Miguel Ángel Russo murió este miércoles, a los 69 años. Tuvo la particularidad de ser uno de los dos entrenadores que dirigió a Boca en tres ocasiones, junto a Carlos Bianchi. El único que los supera es Mario Fortunato, que llevó adelante cuatro ciclos, el último en 1956.
El carismático DT atravesó diversos momentos en esas tres etapas, en las que construyó una relación cercana y de admiración mutua con Juan Román Riquelme desde que lo dirigió en 2007. Ya como dirigente, el exvolante confió en su experiencia en dos ocasiones.
La gloria máxima
Russo llegó a Boca en enero de 2007, después del cimbronazo que se generó en el club azul y oro luego de la frustración que generó la derrota con Estudiantes de La Plata, en la definición de un Apertura 2006 que parecía resuelto en favor del xeneize. Aquel 1-2 en la cancha de Vélez ante el Pincha eyectó del cargo a Ricardo Lavolpe.
Quien lo había elegido para el puesto fue Diego Maradona, entonces vicepresidente de la Comisión de Fútbol, pero en agosto de 2006 (cuando Alfio Basile emigró para hacerse cargo de la selección argentina), Miguelo tenía contrato vigente con Vélez.
La llegada de Juan Román Riquelme terminó de completar a un equipo sólido, compuesto de jugadores con experiencia y con egos que el nuevo DT supo controlar y potenciar en beneficio del equipo.
La obtención de la Copa Libertadores (su máxima conquista como DT) consolidó su lugar en la historia del club y le permitió sentarse en una mesa donde hasta entonces solo estaban Juan Carlos Lorenzo (ganador de las ediciones 1977 y 1978) y Carlos Bianchi (2000, 2001 y 2003).
En la última entrevista que le concedió a LA NACION, Russo recordaba lo difícil que fue aquel camino que terminó con gloria: “El grupo fue terrible. Nos tocaron tres partidos en la altura. Íbamos a esos lugares sin Palermo o sin Riquelme, porque tenía cuatro o cinco jugadores que yo sabía que no los recuperaba o que les costaba mucho volver de la altura. En la última fecha tuvimos que hacer cinco goles en la cancha de Vélez para pasar a octavos. Y todo eso, sin la Bombonera. Porque había que cumplir una sanción. Nada es simple en la Copa”.
Y en relación a los protagonistas de aquel equipo (como por ejemplo los delanteros Rodrigo Palacio y Martín Palermo), valoraba: “Palacio tenía libertad para moverse por todo el frente de ataque. Y tenía dos grandes laterales… ¡Dos grandes laterales! (Hugo Ibarra y Clemente Rodríguez), que te cumplían y te suplían todas las características de ataque. Además de un gran organizador (Riquelme), más los altos niveles de Banega, de Nery (Cardozo). Ese equipo era bastante cercano a lo ideal. Más allá de Román, había muchas cosas que en el concepto futbolístico tenían niveles muy altos”.
Después de dar la vuelta olímpica en Brasil, una serie de situaciones le impidieron al entrenador (y al plantel) celebrar aquella última gran obtención continental en la Bombonera ante el público xeneize.
Después de muy buenas tareas en el Clausura (subcampeón de San Lorenzo) y en el Apertura (ya sin Riquelme terminó cuarto de un torneo que ganó Lanús), el primer ciclo de Russo al frente de Boca se terminó después del Mundial de Clubes, donde venció 1 a 0 al Etoile (de Túnez) en semifinales y cayó 4 a 2 con Milan en la final, ya que la dirigencia liderada por Pedro Pompilio decidió no renovarle el contrato.
El resumen de su primera campaña fue muy bueno: ganó 30 de los 56 partidos que dirigió, empató 12 y perdió 14.
El relanzamiento
Hasta enero de 2020, Russo era el único DT campeón de América con Boca que no había tenido al menos un segundo ciclo, tal como sí había ocurrido con el Toto y el Virrey.
En él confió Juan Román Riquelme apenas asumió como presidente del Departamento de Fútbol xeneize, luego de que la lista que él integraba (con la fórmula compuesta por Jorge Ameal y Mario Pergolini) ganara las elecciones en diciembre de 2019 y le pusiera fin a 24 años de macrismo.
Miguelo venía de batallar contra un cáncer de próstata en 2018, que lo obligó a detener su actividad como entrenador. Y en Boca encontró herramientas para activar su relanzamiento.
