Intentando sobreponerse a la enorme impronta de Christopher Reeve, la serie televisiva Lois y Clark: Las nuevas aventuras de Superman combinó la comedia romántica con la ciencia-ficción, poniendo la mira en la tensión sexual entre los personajes y no en las hazañas superheroicas del Hombre de Acero.
Con Dean Cain y Teri Hatcher en los papeles principales, el programa fue adonde jamás había llegado el mito, formalizando el matrimonio entre los protagonistas y anunciando una inesperada paternidad. Entre 1993 y 1997, generó revuelos multimediáticos en TV, el periodismo y los cómics, pero nunca logró ubicarse a la cabeza del rating semanal. A casi tres décadas de su final, los actores todavía esperan poder cerrar la historia de esta obra de culto, que quedó irresuelta por decisión de la cadena televisiva ABC.
Romance alienígena
Si algo sabía Jenette Kahn era qué hacer con los personajes más importantes del cómic estadounidense. Había ingresado a las oficinas de DC en 1976 como directora general, y para 1981 ya era la primera presidenta de la compañía dueña de los derechos de Superman, Batman y la Mujer Maravilla. Durante el desarrollo de su carrera, había presenciado el auge y el declive de la saga cinematográfica del Hombre de Acero protagonizada por Christopher Reeve, y estaba convencida de dos cosas: que la última entrega de la tetralogía, Superman IV: En busca de la paz (1987), nunca debería haberse realizado; y que había un lugar para el Último Hijo de Krypton en el mundo audiovisual. Sólo tenía que encontrarlo.
Durante los últimos tres años, los capitostes de Warner Bros. (empresa propietaria de DC) le terminaron rebotando cada una de las propuestas que había armado con esmero, dedicación y cariño. Pero esta vez, las cosas iban a ser distintas. Las primeras planas de los diarios estadounidenses y los principales noticiosos del país estaban levantando la bomba que los cómics de Superman hicieron detonar en diciembre de 1990: Clark Kent y Lois Lane se iban a casar. El revuelo mediático atrajo a la cadena televisiva ABC, que terminó eligiendo la última premisa de Kahn: Lois Lane’s Daily Planet, serie de presupuesto acotado que seguiría a la periodista estrella del diario El Planeta, manteniendo en segundo plano a Clark Kent y un poco más atrás a Superman. “Era una propuesta demasiado feminista para que pasara -aseguró Kahn-, pero pasó”.
Lo más disruptivo, sin embargo, no era el cambio de roles protagónicos, sino el tono elegido para el programa: la comedia romántica de aventuras al estilo Moonlighting – Luz de Luna, pero con superhéroes en lugar de los detectives interpretados por Cybill Shepherd y Bruce Willis. Por encargo de ABC, la guionista y productora Deborah Joy LeVine quedó a cargo del proyecto y definió sus lineamientos básicos. “Nunca en mi vida había leído un cómic de Superman -contó LeVine-, pero me fascinó la idea de un romance entre un alienígena y una humana. Mientras Superman evita la destrucción global, Clark busca la oportunidad de conquistar a la mujer que ama. Es la trama perfecta para una comedia de enredos de corte fantástico. Acepté el trabajo sólo por eso”.
Warner y ABC acordaron poner la boda de Superman y Lois en el corazón de la nueva serie; y por ese motivo le prohibieron a DC avanzar con la ceremonia en el mundo impreso hasta que la TV no uniera a los personajes en sagrado matrimonio. ¿El resultado? Un noviazgo largo y complicado, una ruptura poco creíble y una reconciliación cantada de antemano. Con la producción audiovisual atascada en su propio laberinto creativo, el cómic de Superman ya no sabía qué más inventar para seguir postergando el paso por el Registro Civil y la Iglesia. Hasta que decidieron matar y resucitar al Hombre de Acero en un extenso arco argumental que terminó consagrado como uno de los hitos editoriales de DC. Una historieta que sigue vendiendo millones de ejemplares en todo el mundo, fue adaptada al cine, la TV, el dibujo animado y el radioteatro. Pero eso es harina de otro costal.
