
La carga aérea en Latinoamérica y el Caribe volvió a ubicarse en el centro de las conversaciones logísticas. Según el informe más reciente elaborado por la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA), el tráfico internacional desde y hacia la región registró un incremento interanual del 0,7% en agosto medido en toneladas transportadas.
Aunque la variación marca una desaceleración respecto del 2,2% registrado en julio, los movimientos confirman que el transporte aéreo continúa siendo un componente esencial para sostener la competitividad del comercio exterior en un contexto global cambiante.
Con alrededor del 85% del total de la carga movilizada por vía aérea concentrada en operaciones internacionales, la región consolida un patrón donde los flujos transfronterizos definen el pulso operativo.
Un mapa desigual: grandes mercados se ajustan, emergentes crecen
Los datos de agosto muestran un comportamiento mixto en los principales países, lo que refleja la sensibilidad del sector a los cambios regulatorios, arancelarios y de demanda de los principales socios comerciales.
Brasil, el mercado más grande de la región, exhibió una contracción del 3,1% interanual, con unas 74 mil toneladas movilizadas. El corredor Brasil–Estados Unidos, que representa cerca del 35% del total brasileño, explicó la mayor parte del retroceso. El flujo hacia Estados Unidos cayó 12,2%, mientras que el sentido inverso disminuyó 1,3%.
Las caídas más significativas se concentraron en mercancías clasificadas en capítulos arancelarios vinculados a maquinaria, manufacturas de vidrio y partes vinculadas a aeronaves. El desempeño estuvo influido además por la aplicación de nuevos aranceles estadounidenses del 50% a varios productos brasileños, establecidos desde agosto.
Colombia se ubicó entre los mercados con mayor caída porcentual en lo que va del año. En agosto registró un retroceso del 6,4% interanual, explicado casi por completo por la reducción del 54% del flujo con Estados Unidos —su principal corredor aéreo—, lo que implicó una disminución de 6.500 toneladas.
Pese a este escenario, los intercambios con México y los Países Bajos crecieron 44% y 54% interanual, respectivamente, aportando una señal alentadora respecto a la diversificación de destinos.
México, por su parte, mostró un comportamiento más sólido: 1,4% de crecimiento interanual, impulsado por el dinamismo del corredor México–Estados Unidos, que aumentó 14,4% gracias a un fuerte incremento de los envíos mexicanos (+23,4%).
Las operaciones crecieron especialmente en terminales alternativas al principal aeropuerto del país, mientras que la terminal histórica registró una caída del 13,6%. Este reordenamiento refleja un proceso de redistribución de la capacidad operativa que podría reconfigurar los flujos logísticos en el mediano plazo.

Cuatro mercados con impulso propio: Perú, Panamá, Argentina y Costa Rica
Mientras los grandes jugadores ajustaron sus volúmenes, cuatro países emergieron como motores del crecimiento regional.
Juntos representaron aproximadamente el 22% del total movido en agosto y registraron incrementos de dos dígitos:
- Perú: +15% interanual (23.243 toneladas).
- Panamá: +16,4% (20.958 toneladas).
- Argentina: +11,3% (una cifra que confirma la recuperación de su actividad aérea internacional, alcanzando 15.996 toneladas).
- Costa Rica: +13,5% (9.516 toneladas).
El avance de estos mercados muestra un fenómeno relevante para quienes operan cadenas de suministro: la consolidación de nodos secundarios capaces de absorber parte del crecimiento regional cuando los centros tradicionales experimentan tensiones. Esto abre la puerta a nuevas estrategias de conexión, rutas más diversificadas y oportunidades logísticas orientadas a cargas de alto valor agregado o sensibles a tiempos de tránsito.
Comportamientos contrastados: Chile y Ecuador
Chile y Ecuador, que en conjunto representan cerca del 17% de la carga internacional de la región, mostraron realidades opuestas en agosto. Chile registró una caída del 8,1% interanual, acumulando ocho meses consecutivos de descenso. Ecuador, en cambio, avanzó 8,2%, consolidándose como un caso de resiliencia sectorial.
Estas diferencias exponen cómo las condiciones internas —producción, estacionalidad, regulaciones y acuerdos comerciales— impactan directamente en la conectividad aérea, incluso dentro de un mismo corredor sudamericano.
Qué pasa con la capacidad: ajustes y nuevas configuraciones
En agosto, la capacidad operada en aeronaves cargueras hacia y desde América Latina y el Caribe se redujo 1% interanual, alcanzando 885 millones de toneladas-kilómetro.
Los datos muestran que:
- El B747F (avión carguero de gran porte, usado para mover altos volúmenes en rutas de larga distancia) concentró el 37% de la capacidad total.
- El B767F (avión carguero de tamaño medio, muy utilizado en operaciones regionales y servicios de carga exprés) fue uno de los modelos con mayor crecimiento interanual (+63,1%).
- El A330F (avión carguero de rango medio-largo) también incrementó su capacidad (+15,7%).
El aumento de aeronaves medianas y la disminución en equipos de mayor volumen anticipan un posible rediseño en la gestión de flotas para los próximos meses. Esto podría significar más frecuencias con aviones de capacidad media y una mayor atomización de la red, una tendencia que impactaría directamente en la planificación logística para industrias que dependen de envíos rápidos, sensibles o de alto valor.
Una región que se adapta a nuevas condiciones globales
El informe concluye que agosto dejó una foto heterogénea pero reveladora: mercados grandes ajustándose a presiones comerciales externas y economías más pequeñas aprovechando nichos de crecimiento.
El resultado final es un escenario donde la carga aérea en Latinoamérica continúa recuperándose, pero bajo nuevas reglas de juego: rutas en reconfiguración, flujos cambiantes y capacidades en ajuste permanente.
Para los actores logísticos de la región —desde operadores hasta exportadores e importadores—, la lectura es clara: la competitividad dependerá cada vez más de anticipar estos movimientos, diversificar orígenes y destinos, y fortalecer la resiliencia de sus cadenas de suministro.
