Las cuatro lunas galileanas dejan su huella en la atmósfera de Júpiter

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Observaciones con la misión Juno de la NASA han permitido confirmar que las cuatro grandes lunas jovianas, descubiertas por Galileo, dejan su huella en forma de aurora en la atmósfera de Júpiter

Júpiter alberga las auroras más brillantes y espectaculares del Sistema Solar. Cerca de sus polos, estas luces brillantes ofrecen una visión de cómo el planeta interactúa con el viento solar y las lunas barridas por el campo magnético de Júpiter.

A diferencia de las auroras boreales terrestres, las lunas más grandes de Júpiter crean sus propias señales aurorales en la atmósfera del planeta, un fenómeno que la Luna terrestre no produce. Estas auroras inducidas por la luna, conocidas como «huellas de satélite», revelan cómo cada luna interactúa con su entorno espacial local.

FALTABA CALISTO, LA MÁS DISTANTE

Antes de la misión Juno de la NASA, se había demostrado que tres de las cuatro lunas más grandes de Júpiter, conocidas como lunas galileanas (Ío, Europa y Ganímedes), producían estas distintivas señales aurorales. Sin embargo, Calisto, la más distante de las lunas galileanas, seguía siendo un misterio.

A pesar de los múltiples intentos con el Telescopio Espacial Hubble de la NASA, la huella de Calisto había resultado esquiva, tanto por su tenue intensidad como por encontrarse con mayor frecuencia sobre el óvalo auroral principal, más brillante, la región donde se observan las auroras.

La misión Juno de la NASA, en órbita alrededor de Júpiter desde 2016, ofrece imágenes cercanas sin precedentes de estos espectáculos de auroras polares. Sin embargo, para obtener imágenes de la huella de Calisto, el óvalo auroral principal debe desplazarse mientras se captura la región polar. Y para aprovechar el arsenal de instrumentos de Juno que estudian campos y partículas, la trayectoria de la nave debe cruzar la línea del campo magnético que une a Calisto y Júpiter.

EVENTOS FORTUITOS

Estos dos eventos ocurrieron fortuitamente durante la órbita 22 de Juno alrededor del planeta gigante, en septiembre de 2019, revelando la huella auroral de Calisto y proporcionando una muestra de la población de partículas, las ondas electromagnéticas y los campos magnéticos asociados con la interacción.

El campo magnético de Júpiter se extiende mucho más allá de sus lunas principales, creando una vasta región (magnetosfera) envuelta y azotada por el viento solar que emana de nuestro Sol. Así como las tormentas solares en la Tierra desplazan las auroras boreales hacia latitudes más meridionales, las auroras de Júpiter también se ven afectadas por la actividad solar.

En septiembre de 2019, una corriente solar masiva y de alta densidad azotó la magnetosfera de Júpiter, revelando brevemente, a medida que el óvalo auroral se desplazaba hacia el ecuador de Júpiter, una leve pero distintiva señal asociada con Calisto.

Este descubrimiento confirma finalmente que las cuatro lunas galileanas dejan su huella en la atmósfera de Júpiter, y que las huellas de Calisto se mantienen de forma muy similar a las de sus hermanas, completando el cuadro de familia de las señales aurorales de las lunas galileanas, según informa ahora la NASA en un comunicado.

Un equipo internacional de científicos dirigido por Jonas Rabia del Institut de Recherche en Astrophysique et Planétologie (IRAP), CNRS, CNES, en Toulouse, Francia, publicó su artículo sobre el descubrimiento en la revista Nature Communications el 1 de septiembre de 2025.

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