El arranque fue perfecto: en las 7 fechas que le faltaban a la Superliga 19/20 logró pasar a River en los últimos minutos de la última fecha y se consagró campeón. El 7 de marzo de 2020, Boca le ganó a Gimnasia por 1 a 0 con gol de Carlos Tevez y como el Millonario no pudo pasar del 1 a 1 con Atlético en Tucumán dio una vuelta olímpica soñada, la primera de la era Riquelme como directivo.
Poco después, tras dos victorias contundentes (3 a 0 ante Independiente Medellín por la Libertadores y un 4-1 a Godoy Cruz en Mendoza) la pandemia de Coronavirus puso en pausa al mundo, incluido Boca, claro. Un año y medio más tarde, en una charla informal con este cronista, Miguelo reconocía: “Ese equipo volaba. Estaba para ganar todo. La pandemia nos liquidó”.
Cuando el fútbol se reanudó, varias cosas habían cambiado en el plantel. Sin embargo, su conducción le permitió a Boca ganar la Copa Maradona en enero de 2021 y formar parte del camino que terminó consagrando al Xeneize en la Copa Argentina 2020, que celebró en diciembre de 2021 ya con Sebastián Battaglia como DT.
En este segundo ciclo de Miguelo se dio un hecho importante: Boca pudo volver a ganarle a River (no una sino dos veces) un cruce mano a mano, después de las cinco series seguidas que habían quedado en manos del Millonario entre 2014 y 2019. Fueron por los cuartos de final de la Copa de la Liga 2021 y por los octavos de final de la Copa Argentina 2020.
También realizó una muy digna participación en la Copa Libertadores 2020, en la cual llegó a las semifinales. Allí cayó 3 a 0 con Santos en San Pablo, luego de un empate 0 a 0 en la Bombonera.
En la edición siguiente, el conjunto azul y oro quedó eliminado por penales en octavos de final, luego de dos empates 0 a 0 con Atlético Mineiro en una serie marcada por la polémica por dos goles que le anularon al xeneize a través del VAR. Todo concluyó con un escándalo en la zona mixta del estadio Mineirao, donde Raúl Cascini, integrante del Consejo de Fútbol, no toleró una provocación del presidente del equipo local y eso derivó en una trifulca entre el plantel xeneize y la policía brasileña.
Riquelme decidió dar por finalizada la era Russo en agosto de 2021, luego de una derrota por 1 a 0 ante Estudiantes en La Plata, que terminó de encadenar cinco partidos seguidos sin ganar en el ámbito local, incluida la eliminación por penales ante Racing en las semifinales de la Copa de la Liga 2021.
En esta etapa los números también fueron positivos: de 59 partidos ganó 27, empató 21 y perdió 11.
El último capítulo
Russo inició su tercer ciclo al frente de Boca en un contexto volcánico. Su antecesor, Fernando Gago, había sido despedido luego de una derrota con River (a pesar de que el equipo era puntero de su zona en el Apertura y era inminente el inicio de los playoffs). Y Mariano Herrón afrontó su cuarto interinato en 24 meses, que concluyó con una eliminación de local ante Independiente en los cuartos de final del torneo anterior ante una Bombonera efervescente que, por primera vez, insultó a la dirigencia liderada por Riquelme. Con un plus, Miguelo fue presentado apenas 10 días antes del debut de Boca en el Mundial de Clubes.
El entusiasmo generado por el muy buen debut (el Xeneize se puso 2 a 0 ante Benfica, pero no supo cerrarlo y terminó empatando), se fue diluyendo en la digna derrota ante el poderoso Bayern Munich (llegó a empatarle con un golazo de Merentiel, pero cayó 2 a 1) y tocó fondo con un inaceptable empate 1 a 1 ante Auckland City, un equipo semiamateur de Nueva Zelanda).
En el regreso al ámbito, Boca encadenó cinco partidos más sin sumar de a tres, lo que derivó en concretar la peor racha histórica del club, con 12 partidos sin victorias.
La incorporación de Leandro Paredes mejoró significativamente el trabajo colectivo y las tres victorias seguidas pareció encaminar al equipo. Sin embargo, dos empates consecutivos y las internaciones de Miguelo volvieron a llenar de incertidumbre al conjunto azul y oro. Estuvo por última vez en el banco en la Bombonera, en el empate 2-2 ante Central Córdoba. Desde entonces, los problemas de salud, claramente visibles, le impidieron regresar a la conducción de Boca.