CÓRDOBA.- Con una inversión de US$9000 se puede tener un vino propio, diseñado a medida. En la Argentina está la única empresa que ofrece “vinos llave en mano”. CrowdFarming.Wine lleva siete años en el mercado y nació de la mano del mendocino Francisco Evangelista, ingeniero agrónomo con una larga trayectoria en la industria vitivinícola. En el portafolio tienen 84 proyectos y unas 450 etiquetas.
La familia de Evangelista estuvo siempre ligada al vino; tiene un viñedo en Luján de Cuyo (Mendoza) y su padre trabajó en bodegas. Después de recibirse él se mudó a California (Estados Unidos) donde se formó y se dedicó a la enología. Había tomado la decisión de radicarse allí cuando regresó a la Argentina para completar trámites de la visa, cuando le presentaron a unos inversores estadounidenses que estaban armando un proyecto de plantación de viñedos y producción.
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“Me trajeron Estados Unidos a Mendoza y me quedé; estuve 15 años con ellos, pero en 2015 empecé a pensar mi salida que se dio tres años después”, cuenta a LA NACION . Evangelista recibía consultas de diferentes interesados en vinos y así surgió la idea de CrowdFarming.Wine. “Me cansé de escuchar con gente que renegaba de la industria o se frustraba en el proceso productivo -dice-. Es una actividad hermosa y apasionante pero no para todos. Conociéndola desde adentro, resolví armar toda la plataforma y darle todo el soporte a quienes quieren hacer vinos”.
El ticket de entrada de US$9000 es el equivalente a 282 botellas del vino icon tinto (el más caro); cada categoría tiene su mínimo de botellas. “Es muy variado y aunque hemos intentado protocolizar el servicio no se puede. Cada cliente requiere de un tratamiento diferente; hacemos un trabajo muy cuidado con Victoria Pons, la enóloga. Para cada uno definimos una hoja de ruta, el ADN del vino”, detalla Evangelista.
El experto estuvo en Córdoba para la presentación oficial de “Akasha”, el proyecto vitivinícola que realiza junto a Pedro Aznar. No es el único músico que trabaja con ellos, también están por ejemplo Daniel Melingo, Maxi Trusso y Juanchi Baleiron, además de iniciativas para empresas y para profesionales. Tienen clientes de todo el mundo; hasta antes de la pandemia estaban muy repartidos entre Brasil, Estados Unidos y la Argentina. “Los locales crecieron con fuerza desde el 2022”, apunta.
La empresa es propietaria de tres viñedos chicos y, además, tienen acuerdos con otros productores de Mendoza, la Patagonia, Salta y San Juan. Trabajan con unos 30 varietales diferentes, además de los blends.
En los vinos que producen se pueden encontrar Malbec; Cabernet Sauvignon; Merlot; Carignan; Grenache; Tempranillo; Sangiovese; Petit Verdot; Bonarda; Cabernet Franc; Nebbiolo; Teroldego; Marselan; Pinot Noir; Tannat; Mourvedre; Montepulciano; Petite syrah; Carmenere; Chardonnay; Alvarinho Sauvignon Blanc; Torrontes; Riesling; Saint Jeannet y Chenin.
El concepto “llave en mano” implica no solo la elaboración del vino, sino la decisión -siempre con el cliente- del tipo de botella (diseño, colores), etiqueta, apertura de una cuenta en Instagram, posteos de fotos e ingreso del producto en el mercado. Por supuesto, cada uno llega hasta dónde quiere con su producto.
“Lo que buscamos es que, en el proceso, cada uno vaya teniendo su propia identidad, que sea más independiente -comenta el empresario-. Muchos llegan con el vino que les gusta y plantean que quieren uno así”. Insiste en que uno los factores diferenciales que tienen es la capacidad para ofrecer una “variedad de vinos extraordinaria”.