entramado de 60 kilómetros que incluye puentes, terraplenes y viaductos que conforman la RP 174. Une la ciudad santafecina con Victoria, y comienza con un gran puente de 600 metros de longitud que cruza el brazo principal del río Paraná. Lo siguen terraplenes y viaductos que atraviesan islas y humedales del delta entrerriano. La obra comenzó en 1998 y se calcula que tuvo un costo total de casi u$s 377,7 millones, cambió la vida de los victorienses y se consolidó como una ruta productiva y comercial fundamental para nuestro país.

En un punto del puente nos encontramos con Walter Núñez, de Chulengo Safaris. Hijo de Ricardo “Chulengo” Núñez, un pionero del turismo en la zona, Walter nos cita acá porque los cinco años de bajante impiden que salgamos del Puerto de Victoria, donde tiene un parador. Una vez que nos subimos a la lancha que maneja Beto Lares, tomamos el río Paranacito en dirección al norte, hasta la laguna Recalde, y nos damos un pantallazo de islas y arroyos que son un festival para los pescadores. “Los mejores frigoríficos de pescado de río están en Victoria”, asegura Walter y especifica que el sábalo es la estrella. Su familia tiene campo en las islas y cría vacas tan bien alimentadas por el humedal que dan carne de exportación. Además, hay productores de miel artesanal que, como el terreno no es apto para siembra, garantiza que las abejas sólo liban de plantas nativas, libres de agrotóxicos. Con 376.000 hectáreas de islas entre Diamante, Victoria, Gualeguay e Islas del Ibicuy, el delta del Paraná es cuantioso y bestial.

La Abadía del Niño Dios se terminó de construir en 1998.

Sobre otra de las colinas de Victoria está emplazada la Abadía del Niño Dios. Tiene un jardín muy bien cuidado y lo más lindo es el cementerio, con las tumbas y sus cruces sobre el pasto, entre rejas y pinos. Está destinado a los monjes que aquí cumplieron su voto de estabilidad monástica; es decir, permanecieron y murieron en esta abadía.

“En 1899 llegó un grupo de monjes de la orden de San Benito. Venían de Bellocq, Francia, con la misión de catequizar nuestro litoral. Victoria les cedió ocho hectáreas. Fundaron un primer instituto de varones, luego una casa de retiros y también un instituto terciario mixto”, comenta Stella Maris Roldán, que tiene 32 años de trayectoria guiando en la abadía. Desde afuera me muestra la casa donde viven 13 monjes de semiclausura que cumplen cinco momentos diarios de oración y siguen votos de humildad, perseverancia, estabilidad y castidad. En Argentina hay varias abadías benedictinas, como la de Los Toldos, famosa por sus quesos. En este caso, el producto estrella es el dulce de leche Monacal, que es delicioso. Más allá de eso, es imprescindible entrar a la iglesia principal, de estilo neorrománico y con vitrales increíbles. Se terminó de construir en 1998, con los monjes a cargo de la albañilería, electricidad y frescos.

Escapada hacia el norte

A una hora de Victoria, ahora sí, sobre las costas del Paraná, está Diamante. En la plaza San Martín nos reunimos con la guía Patricia Taborda, que me instruye acerca de este enclave con siglos de historia. “Entre los arroyos La Ensenada y La Azotea, frente al río Paraná, Diamante figuraba en la cartografía de Ruy Díaz de Guzmán desde fines del 1600. Estaba habitada por chanás y le decían Punta Gorda, por su fisonomía. Con el tiempo, los navegantes la rebautizaron Punta Gorda del Diamante, porque desde el río veían las arenas silíceas que brillaban por el sol. O al menos eso se cree”, señala Patricia.

Cuenta que la primera población estable fue un grupo de 18 familias guaraníes traídas del río Uruguay y que, en 1836, el gobernador Pascual Echagüe le dio definitivamente el nombre de Diamante, bajo la advocación de San Francisco Xavier, un misionero jesuita de Navarra. Paso obligado para los ejércitos, la zona se pobló con españoles, italianos y sirio-libaneses. Además, en 1878 llegaron los alemanes del Volga, que se asentaron en aldeas de los alrededores que aún perduran. Hoy, Diamante tiene 40.000 habitantes.

Diamante tiene calles calmas y vida de pueblo.Diamante es una localidad con encanto.

Frente a la plaza, la iglesia Nuestra Señora de la Merced está pegada a otra más pequeña. Aunque me entero de que, en realidad, ese edificio contiguo ya no es una iglesia, sino una sala parroquial, que en 1898 nació como el templo original bajo la advocación de San Cipriano, por la muerte de Cipriano Urquiza, hermano de Justo José. Junto a esta sala parroquial levantaron la iglesia actual, en 1950, que tiene algo de gótico, pero es de estilo ecléctico. En el altar y los laterales, están todos: San Cipriano, Nuestra Señora de la Merced y San Francisco Xavier, en una talla guaraní sumamente delicada. A unos metros se destaca el Palacio Municipal, de 1899, con un segundo piso de 1927 y un precioso reloj francés. Y está el Colegio Santa María, orgulloso de un grupo de docentes –las Siervas del Espíritu Santo– que llegaron de Steyl, Holanda, y marcaron al pueblo a principios del siglo pasado.

