Las Trillizas de Oro parecen coincidir en todo, también en el amor. Las tres se enamoraron más o menos al mismo tiempo, a principios de los 80, y se casaron con polistas. Entre las tres tienen 10 hijos y 19 nietos.
María Emilia se unió a Clemente Zavaleta, con quien tiene tres hijos y cinco nietos; María Eugenia es mamá de cuatro con Horacio Laprida y también tiene cinco nietos; y María Laura tiene tres hijos con Ernesto Trotz y nueve nietos. A pesar de las coincidencias que atraviesan sus vidas, cada una tiene su particular historia de amor.
Entre flechazos, celestinos y esperados encuentros, María Emilia, María Eugenia y María Laura Fernández Rousse conocieron a los hombres que las conquistaron y formaron sus soñadas familias.
María Eugenia y un flechazo
La primera en enamorarse fue María Eugenia, que conoció a Horacio Laprida en España en 1979. Él participaba de un torneo de polo y ella estaba de gira con Julio Iglesias. Fue un flechazo y el vínculo creció, aunque pasaban muchos meses distanciados por los compromisos laborales de cada uno. Se casaron en diciembre de 1982 en la Basílica Nuestra Señora del Socorro.
Un año y medio después, en 1984, nació la primogénita, Geñi, que murió en 2018, pocos días después de cumplir 34 años. [Fue un golpe muy duro para la familia, pero con la contención de todos siguieron adelante]. En 1987 llegó el varón, Horacio Jr., y luego nació Laura, en 1990, y dos años más tarde, Pilar.
María Eugenia, en coincidencia con sus hermanas, dio un paso al costado y dejó su carrera para dedicarse a la familia. “Siempre prioricé a mi familia y cuando tenía un trabajo que no era compatible con los viajes de mi marido, no lo hacía. Por suerte, las tres coincidíamos y todas estábamos casadas con polistas. Trataba de no estar mucho tiempo separada de Horacio porque sufría yo y también mis hijos por no ver a su papá“, contó María Eugenia a la revista Country.
Y aseguró: “Nos han pasado cosas muy fuertes en la vida, eso nos unió más, pero tiene que haber una buena base de mucho amor. No te digo que seguimos como el primer día, pero sí que vamos a seguir juntos hasta el último“.
María Laura y un amor a la distancia
Fue su cuñado Horacio Laprida quien le presentó a María Laura Fernández Rousse a su futuro esposo, Ernesto Trotz. “Fue de casualidad, en una fiesta de fin de año que hacía Horacio, que en ese momento todavía estaba de novio con Eugenia. Cuando terminó, yo me volvía con unos amigos suyos y justo salió Ernesto con el auto y Horacio le dijo a Eugenia: ‘ese va a ser el novio de Laura’. Fue en diciembre de 1979. En enero volvimos a vernos en Punta del Este y me puse de novia en abril de 1980”, contó alguna vez María Laura. Estuvieron tres años de novios y se casaron el 29 de junio de 1983, también en la Basílica Nuestra Señora del Socorro.
Dos años después de pasar por el altar nació su primera hija, Bárbara, y un año más tarde, Paulina. Ernesto Jr. vio la luz en 1989.
También María Laura decidió poner en pausa su carrera para dedicarse a criar a sus hijos y a acompañar a su marido en sus muchos viajes, jugando distintos torneos de polo por el mundo.
“Ernesto viajaba muchísimo, estaba ocho meses al año afuera y los últimos cuatro meses se quedaba porque la temporada de polo era acá. Así que todo ese tiempo nos mandábamos cartas. La decisión de acompañar a nuestros maridos no fue un sacrificio ni lo que correspondía, sino que lo elegimos convencidas. Vivíamos tranquilas y cuando queríamos trabajábamos. Se dio todo como queríamos», aseguró María Laura.
Y sobre su larga relación con Ernesto expresó: “A veces somos como hermanos, a veces seguimos siendo amantes, a veces somos padres, ahora somos abuelos. ¡Es raro! Siempre digo que si la base del amor no está, estás al horno».
María Emilia: “Yo quiero a ese”
La última en conocer a su marido fue María Emilia, pero fue la primera en casarse, apenas ocho meses después de verse por primera vez con Clemente Zavaleta en un partido de la Asociación de Polo de Pilar, a donde había acompañado a sus dos hermanas, que estaban alentando a sus parejas. Lo vio y dijo “yo quiere a ese” y pidió que se lo presentaran.
Eso anhelado encuentro ocurrió, sí, pero todo ese año, 1981, se la pasó viajando porque las Trillizas de Oro estaban en su mejor momento: “Estuvimos en Japón, en Alemania, fuimos número uno en Europa. Íbamos y veníamos con las chicas y en uno de esos regresos Clemente me propuso casamiento”.
Se casaron en diciembre de ese mismo año en Las Matreras, el campo de los Zavaleta en Irineo Portela, Baradero, donde después vivieron durante siete años. “Apenas me casé nos fuimos a trabajar a Venezuela, y después, sin saber que estaba embarazada, también viajé a Japón. Luego criamos a nuestros hijos siguiendo las temporadas entre Palm Beach, Europa y la Argentina, donde gracias a Dios ahora vivimos las tres”, contó.
María Emilia y Clemente Zavaleta tuvieron tres hijos: Emilia que nació en 1983, Clemente Jr., dos años más tarde, y Sonia, en 1989. Y también atravesaron un momento muy difícil cuando Clemente Jr. sufrió un grave accidente de polo en 2022, por suerte el joven pudo salir adelante y recuperarse.
“Con tantos viajes de Clemente, no fue fácil, pero lo supimos manejar. Me quedaba por los colegios de los chicos, pero cuando yo tenía trabajo él se venía de Francia o de los Estados Unidos, se quedaba un par de semanas y después se volvía a ir. Cualquier carrera en paralelo a los jugadores de polo es complicada porque ellos desaparecen de diciembre a fin de abril, vuelven diez días en mayo y después se van a la temporada europea, hasta octubre. Si bien es difícil, pudimos dar prioridad a nuestra familia, así que lo acompañaba mucho y trabajaba poco”.
Sobre su relación de pareja expresó: “El nuestro es un matrimonio con mucho compañerismo. Tengo un amigo en mi casa y eso es muy importante. Y con el tiempo llegaron los nietos, que te matan de amor. Uno mejora con el abuelazgo porque cuando sos padre tenés muchas obligaciones, como educarlos, trabajar, darles seguridad. Agradecemos al cielo la familia que formamos”.