Laura Bozzo reapareció en las redes sociales para contar una versión de su paso por prisión que, según ella, se originó tras presentar en su programa el caso de la hija no reconocida del entonces candidato Alejandro Toledo.
Su relato generó polémica, no solo por la dramatización del episodio, sino porque en redes sociales, el público le recordó los verdaderos motivos que la mantuvieron bajo arresto domiciliario por casi tres años.
Su vínculo con Vladimiro Montesinos, operador del régimen de Alberto Fujimori, y las denuncias por peculado y asociación ilícita fueron los hechos que realmente desencadenaron sus problemas legales.
Una confesión televisiva que desató recuerdos incómodos
El relato de Laura Bozzo sobre su arresto durante los años 2000 tomó por sorpresa a la audiencia del programa “Qué tal he!”. Según narró, fue tras haber presentado en “Laura en América” el caso de Lucrecia Orozco —madre de la presunta hija no reconocida de Alejandro Toledo— que su vida se vino abajo.
Contó que introdujo a la invitada al estudio a escondidas y, al revelarlo en vivo, desató el caos en el canal, dejando en shock a productores y ejecutivos.
La historia se volvió viral en redes, pero no precisamente por su dramatismo. Cientos de usuarios recordaron que su reclusión no tuvo relación con Toledo, sino con un proceso por lavado de activos y vínculos con la red de corrupción del Servicio de Inteligencia Nacional, durante el fujimorato.
Para muchos, lo dicho por Bozzo fue un intento de reescribir su historia judicial en clave de espectáculo.
“No fue por Toledo, fue por lavado de dinero”, “Los peruanos no olvidamos”, o “Estuvo presa por sus vínculos con Montesinos”, fueron algunas de las frases más repetidas en los comentarios.
Los lazos con Montesinos y el uso político del set
Lo que los tribunales peruanos determinaron en su momento fue que Bozzo recibió fondos del Estado por medio del asesor presidencial Vladimiro Montesinos.
Testigos afirmaron que ella habría recibido tres millones de dólares en pagos fraccionados, además de un estipendio mensual de diez mil dólares, a cambio de desprestigiar a figuras políticas de oposición desde su tribuna televisiva.
El escándalo derivó en una orden de detención domiciliaria. En lugar de cumplirla en una vivienda privada, Bozzo se acogió a una estrategia legal para declarar como domicilio su set de grabación.
Durante casi tres años, permaneció en los estudios Monitor del distrito limeño de San Borja, desde donde siguió produciendo su programa en versión internacional, protegido de las críticas del público local, pues su emisión fue vetada en territorio peruano.
Arresto, escándalo mediático y veto migratorio
El 17 de julio de 2002, la conductora fue intervenida en el aeropuerto Jorge Chávez cuando intentaba abordar un vuelo con destino a Miami. La Fiscalía ya había emitido una orden de captura y una restricción para salir del país. Bozzo fue acusada formalmente por peculado y asociación ilícita, en un proceso que la mantuvo bajo investigación durante varios años.
A raíz de este caso, el gobierno de Estados Unidos le retiró la visa, impidiéndole la entrada a su territorio hasta la actualidad. Aunque ha solicitado el documento en varias ocasiones, no ha logrado revertir el veto migratorio.
En más de una oportunidad, ha declarado públicamente su intención de denunciar al Estado peruano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero hasta la fecha, esa promesa no se ha concretado.
Un pasado que se resiste al olvido
Aunque en 2006 fue absuelta del cargo de asociación ilícita, Bozzo fue hallada culpable por peculado debido a la aceptación de un obsequio de alto valor de parte de Montesinos: una placa de oro.
Durante el juicio, protagonizó enfrentamientos públicos con figuras clave de la red de corrupción, como Matilde Pinchi Pinchi, la exsecretaria del asesor presidencial. Incluso llegó a declarar ante un juez que había estado “obsesionada” con Montesinos y que actuó movida por sentimientos, no por cálculo.
La liberación de Bozzo fue celebrada por personalidades de la televisión internacional, como Ana María Polo y Carmen Jovet, quienes viajaron a Lima para participar en un programa especial de Telemundo. Sin embargo, la polémica persistió en el Perú.
El congresista Javier Diez Canseco fue uno de los más duros críticos, señalando que permitir que un set se convirtiera en prisión era una afrenta al sentido común y a la justicia. Desde entonces, cada aparición pública de Bozzo reactiva los recuerdos de un episodio que muchos no están dispuestos a olvidar.