Rectángulo amoroso
Mientras el cómic se las veía cada vez más negras para avanzar, LeVine se dedicó a leer las 250 revistas de Superman que Kahn le había seleccionado como fuente de inspiración. De inmediato quedó prendada de la visión renovadora impuesta desde 1986 por John Byrne, considerado como el Steven Spielberg de los cómics. De esa ruptura vanguardista (canon actual que puede verse en la nueva versión cinematográfica de James Gunn), LeVine se apropió de los cambios identitarios más importantes: Superman seguía siendo un alienígena pero se autopercibía como humano, principalmente a causa de la crianza llevada adelante por sus padres adoptivos, los Kent, que continuaban su vida en Smallville e interactuando con su hijo. Lois Lane era una mujer empoderada e independiente, brillante a nivel intelectual y muy ambiciosa en lo laboral. Y Lex Luthor era un malvado megaempresario científico-tecnológico, que envidiaba al Hombre de Acero por la admiración que despertaba en la ciudadanía.
“Lo vi muy claro -anotó LeVine-. El triángulo amoroso entre Superman, Lois y Clark era cosa del pasado. Había llegado el momento de saltar al rectángulo amoroso entre Superman, Lois, Clark y Luthor”. A pesar de la resistencia inicial, la idea terminó siendo aprobada. Ahora sólo faltaba encontrar a los actores adecuados. Los secundarios de importancia se resolvieron relativamente rápido: John Shea (Lex Luthor); Eddie Jones y K. Callan (Jonathan y Martha Kent); Michael Landes (Jimmy Olsen), Lane Smith (Perry White) y Tracy Scoggins (Cat Grant), pero la pareja principal no aparecía por ningún lado. A casi un año y medio de iniciada la producción, Clark y Lois no estaban. Y sin ellos, no habría serie.
Hasta que una tarde, dos virtuales desconocidos coincidieron en el casting: Dean Cain y la futura ama de casa desesperada, Teri Hatcher. “Leímos juntos, literalmente, por dos minutos -recordó Hatcher-. Nadie esperaba que tuviéramos esa química que mostramos, que después de todo era la base de la serie”.
Al verlos, LeVine supo que esa dupla era la llave que lo destrababa todo. De hecho, en ese instante decidió cambiar el título del programa por Lois y Clark. “Quería dejar en claro que esta versión era muy diferente a todo lo que se había hecho antes -comentó la productora-. Quería resaltar que Lois estaba en igualdad de condiciones con cualquier hombre, incluso un superhombre. Y el Superman de Cain estaba lejos de ser infalible. Cuando estaban juntos, estos Lois y Clark mostraban sus atributos y también sus defectos. Y una tensión sexual que traspasaba la pantalla. Eran todo lo que estaba bien”.
Anacrónico y eterno
La propuesta no le terminaba de cerrar ni a Warner ni a ABC, que querían más Superman en las tramas y menos Lois y Clark. Después de cierto forcejeo llegaron a un acuerdo bastante salomónico. La serie iba a llamarse Lois y Clark: Las nuevas aventuras de Superman (Lois & Clark: The New Adventures of Superman) y el Hombre de Acero tendría una participación bastante más activa en la resolución final de los conflictos. “A cambio, me permitieron trabajar con una estética deudora de las grandes comedias cinematográficas de los años ’40, tanto en los decorados como en el vestuario. Y con un estilo general que se mostrara anacrónico y eterno, como el propio Superman”, esgrimió LeVine.
Por consejo de Kahn, la serie incorporó gran cantidad de referencias que apuntaban directamente al corazón del fanático. Entre los detalles del cómic que saltaron a la pantalla estaban el departamento de Clark Kent en el 344 de la calle Clinton, en el corazón de Metropolis; la presencia de los padres biológicos de Superman, Jor-El (David Warner) y Lara (Eliza Roberts), junto con el legado de su planeta natal y la kryptonita; el oscuro personaje de Franklin W. Stern (James Earl Jones), dueño del diario El Planeta; y la familia de Lois Lane: la hermana Lucy (Elizabeth Barondes), el padre Sam (Denis Arndt, luego reemplazado por Harve Presnell) y la madre Ellen, interpretada nada más y nada menos que por la Lois Lane de la serie televisiva de Superman de los ’50, Phyllis Coates (que terminaría cediendo su lugar a Beverly Garland).
