Las ratas son un gran problema en Nueva York. Los residentes de la Gran Manzana se las encuentran en el metro, en los parques y en las calles. Lo que no se sabía hasta ahora es que estos roedores desarrollaron un lenguaje particular. Así lo demostró un estudio reciente que reveló que estos animales crearon una suerte de “dialecto urbano” que les permite sobrevivir en un entorno hostil.
Cómo se descubrió el lenguaje oculto de las ratas de Nueva York
Un equipo integrado por los neurocientíficos Emily Mackevicius, Ralph Peterson, Dmitry Batenkov y Ahmed El Hady realizó un estudio de campo en tres puntos de Manhattan: un parque, una estación de metro y una acera. Usaron cámaras térmicas para registrar los movimientos y micrófonos ultrasónicos para captar los sonidos que las ratas emiten al comunicarse, según consignó Scientific American.
Los videos fueron procesados con modelos tridimensionales para corregir las distorsiones del tamaño y del desplazamiento de los animales. Así, los científicos lograron observar con detalle cómo interactúan las ratas: se desplazan en grupos y emiten sonidos distintos según el contexto.
“Existe este tipo de lenguaje secreto en el que las ratas se comunican entre sí y que no escuchamos”, explicó Mackevicius.
Nueva York alberga alrededor de tres millones de ratas, casi una por cada tres habitantes. La mayoría pertenece a la especie Rattus norvegicus, también conocida como rata marrón o rata noruega, más grande y robusta que su antecesora, la rata negra. Desde el siglo XVIII, esta especie domina el subsuelo neoyorquino y se adaptó genéticamente a la vida urbana.
Los investigadores aseguran que la evolución de las ratas de la Gran Manzana modificó su metabolismo, su sistema nervioso y hasta la forma de su cabeza.
El estudio también detectó diferencias entre las poblaciones de roedores del centro y las de los barrios periféricos. “Las ratas de Gotham tienen un chirrido característico. Hablan este tipo de acento distintivo. Así que efectivamente existe este tipo de dialecto”, afirmó Peterson en declaraciones publicadas por The New York Post.
Colonias organizadas y jerarquías sociales entre las ratas de Nueva York
Durante tres semanas de observación, los científicos identificaron que las ratas de Nueva York no se mueven solas. Viajan en grupos de hasta 20 que cooperan entre sí para buscar alimento o explorar nuevos espacios. En Harlem, una de ellas lanzó una “llamada de alarma” al hallar una bolsa de basura con restos de comida, un grito ultrasónico que alertó a sus compañeras sobre el hallazgo. “Dentro de esa bolsa de basura estuvo gritando durante decenas de segundos”, contó Peterson.
El equipo también observó que el tamaño de las ratas influye en su comportamiento. Las más chicas suelen moverse juntas, en grupos compactos, y aprenden a alimentarse al seguir a las adultas. En cambio, las mayores se aventuran solas y parecen asumir roles específicos. “Esto parece una especie de papel que tiene esta única rata, salir al medio ambiente y analizar su entorno y traer comida o transmitir información al resto de la colonia”, agregó.
La comunicación entre ratas, más ruidosa que la sirena de una ambulancia
Uno de los momentos más sorprendentes del estudio ocurrió cuando los investigadores detectaron que las vocalizaciones de las ratas aumentaban en intensidad frente al ruido del entorno. En el metro, donde el sonido ambiente es más alto, los animales se comunicaban con mayor fuerza.
Pero el hallazgo más impactante se registró en la calle. “Había una ambulancia pasando y las vocalizaciones de las ratas eran más fuertes que las de la ambulancia”, relató Mackevicius.
Los científicos creen que las ratas ajustan su volumen de comunicación de manera consciente, lo que revela un grado de adaptación acústica notable.
“¿Por qué vocalizarías si no es para algún fin?”, reflexionó Peterson. “El hecho de que aún no lo entendamos, esta es una de las preguntas que realmente me mantiene despierto”, completó.
Ratas de Nueva York: ¿se parecen a los habitantes de la ciudad?
Los investigadores destacaron que las ratas comparten rasgos de personalidad con los habitantes humanos de la ciudad. “Son bastante duras, adaptables e inteligentes. Hay muchos paralelismos entre el carácter de las ratas y los neoyorquinos como personas”, afirmó Mackevicius, quien también describió la vida urbana como un “ambiente extremo” que las obliga a desarrollar estrategias sociales.
Peterson coincidió en esa visión: “Son muy sociales, resistentes y capaces de prosperar en un entorno muy extremo. Son, en cierto modo, neoyorquinas”.
Más allá del interés científico, el estudio busca ofrecer información útil para la gestión urbana. Conocer los hábitos, los sonidos y las rutas de las ratas podría ayudar a mejorar el control sanitario, planificar la recolección de residuos y diseñar edificios menos atractivos para estos animales. “Para derrotar a tu enemigo, tienes que entenderlo”, resumió Peterson.
Mackevicius agregó que el objetivo no es eliminar a las ratas, sino adaptar la ciudad para que les resulte menos hospitalaria. “Lo que hay que hacer es crear entornos que no les gusten”, señaló.