Facilitador de tareas, consejero de vida y hasta compañero de estudio. Con cada vez más fuerza, la inteligencia artificial (IA) gana protagonismo en la vida cotidiana, redefiniendo la forma en que nos vinculamos con la tecnología. Su acelerado avance plantea una pregunta clave: ¿qué es lo que sigue? Para el CEO de OpenAI, Sam Altman, el futuro recién empieza.
“El despegue ha comenzado”, escribió Altman en un posteo en su blog personal titulado La gentil singularidad, y aseguró que la humanidad está cerca de “construir una superinteligencia digital”.
“Hemos construido sistemas que son más inteligentes que las personas en muchos aspectos, y que pueden amplificar significativamente la capacidad de quienes los usan”, continuó. En este sentido, destacó que sistemas como GPT-4 y o3 “nos llevarán muy lejos”, con mejoras en la calidad de vida, progreso científico acelerado y aumento de la productividad.
“Tal vez podamos descubrir nuevos sustratos de cómputo, mejores algoritmos, y quién sabe qué más. Si podemos hacer en un mes lo que antes llevaba diez años de investigación, entonces el ritmo del progreso será radicalmente diferente”, ilustró.
Bajo esta línea, el CEO de OpenAI subrayó el creciente uso de ChatGPT, herramienta que define como “más poderosa que cualquier otro humano que haya existido”: “Cientos de millones de personas dependen de él todos los días y para tareas cada vez más relevantes”. Solo en agosto de 2024, la plataforma contaba con 200 millones de usuarios.
Agentes de IA
Altman también se refirió a la irrupción de los agentes de IA, que consisten en softwares diseñados para realizar tareas de manera autónoma y cumplir objetivos específicos. “Es probable que en 2026 lleguen sistemas capaces de descubrir ideas completamente nuevas. Y en 2027 tal vez veamos robots que puedan realizar tareas en el mundo real”, opinó.
En este sentido, aventuró que una mayor cantidad de personas podrá crear software y arte, aunque los expertos seguirán siendo necesarios, siempre y cuando “abracen estas nuevas herramientas”. “La capacidad de trabajo de una sola persona será mucho mayor en 2030 que en 2020, será un cambio notable, y muchos sabrán cómo beneficiarse”, profundizó.
En detalle, el director ejecutivo de OpenAI deslizó que la década de 2030 será completamente distinta a cualquier otra época anterior, ya que la inteligencia y la energía se volverán abundantes. “No sabemos cuán lejos podemos ir más allá de la inteligencia humana, pero estamos a punto de averiguarlo”, expresó. A su vez, afirmó que los robots con capacidad de construir otros robots podrían estar a punto de ser parte de nuestra realidad.
Desafíos
Sin embargo, Altman no pasó por alto los desafíos que supone esta nueva era tecnológica, como aquellos vinculados a la seguridad -tanto en sentido técnico como social- y la democratización de la IA. Respecto al primer obstáculo, sugirió resolver el “problema del alineamiento”: “Garantizar de forma robusta que los sistemas de IA aprendan y actúen de acuerdo a lo que realmente queremos como sociedad a largo plazo”.
Por otro lado, propuso trabajar para que la IA sea barata, accesible y no demasiado centrada en una sola persona, empresa o país. “Dar a los usuarios mucha libertad, dentro de límites amplios que la sociedad debe definir, parece muy importante. Cuanto antes empiece el mundo a hablar sobre cuáles deben ser esos límites y cómo definimos el alineamiento colectivo, mejor”, señaló.
En este sentido, sostuvo que la industria de la IA está construyendo un “cerebro para el mundo”, que será extremadamente personalizado y fácil de usar. “Tenemos mucho trabajo por delante, pero la mayor parte del camino ya está iluminado, y las zonas oscuras se están disipando rápidamente. Nos sentimos extraordinariamente agradecidos por poder hacer lo que hacemos”, concluyó Altman.
