La ruta por la sierra de Guadarrama que descubre 10 búnkeres de la Guerra Civil que son de los mejores conservados de España

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Ruta de los búnkeres de Los Molinos, en Madrid (Ayto. Los Molinos).

A lo largo de la Sierra de Guadarrama, numerosas construcciones defensivas perduran como testigos silenciosos de una época marcada por el conflicto. Así, el municipio de Los Molinos tuvo un papel central durante la Guerra Civil Española, situándose en uno de los frentes más estables de la contienda. Durante casi toda la duración de la guerra, la línea del frente en esta zona permaneció prácticamente intacta, lo que determinó la naturaleza y la proliferación de estructuras militares en la zona.

Esta estabilidad motivó la edificación de una extensa red de fortificaciones. Entre los ejemplos más representativos de esta “arqueología militar de la Guerra Civil” se encuentran los búnkeres que salpican el paisaje de Guadarrama. En Los Molinos, la línea de estas fortificaciones republicanas seguía casi de forma exacta los límites del término municipal con El Espinar y Guadarrama. Este trazado no solo marcaba la geografía de la defensa, sino que también define en la actualidad recorridos históricos a lo largo del municipio.

Así, para descubrir todas estas construcciones, la mejor forma de hacerlo es a través de una sencilla ruta de senderismo que recorre todo el entorno. Este camino ofrece a los visitantes una oportunidad para conocer de cerca los vestigios físicos de la guerra, mientras disfrutan del paisaje característico de la región.

Un gran estado de conservación

Ruta de los búnkeres de Los Molinos, en Madrid (Wikiloc)

La ruta de los búnkeres de Los Molinos cuenta con una distancia de poco más de siete kilómetros y una duración de alrededor de tres horas. A pesar de estar clasificada con una dificultad moderada, es un sendero que es ideal para hacer en familia, pues en su mayoría el camino es sencillo. Su punto de partida se encuentra en el mismo pueblo de Los Molinos y a través del recorrido se pueden explorar diez de las casamatas más destacadas, ubicadas en la segunda línea del frente. Estas estructuras no llegaron a participar directamente en combate, hecho que contribuyó a su óptimo estado de conservación en comparación con otras fortificaciones de la guerra.

La arquitectura de estos búnkeres responde estrictamente a su funcionalidad militar. Según el Ayuntamiento de Los Molinos, su construcción se llevó a cabo usando cemento y hormigón armado para los muros, cuyo espesor varía entre 50 y 100 centímetros. Las superficies externas quedaron recubiertas con piedras locales, lo que, además de fortalecerlas, las integró visualmente en el entorno. En la zona frontal de las casamatas se encuentran las troneras, aberturas concebidas para permitir el disparo de los soldados, cubriendo aproximadamente un ángulo de 180 grados. Cada tronera incluye un cilindro central donde se posicionaba la ametralladora para estabilizarla durante el uso.

La cubierta de estas construcciones combina cemento y piedras presionadas, opción que perseguía dos finalidades esenciales: camuflar la estructura para dificultar su localización y reforzar la protección ante posibles impactos de artillería. Este planteamiento doble evidencia la atención prestada tanto a la seguridad operativa como al mimetismo con el paisaje serrano.

Dos tramos diferenciados

La ruta diseñada para visitar estas casamatas se divide en dos segmentos debido a las características del terreno. Según la administración local, el Tramo A discurre prioritariamente por áreas urbanas del municipio y permite visitar los seis primeros búnkeres, construidos entre 1938 y 1939 dentro del denominado Plan 2-A. Estos búnkeres figuran entre los mejor preservados de España y presentan una cubierta rematada con una especie de tapadera circular, hecha de los mismos materiales que el resto de las estructuras, con la particularidad de que incluían rejillas de hierro en lugar de los habituales troncos, aunque de estas rejillas solo quedan marcas visibles.

Por su parte, el Tramo B se extiende hacia zonas naturales de Los Molinos, como la Peñota, lo que incrementa el grado de dificultad de la travesía. Aquí se localizan los otros cuatro búnkeres, fechados en 1937 y emplazados en la parte alta próxima a la vía de Cercanías. Estas estructuras difieren de las anteriores por su mayor tamaño, menor calidad constructiva y peor estado de conservación. La variación más notoria se encuentra en el diseño de sus cubiertas, que exteriormente se presentan planas e inclinadas hacia el frente, mientras que en el interior se forraron con troncos denominados “rodetes”. Estos elementos no solo cumplían la función de encofrado para el vertido del cemento y el hormigón, sino que también brindaban una protección adicional ante el fuego enemigo.

Para quienes deseen profundizar aún más en la historia y la arquitectura militar de la zona, el recorrido incluye una sección opcional indicada en color verde en el plano de la ruta. En este tramo es posible observar desde el exterior el búnker número 10 de La Molinera, el cual se encuentra situado dentro de una propiedad privada, permitiendo así completar el circuito e ilustrar todos los estilos y fases constructivas presentes en los fortines de Los Molinos.

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