Lo que verdaderamente está detrás del “apoyo” de Trump a la Argentina

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En enero, Donald Trump abrió su discurso inaugural comprometiéndose a “poner a Estados Unidos primero” y dar comienzo a una nueva era dorada para las familias estadounidenses. Diez meses después, los estadounidenses siguen esperando que llegue esa era dorada, mientras padecen las consecuencias de las políticas de su gobierno, las cuales han empeorado de forma tangible sus condiciones de vida.

La política más emblemática de la administración Trump impone los mayores recortes de la historia estadounidense al seguro público de salud para personas de bajos ingresos, Medicaid, amenazando así con dejar sin cobertura a 15 millones de personas y privar de ayuda alimentaria a niños, ancianos y personas con discapacidad. Su errática política comercial ha agravado la crisis del costo de vida, lo que equivale a un aumento promedio de 1300 dólares en impuestos por hogar este año. Y a medida que el cierre del gobierno -del que los republicanos son responsables- se prolonga, se interrumpen servicios públicos esenciales y cientos de miles de empleados federales quedan temporalmente sin salario.

Ahora, con las operaciones gubernamentales paralizadas y los bolsillos estadounidenses resentidos, la Casa Blanca ha tomado la inusual decisión de avanzar con un rescate de 20 mil millones de dólares para Argentina. Tanto republicanos como demócratas se preguntan qué tiene de “America First (Estados Unidos primero)” enviar miles de millones de dólares al extranjero mientras los estadounidenses sufren en su propio país. La ironía es especialmente evidente para los agricultores estadounidenses, que han quedado excluidos del mercado chino de la soja debido a la guerra comercial de Trump, justo cuando la Argentina se dispone a ocupar ese vacío. Mientras Washington apoya a Buenos Aires, las quiebras de pequeñas producciones agrícolas en Estados Unidos han alcanzado su nivel más alto en cinco años.

Durante una reunión en la Casa Blanca con el presidente argentino Javier Milei, el pasado 14 de octubre, el presidente Trump brindó el razonamiento detrás de esta medida. Cuando se le preguntó cómo beneficiaría el rescate financiero a Estados Unidos, afirmó: “Simplemente ayudando a que una gran filosofía se apodere de un gran país”. Incluso Trump sabe que este acuerdo no tiene nada que ver con ayudar a los estadounidenses y todo que ver con apuntalar a un aliado político.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha calificado a la Argentina como un “aliado de importancia sistémica”, pero su verdadera relevancia para esta administración es política, no económica.

El presidente Milei se ha presentado a sí mismo como un gemelo ideológico de Trump y Elon Musk; aunque su campaña de austeridad extrema llegó primero. En febrero, durante la Conferencia de Acción Política Conservadora celebrada en Washington , Milei obsequió a Elon Musk una motosierra para destacar los vínculos entre el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Musk y la campaña de austeridad de Milei en Argentina. Al igual que DOGE, el programa de Milei se presentó como una guerra contra el despilfarro, pero en la práctica se convirtió en una oleada de recortes que destrozó los servicios públicos mientras que no hizo nada para solucionar los problemas económicos más profundos de la Argentina.

El programa de Milei ha hecho que el gasto de los hogares en servicios básicos pase del 6 al 15 % de sus ingresos, ha dejado al 31% de los argentinos en la pobreza y ha llevado al país al borde de una crisis cambiaria.

Esta situación ha provocado que muchos argentinos estén hartos de la agenda política de Milei, generando que su partido sufriera una sorprendente derrota en las elecciones provinciales de Buenos Aires el pasado septiembre. Con más posibles reveses en el horizonte ante las cruciales elecciones legislativas de noviembre, Trump decidió intervenir para detener la hemorragia. El motivo político detrás del rescate quedó perfectamente claro el pasado 14 de octubre, cuando Trump afirmó que Estados Unidos “no va a perder el tiempo” si la coalición de Milei no sale victoriosa en noviembre.

Esa motivación debería alarmar a todos los contribuyentes estadounidenses. Utilizar fondos estadounidenses para influir en unas elecciones extranjeras constituye un flagrante uso indebido del dinero público. Además, el hecho de que el gobierno de Milei esté envuelto en numerosos escándalos de corrupción hace que el rescate sea aún más preocupante.

El presidente Milei y varios de sus principales aliados, entre ellos su hermana y jefa de gabinete, Karina Milei, están siendo investigados por presuntamente haber recibido sobornos vinculados a una operación con criptomonedas. Una grabación filtrada desde la agencia argentina de discapacidad expone a altos funcionarios recibiendo comisiones ilegales por contratos de salud, y un candidato destacado del partido de Milei dimitió recientemente tras admitir haber aceptado 200 mil dólares de un empresario que ahora enfrenta un proceso de extradición a Texas por cargos de narcotráfico y fraude.

Incluso la estructura del rescate financiero levanta serias sospechas. El Departamento del Tesoro está utilizando el Fondo de Estabilización Cambiaria para conceder una enorme línea de crédito sin ninguna condición ni supervisión inmediata por parte del Congreso de Estados Unidos. Una intervención de este tipo carece prácticamente de precedentes. Históricamente, el uso del Fondo de Estabilización Cambiaria -como ocurrió con México en 1995 y con las economías asiáticas en 1997- iba acompañado de condiciones de reembolso claras y requisitos de transparencia para proteger a los contribuyentes estadounidenses. La administración Trump no ha revelado ninguna garantía de este tipo en este caso.

Esto es importante, ya que la capacidad de la Argentina para devolver el préstamo es muy incierta. Su gobierno ha estado gastando miles de millones en reservas para sostener un tipo de cambio sobrevaluado, lo que es una estrategia insostenible, por mucho que siga endeudándose con Estados Unidos o con instituciones multilaterales. El Departamento del Tesoro estadounidense le debe a la población una explicación sobre qué salvaguardas o condiciones de reembolso existen para proteger a los contribuyentes estadounidenses de posibles pérdidas.

La promesa de Trump de poner a Estados Unidos primero se ha convertido en un eslogan vacío. En el ámbito doméstico, está desmantelando los programas gubernamentales de los que dependen las familias trabajadoras. En el exterior, está utilizando el dinero de los contribuyentes para financiar un arriesgado rescate de un gobierno extranjero que comparte su ideología. Si esta es su idea de “Estados Unidos primero”, los estadounidenses merecen algo mucho mejor.

Congresista de Estados Unidos por el estado de Nueva York

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