Otro de los atractivos de Diamante son los miradores que están frente al río, como el Pujato. Aquí se ve clarito el Paraná. Las zonas más profundas de su cauce marcan el límite entre Santa Fe y Entre Ríos. Y, además desde Diamante se accede al Parque Nacional Pre-Delta, que conserva islas, arroyos, lagunas y riachos del río Paraná. Tiene una superficie de aproximadamente 2.600 hectáreas y fue creado en 1991. Rico en flora y fauna, se destaca por sus más de 200 especies de aves, entre las cuales el martín pescador grande es el emblema del parque. Por otro lado, alberga una gran diversidad de peces, reptiles y anfibios. A nivel habitacional y cultural, la zona ha sido influida por los pueblos originarios chanás, los inmigrantes alemanes del Volga y los ganaderos que llegaron en el siglo XX. En 2015, el parque fue declarado Sitio Ramsar y Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA) por BirdLife International. Es decir que, en Diamante, nace este delta increíble, que va de un río a otro río: del Paraná al Río de la Plata, en una geografía acuática que es única en el mundo.

Datos útiles

Hotel Sol Victoria. Del año 2004, es un gran hotel de 98 habitaciones amplias y con balcón que da a la costanera. Sobre un jardín generoso, tiene spa, pileta climatizada con sauna y circuito hídrico. En el restaurante –de buen nivel– sirven desayuno, almuerzo y cena. El personal es eficiente. Desde $198.000 la doble con desayuno. Mastrángelo s/n., Victoria. T: (3436) 424040. IG: @solvictoriahotel

Habitación del Hotel Sol Victoria.Pileta exterior del Hotel Sol Victoria.

La Paula de Casa Alma Hotel. El restaurante funciona dentro de lindísimo predio del viñedo, bodega y hotel Casa Alma. Muy buenos ravioles de osobuco, ensaladas con productos de estación, carnes asadas y postres. Los horarios son cambiantes. Conviene chequear antes de reservar. Corrales s/n., Victoria. T: (3436) 57-3329. IG: @casa.alma6

En Casa Alma hay detalles que transmiten calma.Pavlova individual en La Paula, el restaurante de Casa Alma.

Club Trabajo y Placer. Sobre un edificio antiguo, frente a la plaza principal, es bodegón con buenas minutas, pastas y surubí a la plancha. De jueves a domingo, de 12 a 16 y de 20 a pasada la medianoche. Av. Congreso 429, Victoria. T: (3436) 45-4036

Victoria Turismo. Asesoran y coordinan salidas. Entre los guías locales se destaca Juan Biscaldi. Todos los días, de 8 a 20 hs. Av. Costanera y Güemes, Victoria. T: (3436) 57-4923. IG: @victoriaturismoer

Chulengo Safaris. Walter Núñez sigue el legado de su padre y ofrece guiadas en lancha por el delta del Paraná. Con experiencia y muy buen trato, propone un plan fundamental para descubrir la zona. El precio de la salida varía en función de la duración. T: 3436-610346. IG: @chulengosafaris

BordeRío. Viñedo y bodega, con salones de degustación, ventas y restaurante Tratoria (hasta la medianoche). Visita guiada con degustación, desde $12.000. Todos los días, de 11 a 18.30 hs. Los sábados, sunset hasta las 20.30. RP 11, km. 134, Victoria. T: (3417) 50-5274

Abadía del Niño Dios. Con Stella Maris Roldán como guía de trayectoria, el recorrido incluye los jardines, el cementerio y la iglesia. Fundamental, pasar por el sector de ventas donde se destacan los licores y dulce de leche Monacal. Visitas guiadas, lunes, viernes, sábados y domingo, 11 hs. Sector de ventas, todos los días de 9.30 a 17 hs. Desde $5.000 pesos por persona. Descuento para grupos. RN 11, km. 112, Victoria. T: (3436) 57-3143

Diamante Turismo. Orientan para recorrer la localidad. Se luce la guía Patricia Taborda. Lunes a viernes, de 17 a 19; sábados y domingos, de 8 a 19. Echagüe 386, Diamante. T: (3434) 98-5019.

Deja un comentario

Next Post

No cree que Bs. As. sea tan insegura y le impactó el parecido con su país: “Los argentinos son tanos que hablan español”

En Italia, su país de origen, Leo estudió Derecho, tiempos en los que viajó un año a España en el marco universitario y con el deseo, ante todo, de aprender español. Tras recibirse, un amigo le propuso emprender una travesía diferente hacia Australia con la idea de trabajar, perfeccionar el […]
No cree que Bs. As. sea tan insegura y le impactó el parecido con su país: “Los argentinos son tanos que hablan español”

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!