Las Sibilas: el enigma de las joyas artísticas de San Telmo

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Un encendedor y un cigarrillo fueron las armas con las que Rita y el Rengo iniciaron la resistencia en la serie El Eternauta. En una conmovedora escena, ellos provocaron un incendio en la iglesia para combatir a los cascarudos y ofrendaron así su vida para que Juan Salvo (Ricardo Darín) y sus amigos pudieran escapar.

Estas épicas imágenes se grabaron en la parroquia de San Pedro Telmo (Humberto 1° 340) que, más allá de haberse vuelto famosa por su aparición en la ficción, tiene una gran historia para contar. No solo se trata de la segunda iglesia más antigua de Buenos Aires –después de San Ignacio de Loyola (Montserrat)– sino que, además, esconde un centenario secreto: Las Sibilas, una serie de doce pinturas que data del siglo XVIII.

“San Telmo fue el primer suburbio de Buenos Aires. La ciudad se fundó donde es ahora Plaza de Mayo que, en ese momento, era la Plaza Mayor. El río pasaba por Paseo Colón, acá a una cuadra de la parroquia, así que las familias de pescadores y aquellos que realizaban tareas vinculadas se fueron asentando en el barrio. Cada vez que llovía, estas familias quedaban totalmente aisladas. Fue así que empezaron a pedir que construyeran un colegio, una iglesia y otras instituciones de cercanía”, cuenta María Teresa Spinetto, licenciada en Historia del Arte y presidenta de la Junta de Estudios Históricos de San Telmo. También es guía del museo de la parroquia, que abre de forma gratuita los domingos, de 16 a 18.

Mientras que otros reclamos quedaron en el tintero, el aspecto espiritual fue uno de los que se resolvió con mayor celeridad luego de que Ignacio de Bustillo y Zevallos donara el predio para construir la iglesia, además de dinero y joyas. “Él trajo una imagen de la Virgen de Belén idéntica a la del hospital Antón de Madrid. La construcción del edificio fue otorgada a los jesuitas, quienes comenzaron a trabajar en 1734. Así nació la Iglesia Nuestra Señora de Belén”, explica la guía. La institución llevó este nombre hasta 1813, cuando también se convirtió en sede de la parroquia de San Pedro Telmo.

En 1858 el constructor italiano José Della Valle logró terminar la cúpula y, dieciocho años después, el ingeniero Pedro Benoit añadió las dos torres de la fachada

Los planos originales fueron diseñados por el arquitecto jesuita Andrés Blanqui, uno de los más reconocidos de su congregación por haber trabajado también en el Cabildo de Buenos Aires. Además, participaron Juan Bautista Prímoli y José Schmidt. Por su parte, años después, el arquitecto italiano Antonio Masella fue quien expandió el proyecto al construir la Casa de Ejercicios Espirituales y la capilla, donde actualmente funciona el Museo Penitenciario Argentino.

La construcción de la parroquia avanzó hasta 1767, momento en que los jesuitas fueron expulsados de los países europeos y sus colonias. Esta congregación había logrado una gran autonomía en América, situación que no le cayó en gracia al rey Carlos III, quien vio amenazada su autoridad.

“Cuando los jesuitas fueron expulsados tuvieron que huir de apuro y con lo puesto. La iglesia quedó a medio terminar. La cúpula, por ejemplo, todavía no había sido construida”, cuenta Spinetto. En el museo aún pueden verse algunos de los libros que pertenecieron a los hombres de esta compañía, quienes fueron los primeros en traer la imprenta a nuestro continente. También está exhibido el altar neocolonial original de la iglesia.

Luego de la expulsión de los jesuitas, la iglesia pasó a manos de la Junta de Temporalidades y, en 1795, fue ocupada por la orden de los betlemitas, la primera creada en América y distinguida por sus conocimientos de Medicina.

