¿Por qué “la humanidad es una ficción peligrosa” y su llegada suele venir precedida de “los asesinatos en masa”? ¿Acaso este fracaso es la clave para entender el auténtico peligro de la “deshumanización”? ¿Y por qué los instrumentos intelectuales para comprenderlo, a veces, solo circulan en “el mercado negro de ideas”? Luego de décadas de discursos sobre el fracaso de las viejas izquierdas para comprender y transformar el mundo actual, el turno para la composición de nuevas lamentaciones les ha llegado a las viejas derechas, hoy cautivas de lo que, bajo denominaciones como paleolibertarismo, multipolaridad o tecnofeudalismo, también marca el ocaso de su capacidad para asimilar el presente. En consecuencia, ya sea con matices progresistas o conservadores, nadie con curiosidad por las ideas sobre la realidad contemporánea debería pasar por alto el análisis de este “fracaso” hecho por autores tan distintos como el inglés John Gray (South Shields, 1948), el rumano Costica Bradatan (Drăgoiești, 1971) o el esloveno Slavoj Žižek (Ljubljana, 1949).
Ya desde el título de su ensayo, Los nuevos leviatanes, John Gray, con una mirada agria y melancólica sobre la decadencia del ideal liberal, se apoya en la erosión de la figura del Leviatán pensado por Thomas Hobbes en el siglo XVII como fundamento del poder del Estado para establecer que “a medida que las sociedades occidentales han ido desmantelando libertades liberales, ese destino hacia el que se suponía que el mundo estaba evolucionando ha desaparecido en las propias sociedades donde se originó esa idea”, por lo cual debería aceptarse que “la historia no dibuja ninguna trayectoria definible, ni a la larga ni a la corta”.
Más allá de sus latitudes, esas “libertades liberales” que Gray considera desmanteladas se reconocen, en casi cualquier punto de Occidente, en el hecho de que las escuelas y las universidades, por ejemplo, solo inculcan una educación “en conformidad con la ideología progresista dominante” y empujan a quienes “discrepan con las ortodoxias” a ser borrados de la vida pública, como así también en que el arte se juzga, sobre todo, “en función del servicio que presta a los objetivos políticos aceptados”. Desde ya, advierte Gray, esto no podría ocurrir sin el beneplácito de la sociedad civil, ¿pero no son las grandes corporaciones tecnológicas las que “ejercen potestades censoras” y “vigilancia policial” incluso sobre esa misma sociedad?
Tal como advierten otros autores, el giro del modelo liberal tradicional hacia nuevos proyectos “hiperliberales”, nutridos tanto por los mitos económicos-darwinistas de personajes como Friedrich Hayek y su “capitalismo de mercado” como por las fantasías políticas de Francis Fukuyama sobre el “capitalismo democrático”, confluyen para Gray en un “fárrago de errores y falacias” que incrementan, día a día, el atractivo de alternativas antes impensadas. En este punto, se trate de la Rusia de Vladimir Putin o la China de Xi Jinping, a las que dedica un análisis pormenorizado, para el autor de Los nuevos leviatanes estamos ante la expansión de influencias ideológicas cuyo crecimiento se explica por “un Occidente iliberal”.
Pero, ¿y si este fracaso fuera parte del problema de no pensar con seriedad qué significa fracasar? Esta es la tesis de Costica Bradatan en Elogio del fracaso, quien a pesar de la sobrecarga constante de citas a veces irrelevantes y un tono por momentos demasiado aleccionador, apunta a que es el fracaso lo que “nos abre el mundo y nos revela algunos de sus secretos”, lo cual otorga “una claridad de la visión que nos faculta para percibir la desnudez de las cosas”. ¿Y qué se supone que debería percibirse a través de tal desnudez? Nada menos que la realidad del mundo y la nuestra. En favor de su argumento, Bradatan recorre entre la biografía y la crítica las ideas de personajes diversos como Simone Weil, cuyo acercamiento a la vida obrera y el cristianismo terminaron por agudizar los rasgos más inestables de su genialidad, o Mahatma Gandhi, cuyo asesinato ocurrió justo cuando creía que la independencia de India había encerrado al país en una sangrienta tragedia.
En todo caso, el objetivo de Bradatan es iluminar el funcionamiento general del fracaso no tanto para anticipar el próximo paso en falso de la historia, la política o la cultura, sino más bien para explorar qué es lo que nos lleva a embarcarnos en lo que, con sus promesas de éxito, nos impide captar el próximo error. “Rodeados de objetos que se gobiernan solos, es poco lo que nos incita a pensar”, escribe el rumano a propósito de los sueños de emancipación prometidos por cantos de sirenas actuales como los de la inteligencia artificial, y por eso “adiestrada, alimentada y cuidada de manera creciente por algoritmos, nuestra mente está desempleada en gran medida. Y cuando no hay costumbre de pensar, se atrofia y muere”. ¿No son acaso estas cualidades las que mejor se ensamblan con el poder de las grandes corporaciones tecnológicas bajo la lupa de Gray?
Dotado de su habitual capacidad para combinar ideas, lecturas y conflictos, incluso en esta nueva reedición de su viejo libro sobre la filosofía de Gilles Deleuze de 2004, Órganos sin cuerpo, Slavoj Žižek logra apuntar a las mismas cuestiones con el estilo agudo e inteligente que lo caracteriza. A dos décadas de distancia, de hecho, el célebre esloveno ya identificaba incluso en el “mercado negro de ideas”, donde se cultivan los enjambres de pensamiento sexista y racista, el inevitable marco teórico de las nuevas derechas que hoy emerge como antagonista de la “cultura woke”.
Sin embargo, con la excusa de plantear un “encuentro” entre las obras de Deleuze y Jacques Lacan, en apariencia “dos campos incompatibles” pero abiertos a un “impacto traumático”, Žižek vuelve a sus temas predilectos. Y es entre ellos que, bordeando el problema del fracaso, concede incluso que Deleuze, cuyas nociones sobre el deseo y las “máquinas deseantes” o el “rizoma” y la proliferación no jerarquizada de diversas conexiones tuvieron gran éxito en los sistemas académicos de las últimas décadas, sea acusado de ser “el ideólogo del capitalismo tardío” que mejor nutre a Silicon Valley.
Entre el desencanto de Gray, la lucidez del fracaso en Bradatan y las ironías críticas de Žižek, tal vez lo que termina por unir a todos estos autores no sea una búsqueda destinada a recuperar la “humanidad”, sino la indagación acerca de si su derrumbe no revela, en última instancia, el gran síntoma de nuestro tiempo: que pensar significa hacerlo entre las ruinas de toda promesa certera de sentido.
Los nuevos leviatanes
Por John Gray
Sexto Piso
Trad: Albino Santos Mosquera
194 páginas
$33.500
Elogio del fracaso
Por Costica Bradatan
Anagrama
Trad: Antonio-Prometeo Moya
333 págs.
$40.500