Con el empuje que obtuvo en Ciudad de México, donde se trepó a la cima del Mundial de Pilotos, Lando Norris (McLaren) arribó a San Pablo para completar un doblete de victorias en las dos citas latinoamericanas que recorre el calendario de la Fórmula 1. El británico redondeó un fin de semana de ensueño en la suma de puntos, pero también expresando que sabe eludir los errores en un escenario en el que la presión y el nerviosismo se agigantan. Los últimos episodios en la definición del título lo enseñan enfocado, sin ataduras, un contraste respecto a lo que resultó el comienzo de la temporada y también en proporción a los yerros que consuma Oscar Piastri, su compañero de garaje y principal rival en la pulseada por la corona.
Norris firmó las dos poles y celebró los éxitos en el Gran Premio de San Pablo y en el aperitivo, que fue la Sprint Race, cosechó 33 puntos y ahora aventaja por 24 a Piastri, con 83 unidades en juego. Una diferencia que no es determinante, aunque ofrece un respiro y es un indicador de las trayectorias opuestas que trazan los pilotos de McLaren en la puja por quedar en la historia del Gran Circo.

“Quería ganar en Brasil y lo logré. El triunfo es para Gil [Gil de Ferrán, piloto brasileño ganador de las 500 Millas de Indianápolis, consultor de McLaren y que murió en 2023], uno de los mentores cuando crecía… Seguro que estaría orgulloso de lo que logré y por eso pensé mucho en él en la carrera. No fue fácil, tuve que trabajar duro: no fuimos los más rápidos en la pista y viendo lo rápido que está siendo Max… Las cosas pueden cambiar muy rápido, ya lo vimos”, apuntó Norris, que no se desconcentra e ignora el ruido que pueda generarse alrededor.
Un error de Piastri fue la ventana para que Norris se encaminara a la victoria –undécima en la F.1, todas en distintos circuitos- en una carrera que siempre es rehén de múltiples situaciones que modifican las estrategias, hunden a favoritos y son una tela en blanco para que verdaderos artistas pinten obras magníficas, aunque no alcancen para celebrar en lo más alto del podio.
La historia señala que en Interlagos todo puede pasar: desde la lluvia que cambia los planes a las remontadas épicas, pasando por la desesperación por revertir curvas descendentes, aunque en la mayoría de las oportunidades esa impaciencia por avanzar casilleros de modo apresurado se paga con el agravamiento de la crisis.

El relanzamiento de la carrera, tras el ingreso del Safety Car, por el incidente que marginó al local Gabriel Bortoleto (Sauber), animó a Piastri a ejecutar una maniobra de riesgo, como saltar del cuarto al segundo casillero. Falló el cálculo del australiano, que en la atropellada golpeó a Andrea Kimi Antonelli (Mercedes) y éste a Charles Leclerc (Ferrari).
Nada de ese desastre salpicó a Norris, mentalizado en ser la cabeza de la carrera y desde ahí manejar cada detalle del gran premio. El accidente dejó fuera de escena a Leclerc y los comisarios deportivos castigaron con 10 segundos de penalización a Piastri, el desencadenante del caos en la Curva 1. El australiano embolsó 42 puntos en las últimas cinco fechas –cinco quintos puestos en las últimas tres carreras; un abandono y un cuarto lugar-, muy lejos de los 97 que reunió Norris en ese tiempo, lo que le permitieron al británico no solo recortar una desventaja de 34 unidades desde Zandvoort, sino ahora liderar por 24 puntos.

Los comentarios sobre un favoritismo de McLaren para con Norris, el piloto que está en Woking desde su estreno en la F.1 en 2019, inundaron el paddock, en ocasiones fogoneados por los rivales en una estrategia por alterar la convivencia en el garaje y en la fábrica. Pero la pista exhibe que Piastri, el joven que no se inmutaba en los triunfos y en la adversidad en el inicio del calendario, perdió el control y Norris desarrolla un camino opuesto.
Las pruebas de clasificación son la primera marcha del radical cambio del británico: para recobrar confianza y seguridad, eliminó la información del tiempo delta en su volante durante la qualy, lo que le permite concentrarse exclusivamente en la pista, en cómo transitar cada curva, y no en distraerse y presionarse con el cronómetro. La reunión con el equipo en Singapur fue el inicio de la nueva modalidad que sin dudas resultó satisfactoria.
La presión por el despiste y abandono en la Sprint Race empujaron a Piastri a jugar esa maniobra que tuvo mucho de optimismo y menos margen de realidad, una combinación que lo alejó del desafío de recomponer las actuaciones y regresar con mayor brío a la pulseada por un título que empieza peligrosamente a alejarse. Una hoja de ruta muy diferente a la de Norris, que no tuvo en Antonelli a un rival que lo aceche con fiereza –el joven italiano, de 19 años, logró su segundo podio y el mejor resultado en la F.1-, pero que desde las pantallas observó el avance de Max Verstappen (Red Bull Racing), el showman de Interlagos.
El resumen del GP de San Pablo
El tetracampeón dejó otra vez su sello en San Pablo, aunque no se llevó la victoria. La eliminación en la Q1 en la prueba de clasificación –el primer corte-, después de configurar el RB21 con el mapa de su compañero Yuki Tsunoda provocó romper con el parque cerrado y penalizar. El auto cambió por completo, desde elementos como el motor a la puesta a punto, y aunque largó desde el pitlane, en la 19na posición, escaló hasta completar el podio. Elucubrar qué hubiera pasado si no sufría un pinchazo que motivó a adelantar la primera detención en boxes no tiene sentido, porque el neumático duro no fue una elección que rindiera y Verstappen por ese infortunio lo dejó rápidamente fuera de circulación; calzó el compuesto medio y cerró con los blandos. “Nuestro ritmo fue fuerte en todas las tandas, aunque a veces es difícil por el tráfico en la pista. Estar en el podio saliendo desde el pitlane es algo que no esperaba, pero no nos hemos rendido”, advierte MadMax.
Por primera vez, Norris logró un doblete de triunfos en la F.1. Victorias que robustecen el espíritu y alejan las críticas. Las Vegas, Qatar y Abu Dhabi marca el calendario, las citas que el británico tendrá que sortear para ser el mejor del curso y diplomarse en el Gran Circo.
