¿Es posible saber en qué está pensando alguien solo con observar su cara? Durante décadas, la ciencia intentó encontrar una manera objetiva de leer los estados mentales internos a través de las expresiones faciales. Ahora, un grupo de investigadores del Instituto Ernst Strüngmann para la Neurociencia, con sede en Frankfurt y dirigido por la Sociedad Max Planck, dio un paso importante en esa dirección.
Según un estudio publicado en la revista Nature Communications, las expresiones faciales en animales pueden reflejar procesos mentales internos, como la atención o la motivación. Este avance podría mejorar la comprensión del comportamiento y, en el futuro, ayudar en el diagnóstico de trastornos como el TDAH, el autismo o la demencia.
Cómo se hizo el estudio
El equipo del Ernst Strüngmann Institute trabajó con macacos y ratones, que participaron en una tarea de búsqueda de comida dentro de un entorno controlado de realidad virtual, lo que permitió observar cómo reaccionaban los animales ante distintos estímulos sin distracciones del ambiente real.
Durante la tarea, los investigadores grabaron imágenes de las expresiones faciales de los animales. Luego, analizaron estas imágenes con herramientas estadísticas y computadoras que identificaban patrones repetidos. Así, buscaron señales en la cara que se relacionaran con estados mentales como la concentración, la seguridad en una decisión o la disposición a seguir buscando alimento.
La realidad virtual fue clave: permitió que todos los animales vivieran la misma experiencia, lo que facilitó comparar sus reacciones. Al tener el control del entorno, los investigadores pudieron asociar con más precisión lo que mostraban las caras con lo que ocurría en la mente de los animales.
Qué descubrieron los científicos
Los resultados, publicados en Nature Communications, fueron claros: las expresiones faciales no solo reflejan emociones, también muestran procesos mentales. Por ejemplo, se identificaron gestos específicos que indicaban cuándo un animal estaba más atento o más motivado.
Estas señales permitieron anticipar el rendimiento de cada animal: los investigadores podían predecir con qué rapidez o eficacia resolverían la tarea. Y lo más sorprendente fue que los patrones faciales eran parecidos en ratones y macacos, dos especies muy distintas entre sí. Esto sugiere que los mecanismos que relacionan la mente y la cara podrían ser comunes entre especies y estar presentes desde hace millones de años en la evolución.
Lo que dice el equipo de investigación
Alejandro Tlaie Boria, autor principal del estudio y postdoctorando en el Ernst Strüngmann Institute, explicó: “Cada estado cognitivo corresponde a un patrón característico de rasgos faciales que también se superpone entre especies”.
Y agregó, según declaraciones recogidas por la Sociedad Max Planck: “Esto significa que las expresiones faciales pueden considerarse una manifestación fiable de los estados cognitivos internos incluso entre especies”.
Estas afirmaciones destacan que el rostro no solo muestra si un animal está triste o alegre, sino también si está concentrado, motivado o convencido de que está haciendo lo correcto. Hasta ahora, este tipo de información era muy difícil de medir de forma objetiva, especialmente en animales.
Por qué este hallazgo es importante
Este descubrimiento puede cambiar la forma en que se estudia la mente, especialmente en modelos animales. Poder saber qué ocurre en el interior de un animal a través de su rostro permitiría entender mejor sus decisiones, su comportamiento y cómo responde a diferentes situaciones.
Además, el uso de análisis computacional para procesar miles de imágenes hace posible trabajar con grandes cantidades de datos y encontrar patrones más complejos. Esto abre la puerta a investigaciones más amplias sobre la cognición animal y su relación con el comportamiento.
Qué impacto puede tener en la salud humana
Aunque el estudio se centró en animales, los investigadores creen que estos métodos podrían adaptarse para aplicarse en personas. Si se comprueba que las expresiones faciales también revelan estados mentales internos en humanos, se podrían desarrollar herramientas útiles para diagnosticar y tratar trastornos neurológicos y psiquiátricos.
La Sociedad Max Planck señaló que, por ejemplo, medir la atención a través del rostro podría ayudar a detectar y evaluar casos de TDAH, y diferenciar sus subtipos. También podría servir para interpretar señales cognitivas en personas que no se comunican verbalmente, como algunas personas con autismo o síndrome de enclaustramiento -una condición neurológica en la que la persona está consciente pero completamente paralizada, pudiendo comunicarse solo mediante el movimiento de los ojos-.
El estudio destaca que, aunque estos usos en medicina humana todavía deben investigarse más, el potencial es grande. Las expresiones faciales podrían convertirse en una especie de “lenguaje universal” para entender cómo funciona la mente en situaciones donde no hay palabras.
Qué falta investigar
Los autores del estudio advierten que aún queda camino por recorrer. Hasta ahora, los resultados se limitaron a macacos y ratones, por lo que es necesario comprobar si lo mismo ocurre en humanos. Si se logra validar esta herramienta en personas, podría mejorar notablemente la forma de diagnosticar y tratar enfermedades del desarrollo y del cerebro.
El equipo del Ernst Strüngmann Institute cree que esta línea de trabajo tiene el potencial de mejorar la atención médica, especialmente en pacientes que no pueden expresar lo que sienten o piensan.
El estudio, difundido por Nature Communications, representa un avance importante en la comprensión de cómo el rostro refleja los pensamientos. Aunque todavía no se puede aplicar en clínicas o consultorios, esta investigación abre una nueva vía para estudiar la mente, tanto en animales como en humanos.