Suena la alarma a las 6:00 de la mañana y empieza el día para Francisco Torres. Aún con la ciudad medio dormida, él ya va en camino a la bodega. Las primeras nubes de vapor salen de las ollas donde hierve la jamaica. En una esquina, palas de madera, traídas de Michoacán, remueven litros de horchata espesa, blanca y fragante. No hay cámaras, ni aplausos. Solo él, sus manos y el olor a azúcar y maíz.
Antes, su escenario eran los camerinos, los aviones y los escenarios con Paquita la del Barrio, de quien era manager. Hoy, su vida transcurre entre refrigeradores llenos de gelatinas multicolores y cubetas rebosantes de agua fresca. Francisco cambió los reflectores por el bullicio del Mercado Martínez de la Torre, en la colonia Guerrero, donde dirige su negocio con nombre provocador: El Rincón del Inútil.
A las 8:00 de la mañana en punto, llega al local 417. No abre sin antes tallar el piso. “Dejo muy bien limpiecito mi piso de afuera del local”, señaló en entrevista con INFOBAE MÉXICO.
Después acomoda las gelatinas: alineadas, brillantes, simétricas. Los colores hacen que la vitrina parezca un escaparate de dulces antiguos. Nada está ahí por azar.
Las aguas frescas no esperan. Se preparan en grandes tinas: jamaica natural, maracuyá y horchata, mezcladas con palas enormes que bien podrían servir para remover calderos. No hay espacio para improvisar.
El volumen es alto “tenemos que hacer unas tinas de alrededor de 100 litros. No hacemos vitroleros pequeños, hacemos un volumen un poquito más grande”.
Sabor y memoria
Los clientes llegan desde temprano: oficinistas, estudiantes, vecinos. Saben que aquí hay sabor, pero también memoria.
“Ya una vez que dejé listo todo, ya empiezo a vender y todo es temprano llegan gente que van al trabajo, que van a la escuela y ya posteriormente a eso tengo una pausa a eso de las 10 de la mañana y comúnmente me voy a la central de abastos o a la Merced, ahí es donde surto mi producto para tener siempre mucho.
“Y ya regreso y me meto otra vez a trabajar y pues es un festín de de personas que van desde niños, gente adulta, mujeres y me agarran a platicar y ahora pues a veces tengo fila”.
Francisco, mejor conocido como Paquito resaltó que sus clientes destacan que él tiene buena memoria, por lo que muchos van y conversan con él e incluso le preguntan: “¿cómo sigue tu abuelita?”, pregunta mientras sirve un vaso. “¿Ya te dieron los resultados?” Señaló que recuerda nombres, historias, tropiezos y cumpleaños.
El trato no es de vendedor a cliente, sino de alguien que genuinamente se interesa, dijo. “Eso a la gente le gusta. Que te acuerdes de su historia”, comentó.
Estos productos están disponibles
El menú es una mezcla de tradición y generosidad: gelatinas desde 12 pesos, aguas a 30 el litro, rebanadas de pastel, incluso de piñón, a 40.
“Ganamos poquito, pero tenemos mucha clientela”, explicó. La receta del pan de elote es familiar. Todo lo preparan entre su esposa, su madre, un tío que fue ingeniero de video en los shows de Paquita, y él. Seis personas bastan para levantar un negocio que hoy es punto turístico.
Los fines de semana, indicó que llegan visitantes desde Pachuca, Toluca o incluso más lejos, quienes además de disfrutar de los postres aprovecha para conocer la historia del amigo de Paquita, quien cuidó a esta leyenda.
“Vienen a tomarse la foto conmigo, a platicar. Me dicen que les doy buena vibra. Eso me llena”, cuenta.
Cierra a las 18:00 horas, pero el día no termina. Aún queda preparar las gelatinas del día siguiente. Deben cuajar con anticipación. A las 10:00 de la noche se apaga la luz con el cuerpo agotado y las manos dulces.
Francisco lleva más de 30 años en el mercado. Incluso en los tiempos de giras, nunca dejó de atender su puesto.
“Me bajaba del avión y me iba directo a vender. Llegaba de los grandes hoteles y seguía siendo el mismo en el mercado”, mencionó.
Una galería en medio de postres
El local también es una galería. En las paredes cuelgan fotos con José José, Joan Sebastian, Vicente Fernández, Jenny Rivera, Diego Verdaguer, Armando Manzanero. Y, por supuesto, con Paquita.
“Muchos ya no están. Fueron los grandes. Hoy hay muchos artistas desechables”, añadió con una mezcla de nostalgia y certeza.
Tiene presencia en redes: El Rincón del Inútil, tanto en Facebook como en Instagram. También colabora con la cuenta oficial de Paquita, hoy manejada como legado.
Ahí, entre el aroma de la jamaica caliente y las gelatinas temblorosas, Francisco además de vender postres y bebidas, sirve fragmentos de historia con una cuchara grande, de madera, como las que usa para mezclar. Sin espectáculo. Pero con todo el corazón.