Las principales: las tecnologías que cambian de una manera contundente el negocio de la leche

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Galpones, acelerómetros y softwares específicos buscan aumentar la productividad y ofrecer productos de más calidad, con sistemas amigables con el ambiente.

En los últimos años se ha visto un vigoroso proceso de inversión en tecnología en muchos tambos: herramientas como galpones, robots de ordeño, acelerómetros, softwares específicos para monitorear la salud y la reproducción de las vacas y otras innovaciones se van difundiendo entre los productores de punta. Juegan a favor de este proceso las demandas de la sociedad en el sentido de asegurar mayor bienestar a los animales y ofrecer productos de calidad y generados con sistemas amigables con el ambiente.

En el reciente Cuarto Encuentro Anual del Club Pro Leche, se desarrolló un panel con tres productores de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, que fueron interrogados acerca de por qué vale la pena invertir en la producción de leche con estas herramientas y cuáles son las que están incorporando en sus empresas.

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Participaron Raúl Beltramino, (62) fundador y gerente general de una empresa familiar que desarrolla actividad tambera, agrícola y ganadera de carne desde hace 42 años en Eusebia, en el centro-oeste de la provincia de Santa Fe. Junto a su mujer, Marcela Alesso, gerencian 5110 hectáreas totales, de las cuales 90% son alquiladas. Produce leche en ocho tambos con 2700 vacas totales, con dos sistemas de producción: encierre y pastoril. También participan sus hijos Andrés (33) en el área de recría, y María Luz (34) en administración.

Guido Bandiera es contador público (34) y está a cargo de estrategia y control operativo de los tambos de Mareuba SA, una empresa familiar de Río Cuarto, donde ordeñan 1800 vacas que producen 38 litros por día y por animal. El tambo había arrancado hace 30 años con 200 vacas en sistema pastoril y fue creciendo en vientres pasando a un dry lot (sistema en confinamiento con corrales a cielo abierto con acceso a alimento, agua y sombra) con ración TMR y ordeño tres veces por día. Actualmente tiene 500 vacas en un free stall con cama de arena (sistema de estabulación a galpón donde las vacas tienen libertad de movimiento) y 1300 se mantienen en el dry lot; paralelamente, están armando otro galpón para ubicar 500 vacas más.

Kevin Donnelly, (40) lleva 12 trabajando en la empresa familiar “Don Remigio” del partido de Rivadavia, casi en el límite con la Pampa. Ordeñan 1300 vacas totalmente confinadas, con 700 bajo galpón y tres ordeños diarios.

Situación

Alejandro Sammartino ofició de moderador del panel y planteó preguntas a los panelistas, que se contestan a continuación:

¿Por qué vale la pena invertir en lechería?

Según Donelly, porque hay restricciones ambientales en otros países que están llegando a la Argentina y porque hay faltante de leche en el mundo. Además, las grasas animales, como la manteca, se revalorizaron luego de haber sido mala palabra y generan nuevas oportunidades para la lechería. Por otro lado, “vamos hacia un mundo cada vez más más tecnológico y quien no invierta pierde competitividad. En los últimos años cambiaron los sistemas de producción de leche y se pasó de manejar rodeos de vacas a manejar individuos”, distinguió.

En los próximos años convivirán el sistema pastoril con el confinado

Para Guido Bandiera, la inversión es necesaria en el tambo “porque una empresa siempre debe estar actualizada; hay momentos no rentables en la actividad y la respuesta para esas circunstancias es la eficiencia”, resaltó.

Raúl Beltramino justificó las inversiones en lechería porque es una actividad que da más trabajo que la agricultura en una comunidad (cada 500 hectáreas hay 15 personas trabajando en sus tambos versus dos en la agricultura) y porque también permite mayor nivel de facturación.

¿Qué nuevas tecnologías se están incorporando en las empresas lecheras?

Beltramino dijo que las generaciones jóvenes impulsan las nuevas tecnologías para hacer el tambo de otra manera, con énfasis en dar más bienestar a los animales. “Por eso hay que escuchar a los jóvenes, que dan oportunidades de mejora en las empresas”, aconsejó.

