El Gran Premio de Ciudad de México terminó el domingo, pero sigue en los escritorios luego de que trascendieran las imágenes en las que el piloto neozelandés Liam Lawson, del equipo Racing Bulls, pasó cerca de dos comisarios de pista que cruzaban sobre el asfalto del Autódromo Hermanos Rodríguez. El análisis posterior de la OMDAI, el organismo que representa a la FIA en México y el resto de Norteamérica, concluyó que el corredor no obedeció las señales de doble bandera amarilla que mostradas en la curva 1 mientras el personal intervenía para retirar restos de coches tras un toque del propio Lawson con Carlos Sainz.
El documento, difundido por la autoridad deportiva, detalla que “derivado del contacto ocurrido en la llegada a la curva 1 entre el Williams [Sainz] y el Racing Bulls [Lawson], se desprendieron varias piezas del monoplaza que quedaron esparcidas sobre la pista, y requirieron la intervención de los oficiales de pista para su retiro, de modo de garantizar la seguridad del resto de los pilotos en la competencia”.
Durante esa situación, Lawson ingresó a los boxes en la vuelta 3 para reparar el Racing Bulls dañado en el alerón delantero. Al reincorporarse, se encontró con un escenario de alto riesgo. “El panel 3 mostraba doble bandera amarilla, el equipo notificó al piloto por radio y el puesto de oficiales ondeaba doble bandera amarilla física, indicando la presencia de peligro y la de personal trabajando en el circuito”, narra el informe.
El apéndice H del Código Deportivo Internacional de la FIA, en su punto 2.5.5, establece con claridad qué implica esta señal. La doble bandera amarilla implica que el piloto “debe reducir la velocidad significativamente y estar preparado para cambiar de dirección o detenerse”, dado que hay “un peligro que bloquea total o parcialmente la pista y/o comisarios trabajando en la pista o junto a ella”.
La interpretación, en este caso, no deja lugar a dudas. Los videos revisados por la OMDAI muestran que, pese a las advertencias, el piloto no modificó su trazado ni redujo la velocidad al tomar la curva 1, en momentos en que los comisarios cruzaban la pista para regresar a su puesto. La secuencia, captada por la cámara a bordo, fue suficiente para que el organismo local advirtiera un incumplimiento de procedimiento. “El análisis del video pone de manifiesto que el piloto mantuvo el giro del volante sin alterar su trayectoria, aun cuando se observaba la presencia de los oficiales en la pista”, indica el texto.
Esa maniobra, añaden, representó un riesgo innecesario en una zona bajo bandera doble amarilla. En la jerarquía de señales de carrera, ese tipo de advertencia que es superada en severidad solamente por la bandera roja, que conlleva suspensión de la actividad.
El reporte de la OMDAI agrega que, aunque en el panel siguiente, ubicado en la curva 2, ya se mostraba la bandera verde, es decir, la pista estaba despejada, el sector previo debía seguir siendo considerado “zona de riesgo” hasta que el monoplaza pasara efectivamente frente a la señal verde. Y Lawson habría acelerado antes de tiempo.
Desde el centro de control de la FIA en Ginebra se confirmó durante el fin de semana que el caso se encuentra bajo revisión, aunque no se emitió un comunicado complementario ni se informó si la acción derivará en una sanción deportiva. De momento, el informe de la OMDAI queda como el documento técnico más completo sobre el incidente.
El episodio, que pasó casi inadvertido durante la transmisión, encendió una alerta dentro del sistema de seguridad de la Fórmula 1. En el entorno de la categoría hay consenso sobre un principio fundamental: el respeto a las banderas no admite interpretaciones.
Las banderas amarillas, tanto las simples como las dobles, constituyen el lenguaje esencial de la seguridad en el automovilismo. La señal simple advierte de peligro en la pista; la doble, a su vez, obliga a una reacción inmediata del piloto por la posibilidad de que existan personas o vehículos de rescate sobre el trazado. En ese marco, el caso de Lawson adquiere especial relevancia porque involucra directamente a los comisarios de pista, que cada fin de semana exponen su seguridad para garantizar el desarrollo de las competencias. El respeto a su labor es una de las normas no escritas más firmes del paddock.
Si la FIA discierne que Lawson incurrió en una infracción grave al punto 2.5.5 del Código Deportivo, el neozelandés recibiría entre una advertencia formal y una sanción económica o deportiva. En los casos más severos, cuando se considera que hubo peligro concreto para los oficiales, la pena puede incluir una pérdida de puntos en la superlicencia o una desclasificación del Gran Premio.

