LEXI, hablemos de dislexia. Libro y letras: Delfina Perri. Intérpretes: Luján Blaksley, Cristian Damián Zeballos. Denise Cotton, Andrea Cho, Agustín Morcillo, Juan López Boyadjian, Lucía Hunicken, Mica Jacu, Tomás Acevedo. Vestuario: Gustavo Alderete. Escenografía: Giuliano Benedetti. Música: Diego Lozano. Coreografía: Fede Fedele. Dirección: Lali Vidal, Fede Fedele. Sala: Picadero, Pje. Santos Discépolo 1857 Funciones: miércoles a viernes a las 17, sábados a las 15, domingos a las 14. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
En el aula la relación entre los alumnos y su maestra parece muy normal. Algunos muy aplicados se mezclan con otros que, sin llegar a un grado de excelencia, logran destacarse medianamente. Pero Eli, una niña de nueve años, no puede alcanzar las metas que propone su docente. Sus padres se esfuerzan por ayudarla a realizar sus tareas, pero eso no hace que la pequeña mejore su desempeño.
Una reunión entre esa docente y los padres de Eli pondrá el problema en primer plano y esto generará cierta inquietud en el seno familiar. La muchachita es disléxica y esto hace que su concentración se disperse, no comprenda los objetivos planteados por la maestra y siempre quedará rezagada del grupo de compañeros.
Inesperadamente aparecerá Lexi, un niño superactivo, cargado de energía, que se propondrá como compañero y guía de Eli. Él le ayudará a descubrir su problema que, en verdad, no es tan complejo. La niña en un comienzo se niega a aceptar a este acompañante pero, poco a poco, descubrirá que su ayuda será fundamental para sentirse más fuerte y aceptar que su problema podrá solucionarse y hasta reconocer que posee virtudes muy valiosas que le permitirán vivir en un clima de felicidad.
LEXI, hablemos de dislexia es un espectáculo que si bien desde su título puede resultar una experiencia destinada a un público minoritario o ante el cual algún espectador pueda sentir cierto recelo porque habla de una condición de salud, es todo lo contrario. Posee un dinamismo muy intenso y una creatividad en todos los rubros que, verdaderamente, posibilita entender que cualquier tema puede ser analizado ante una platea infantil, si ese tratamiento se realiza con profunda seriedad y demostrando, como se dice en la pieza que “hay un camino que permite ayudar al otro”, haciéndolo sentir más seguro.
Sin dudas la autora, Delfina Perri, conoce muy profundamente el tema y sus consecuencias y, en tanto creadora, sabe como encontrar la construcción perfecta de una dramaturgia que se combina con canciones y unas coreografías que hacen que un problema se transforme en un juego infantil plagado de sorpresas.
Desde la dirección, Lali Vidal y Fede Fedele consiguen que todo el elenco se destaque dentro de esta propuesta que les impone demostrar sus cualidades interpretativas a pleno: cantan, bailan, recrean a personajes muy singulares y lo hacen con mucha gracia.
Resultan muy destacables las interpretaciones de Luján Blaksley (Eli), esa niñita sumamente desprotegida que se siente extremadamente perdida dentro de ese universo escolar donde todos parecen ser más fuertes que ella. También es muy reconocible la labor de Cristian Damián Zeballos (Lexi), un actor con un fuerte carisma que desde que ingresa a escena, con un vestuario y un maquillaje muy elocuentes, se transforma en el gran eje conductor del proyecto. Posee un fuerte histrionismo y una gran convicción a la hora de transformarse en el ser que con diversos ejemplos y algunas trampitas modificará notablemente la acción.
El espectáculo transita su segunda temporada y ya ha recibido varios premios Hugo (libro, interpretación femenina, vestuario, mejor musical infantil) y también distinciones de ATINA y el Luisa Vehil, lo que lo convierte en una de las propuestas más destacadas de estas vacaciones de invierno. Los niños ingresarán inmediatamente en el juego y sus padres, seguramente, saldrán reflexionando sobre unas cuestiones en las que quizá no habían reparado con detenimiento.