Guido Bandiera incorporó un software de gestión que le da información de las vacas y que permite hacer un seguimiento individual de cada animal. También emplea dispositivos corporales que van monitoreando el estado de los vientres y mejoran la detección del celo. Recientemente agregó un plan genómico, para agilizar la selección de las hembras de reposición.

Kevin Donelly apuesta al bienestar animal en los sistemas a galpón luego de enfrentar muchos problemas con las vacas en el dry lot. Hoy tiene 700 de las 1300 hembras a galpón, con control lechero diario y dispositivos corporales que le permiten monitorear y anticiparse a lo que le pasa a cada vaca.

Crecer

Beltramino incorporó una herramienta que registra el estado corporal de cada vaca con una cámara, alimentadores individuales, puerta apartadora, gestión de la receta y control de suministro en el mixer, y caravanas electrónicas en la recría. En el galpón también se dispusieron ventiladores y aspersores para favorecer el bienestar animal y están por desarrollar un proyecto de tambo robotizado. En las hectáreas agrícolas utiliza weed seeker para aplicación selectiva de herbicidas contra malezas, siembra y fertilización variable y cosecha con mapeo. Y en la administración emplean Synagro como sistema de gestión agropecuaria y contable que permite llevar información lote por lote.

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Beltramino defiende el sistema pastoril que da buenas rentas, pero que se complica con muchas vacas; por eso “hay que ir a la intensificación con sistemas de encierre que permiten trabajar con otra escala. En estos sistemas confinados hay que incorporar la genómica para poder trabajar con vacas con alto potencial de producción de leche”, define.

¿Qué criterios sustentables adoptan en las empresas?

Para Kevin Donelly, la sustentabilidad es una palabra de moda, pero en la práctica él la asocia con la eficiencia, con aprovechar mejor los recursos. “Ser eficiente es ser más sustentable, por ejemplo, usando menos agua en los lavados, llevando la bosta nuevamente al campo o cambiando energía fósil por solar. En síntesis, hacer más con menos”, propuso.

Para Guido Bandiera, sustentabilidad es sinónimo de responsabilidad en el uso de los recursos. Por ejemplo, en la gestión de efluentes y en el uso racional del agua. Para Beltramino, sustentabilidad es cuidar el suelo y producir mucho forraje con fertilización y el reparto de los efluentes en los potreros.

Hay tecnologías para dar un salto de productividad

¿Cuál es la visión del tambo a largo plazo?

Beltramino entiende que se va a menor cantidad de tambos, cada vez más grandes, y que convivirán los dos sistemas productivos, el pastoril y el confinado. “Hacia adelante hay que trabajar en la capacitación del personal y en ofrecer productos de mayor calidad, por ejemplo, con altos sólidos en la leche. También, dar más bienestar a las vacas eliminando el barro que soportan durante seis meses del año”, anticipó. Para eso se necesitan más créditos que puedan apalancar las inversiones.

Bandiera advirtió que “cada vez es más difícil conseguir gente comprometida en los tambos, por lo que hay que generar una empresa atractiva para los trabajadores”. El bienestar animal es otro propósito que se consigue más fácilmente en el galpón que en el campo.

Según Donelly, hacia adelante el tambo tiene el desafío robótico y de la inteligencia artificial, que permitirá manejar la gran cantidad de datos que produce el tambo.

En síntesis: en el Cuarto Encuentro Anual del Club Pro Leche, organizado por Select Debernardi, DeLaval, Zoetis y Gepsa, se mostró que la industria vinculada al tambo ofrece muchas herramientas para mejorar la gestión productiva, llevar bien “los números” y monitorear profesionalmente el resultado económico de las empresas. No todas sirven en la misma medida, pero hay muchas que permiten fortalecer la competitividad, aumentar las escala sin perder el control de los animales y ofrecer una trazabilidad comprobable para los consumidores, tres requisitos imprescindibles para considerarse viables de cara a los próximos años.

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