El altar principal de la iglesia se puede ver la figura de Nuestra Señora de Belén, que data de 1913; San Juan de Dios, patrón de los enfermos, y San Pedro Telmo, con su vela y su barco

“Esta orden fue creada en Guatemala por San Pedro Betancourt en el siglo XVII para servir a los enfermos. Ellos preparaban aquí sus medicinas y en el museo tenemos, por ejemplo, algunos de los morteros que utilizaban. Betancourt también fue muy devoto de la Navidad, el pesebre y el nacimiento, y es por eso que el escudo betlemita es la estrella de Belén junto a las tres coronas de los Reyes Magos. En el museo tenemos un pesebre de madera tallada del siglo XVIII, que es una belleza. Siguiendo la tradición oriental tiene cuatro reyes magos (pueden llegar hasta doce) y algo interesante son los animales que los acompañan, que representan a los continentes conocidos hasta ese momento: un caballo para Europa; un camello para Asia y un elefante para África”, relata Spinetto.

Las habilidades de los betlemitas para la Medicina hicieron que, durante las Invasiones Inglesas (1806-1807), la iglesia se convirtiera en un hospital improvisado en el que se atendía tanto a los patriotas heridos como a sus enemigos. De esta época aún se conserva una mesa para cirugías realizada enteramente en mármol de Carrara. Después de que estas batallas finalizaran, los ingleses enviaron un reloj de pie a los betlemitas en agradecimiento por haber ayudado a sus soldados. Dicho obsequio también forma parte de la colección del museo.

La construcción de la parroquia quedó inacabada hasta 1858, cuando el constructor italiano José Della Valle logró terminar la cúpula. Dieciocho años después, el ingeniero Pedro Benoit añadió las dos torres de la fachada (que se incendian en El Eternauta). Las decoró con azulejos y estucos de influencia andaluza y ubicó en el medio una figura de San Pedro Telmo. Esta escultura aún permanece en su sitio original aunque debieron retirarle el barco que tenía en la mano porque estaba muy deteriorado.

Las Sibilas eran sacerdotisas que colaboraban con el dios Apolo y vaticinaban el futuro a través de sus presagios y profecías

San Pedro Telmo es el patrono de los pescadores y navegantes. Fue un dominico que vivió en el siglo XIII y que predicaba en las rías gallegas. Cuando los barcos salían al mar, muchas veces las tormentas no los dejaban volver y se decía que él con su luz los guiaba de nuevo hacia la costa. Por eso lleva una vela en una mano y un barco en la otra”, detalla la guía.

El dinero para confeccionar el altar principal fue donado por Juan Manuel de Rosas, quien solía asistir a misa en esta iglesia a mediados del siglo XIX. “La leyenda cuenta que, cuando no podía participar, enviaba en su lugar un retrato suyo (risas). El altar es de madera pero, gracias a un gran trabajo de estucado, parece de mármol. Podemos ver la figura de Nuestra Señora de Belén que data de 1913 y tiene tres metros de alto. También lo tenemos a San Juan de Dios, patrón de los enfermos, y a San Pedro Telmo, con su vela y su barco. El altar tiene también símbolos náuticos en su honor”.

Las SibilasLas SibilasLas Sibilas

Finalmente, entre 1916 y 1931 el arquitecto Pelayo Sainz transformó por completo la fachada de la parroquia dándole un estilo neobarroco que contrasta con las líneas despojadas y neocoloniales del interior. “Él agregó columnas corintias, salomónicas y los nichos para colocar las (nuevas) esculturas”, advierte Spinetto.

Cerca de cumplir trescientos años, la parroquia conserva un misterioso tesoro: Las Sibilas, una serie de doce pinturas al óleo realizadas en el siglo XVIII que aún son estudiadas debido a que algunos de sus secretos todavía no fueron develados. “Durante mucho tiempo se dijo que Las Sibilas pertenecían a la escuela cuzqueña. Esto lo decía, sobre todo, el profesor Héctor Schenone, que fue un experto en arte colonial hispanoamericano. Se pensaba que se habían hecho en los talleres del Alto Perú porque se habían encontrado unos grabados en París, donde había unas Sibilas muy similares. Se decía que esos grabados habían llegado a América y, que en los talleres del Alto Perú, los habían copiado”, recuerda Spinetto.

Si bien durante décadas esta fue la teoría principal, la guía explica que “las nuevas investigaciones sugieren que Las Sibilas podrían haber llegado directamente desde España de la mano de los jesuitas. Si bien no hay una fecha exacta, el registro indica que ya en esa época las pinturas estaban acá en la parroquia”, completa Gilberto Ferreira Benítez, restaurador y también guía del museo.

