El fuego ya ha arrasado, ahora el temor es que lo haga también el agua. Después de que la vegetación haya quedado reducida a cenizas, el impacto de las lluvias del otoño sobre las zonas devastadas por incendios forestales en España podría desencadenar una serie de “daños en cascada” en los ecosistemas. La organización ambientalista SEO/BirdLife alerta de que la llegada de precipitaciones tras los incendios puede provocar alteraciones y contaminación en los cursos de agua, agravando aún más la situación de los territorios afectados.
De acuerdo con la última actualización del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), dependiente del programa Copernicus de la Unión Europea, el año 2025 ha registrado la mayor ola de incendios en el país en lo que va de siglo. Un total de 411.315 hectáreas han sido arrasadas por el fuego, una cifra que multiplica casi por diez la superficie quemada en 2024, cuando se contabilizaron 42.615 hectáreas afectadas. El número de incendios también ha aumentado, con 252 siniestros registrados en amplias zonas del norte y oeste del país, frente a los 219 del año anterior. Además, se ha producido un incremento de los denominados Grandes Incendios Forestales, aquellos que superan las 500 hectáreas por evento. Pero el desastre podría ser aún mayor si no se ponen en marcha los medios necesarios.
Temor ante la contaminación del agua embalsada
La organización solicita a las comunidades autónomas que realicen una valoración rápida de los daños en los ecosistemas y revisen sus planes anuales de prevención. La ONG también ha pedido al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y a las comunidades la puesta en marcha urgente de un control operativo del estado de las masas de agua bajo su competencia, tanto en cuencas intercomunitarias como intracomunitarias, a través de sus redes de seguimiento.
La preocupación de la organización se centra en los efectos que tendrán las lluvias sobre terrenos con elevadas pendientes, donde la pérdida de vegetación y el desarrollo de suelos hidrófobos incrementarán la escorrentía, el agua de lluvia que discurre por la superficie de un terreno. En estas condiciones, el agua arrastrará cenizas, suelo fértil y contaminantes como nitratos, carbono orgánico, iones y metales, lo que afectará a las masas de agua de las cuencas. El resultado será un aumento de amoniaco y nitratos, cambios en el pH, incremento de la turbidez y disminución del oxígeno, así como contaminación por pirorretardantes empleados durante las labores de extinción. “Las esperadas lluvias tendrán efectos invisibles cuando la atención ya no esté en estos montes quemados”, advierten.
A los cambios físico-químicos se suman alteraciones en las condiciones hidromorfológicas de ríos y arroyos, como modificaciones en la estructura y el sustrato del lecho, así como en la vegetación de ribera. Todo ello repercutirá en la calidad del agua, en los organismos que habitan estos ecosistemas y en la cadena trófica.
Prevenir las “réplicas” del incendio
Eva Hernández, coordinadora del Área de Gobernanza Ambiental de SEO/BirdLife, señala que “los efectos de la no actuación para proteger el suelo y las aguas tras los incendios forestales puede tener un gran impacto, como ocurre con las réplicas tras un terremoto. Por ello, es fundamental, tras el diagnóstico post-incendio, poner en marcha medidas urgentes guiadas por criterios científicos, priorizando soluciones basadas en la naturaleza, y generar las condiciones para la recuperación de la vegetación potencial, con especies autóctonas, por ejemplo, con una visión a largo plazo”.
La organización subraya que la prioridad debe ser la protección urgente del suelo y de los cursos de agua para evitar procesos de erosión, contaminación y pérdida irreversible de biodiversidad. No obstante, SEO/BirdLife advierte sobre las serias dudas existentes respecto a la capacidad técnica y humana de las administraciones públicas para afrontar este reto en toda la península ibérica, debido a la ausencia de criterios consensuados y aplicables de manera uniforme. Esta carencia de medios y coordinación pone en riesgo la eficacia de las actuaciones y evidencia la necesidad de una estrategia común entre todas las administraciones.
Para SEO/BirdLife, la situación requiere abordar el problema como un reto de Estado y no limitarse a la gestión inmediata. El pacto anunciado por el presidente del Gobierno representa un posible primer paso, una demanda que la organización ha planteado reiteradamente y que algunos partidos asumieron en las últimas campañas electorales catalanas y del País Vasco. E insisten, es imprescindible que todas las administraciones, nacionales, autonómicas y locales asuman su corresponsabilidad y garanticen la ejecución real de las medidas previstas en la legislación.
Los informes recientes de la Unión Europea refuerzan este diagnóstico. Tanto la Revisión de la Implementación Ambiental (EIR 2025) como el Informe Especial 16/2025 del Tribunal de Cuentas Europeo concluyen que, aunque España incrementa cada año la inversión en prevención de incendios, los resultados duraderos siguen siendo insuficientes. Las instituciones europeas insisten en la necesidad de priorizar la inversión en las zonas de mayor riesgo, mejorar la información cartográfica y la planificación, y reforzar la capacidad administrativa y la coordinación autonómica y local para que las inversiones sean eficaces.