La conexión entre Las Sibilas y la religión cristiana resulta bastante particular debido a que, en realidad, estas figuras son originarias de la mitología griega. Eran sacerdotisas que colaboraban con el dios Apolo y vaticinaban el futuro a través de sus presagios y profecías. “Después de los griegos, Las Sibilas pasaron a la mitología romana. Luego, cuando el cristianismo vio que podían servirle para su propósito, es decir para anunciar la llegada de Cristo, también las adoptaron. Virgilio en el año cuarenta a.C. había escrito unos versos en su égloga cuarta donde decía que la Sibila Cumana había anunciado un nacimiento. Ella dijo que durante la constelación de Virgo iba a nacer un niño que traería una nueva edad de oro. A raíz de esto, en vez de la constelación de Virgo, se interpretó que de una virgo (o virgen) iba a nacer un niño que traería una nueva era”, explica Spinetto.

Las SibilasLas SibilasLas Sibilas

Por su parte, durante el Renacimiento se produjo un retorno a la iconografía de Las Sibilas y a los textos vinculados a las profecías. “El tema resurge y el arte empieza a tomarlas de nuevo en pinturas, esculturas y grabados. Tanto es así que Miguel Ángel pinta Sibilas en la Capilla Sixtina. También las toma Rafael y muchos otros pintores. Nuestros óleos son del siglo XVIII por lo que, hasta ese momento, el tema seguía en auge. Después ya no. Habrán dicho: ‘Déjense de pavadas’ (risas). Por suerte, nos quedaron estas pinturas que son únicas”.

La particularidad que distingue a Las Sibilas de San Telmo de otras series similares es que cuentan la historia completa de Cristo. “La primera pintura empieza con la ‘encarnación’ porque vemos a la Virgen, Dios padre y el Espíritu Santo. Luego se ve el nacimiento y todos los acontecimientos de su vida hasta la resurrección. Es completísima”, celebra Spinetto.

Otro detalle a resaltar es que estas obras presentan un mix de técnicas que evidencia que, si bien las pinturas originales podrían haberse realizado en España, no quedan dudas de que fueron intervenidas en América. “Todavía siguen en estudio. Tanto su procedencia como el estilo porque son bastante diferentes unas de otras. Estas pinturas tienen cartelas, que es algo que es prácticamente de acá. Es muy probable que se hayan agregado (en un segundo momento). Cada cartela está escrita en español antiguo y cuenta lo que la Sibila anunciaba”, añade Ferreira Benítez. La visita guiada a Las Sibilas se realiza con reserva previa a través de las redes sociales de la parroquia.

A pesar de su centenaria historia, de los tesoros que guarda y de haber sido declarada Monumento Histórico Nacional en 1942, la parroquia de San Pedro Telmo presenta un gran deterioro a nivel edilicio. Actualmente, con ayuda de Mecenazgo y del Banco Hipotecario, los arquitectos Graciela Busto, Juliana Mombelli y Martín Laniado Spilzinger comenzaron a trabajar en su restauración.

El primer paso será sanear las filtraciones de agua y los desprendimientos de mampostería. “Uno de los grandes desafíos que tiene San Pedro Telmo es que, como se construyó en distintas etapas y fue pensada por diferentes arquitectos, algunos de los materiales que fueron utilizados no son compatibles y, por decirlo de alguna manera, el propio edificio los ‘expulsa’. Nuestra filosofía es que la restauración no solo sea comprensible para los arquitectos, sino que queremos abrir el tema y presentar los informes en un lenguaje simple para que lo pueda entender cualquier persona de la comunidad”, asegura Mombelli.

Finalmente, Spinetto destaca que, si bien los integrantes del museo disfrutan de compartir la historia de la parroquia y de mostrar en detalle a Las Sibilas, se niegan a que San Pedro Telmo pierda su esencia y se convierta solo en “un monumento turístico”.

“En estos tiempos tan difíciles organizamos un comedor al que todos los días asisten personas en situación de calle. También hay talleres de dibujo, tejido y catequesis”, concluye la guía destacando la importante función social que aún cumple esta parroquia.

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