Las citas al pasado multimediático del personaje no se agotaron en las historietas. Del viejo radioteatro de los ’40 llegó el Inspector de Policía William Henderson (Richard Belzer), y de la comedia musical de Broadway en los ’60, la controvertida figura de Max Menken (Matt Roe). “También nos dimos un par de gustos muy especiales -reveló LeVine-. Rendimos homenaje a George Reeves, el Superman televisivo de los ’50, haciendo la remake de un episodio de aquella serie. Y metimos un capítulo con alusiones directas a la comedia musical del cine de oro norteamericano; y otro que jugaba con las canciones del dúo Sonny & Cher, que contó con la presencia de Sonny Bono”. Además, ya que no tenían el permiso para sumar otros superhéroes de DC, pusieron a Superman a pelear con un robot malvado que respondía al nombre de Vatman.
Lois y Clark: Las nuevas aventuras de Superman debutó el 12 de septiembre de 1993. Las críticas fueron excelentes, pero el encendido no tanto. Al finalizar la primera temporada, el promedio ubicaba a la serie en el puesto 44 de las más vistas. Culpando a LeVine por la baja performance, ABC despidió a la productora, cambió el equipo de guionistas y decidió romper el rectángulo amoroso, sacando a Lex Luthor del medio y poniendo el énfasis en la retrasada boda entre Superman y Lois.
El casamiento del siglo
A partir de la segunda temporada (1994-1995), la serie tomó un tono superheroico más clásico, con Superman enfrentando distintos villanos semana tras semana. De la galería de criminales nacidos en el cómic, dijeron presente el Sr. Mxyzptlk (Howie Mandel), El Bromista (Bronson Pinchot), Metallo (Scott Valentine), El Juguetero (Sherman Hemsley) y el grupo terrorista Intergang, todos miserablemente desaprovechados. Las modificaciones también llegaron a las oficinas de El Planeta: Cat Grant desapareció sin explicaciones y Justin Whalin reemplazó a Michael Landes como Jimmy Olsen. A cambio, se sumó el Profesor Emil Hamilton (John Pleshette), genio científico que sirvió para ir mudando las tramas desde la comedia hacia la ciencia ficción. Y este tránsito posibilitó la aparición de quien terminaría convertido en el archicriminal más importante de la saga: Tempus (Lane Davis), sociópata escapado del futuro utópico de un universo paralelo.
Al principio, las mediciones repuntaron fuertemente, pero con el paso del tiempo empezaron a caer. Cada vez más bajo. Los guionistas se concentraron en el desarrollo del romance entre Lois y Clark, cerrando la segunda temporada con el pedido de matrimonio, cuya respuesta afirmativa se conoció recién al inicio de la tercera temporada, el 17 de septiembre de 1995. Pero la boda se efectivizó recién el 6 de octubre de 1996, al inicio de la cuarta temporada. La campaña de marketing para el evento fue monumental. Brad Buckner, nuevo productor ejecutivo, cursó invitaciones reales a distintas personalidades del espectáculo para participar de la ceremonia; y logró que ABC cubriera el evento en sus noticieros y programas de entretenimientos. Por su parte, DC hizo coincidir la emisión del capítulo con la publicación de la novela gráfica Superman: The Wedding Album, donde Clark y Lois contraían matrimonio seis años después del pedido de mano.
La sintonía original de los proyectos incluía la aparición de referentes mediáticos e historietísticos en la ceremonia. Buckner quería a Christopher Reeve como sacerdote; y a todos los actores y actrices relacionados con las distintas adaptaciones de Superman como invitados. “No nos aprobaron el presupuesto -se lamentó- y, en su lugar, Clark y Lois terminaron desposados por el ángel guardián de la pareja”, camuflado en la Tierra como el humano Mike (David Doyle, el Bosley de Los Ángeles de Charlie). Sin restricciones económicas, la historieta contó con la participación de todos los guionistas y dibujantes históricos del cómic. Y puso a Jerry Siegel y Joe Shuster, creadores del superhéroe, como sacerdote y primer invitado respectivamente.
Para Kahn, “la saga matrimonial triunfó al tomar a un paladín de estatura y reconocimiento sin par y tratarlo como a un ser humano y no como a un icono”. Sin embargo, más allá del revuelo mediático, la serie estaba irremediablemente condenada. El mundo se hizo eco del casamiento del siglo, pero la cantidad de televidentes continuó cayendo en picada. “El matrimonio terminó con la tensión sexual entre Clark y Lois -analizó Cain-. Y ante la certeza de las relaciones sexuales maritales, el deseo principal de los televidentes se extinguió”.
Matrimonio y algo más
A mediados de la cuarta temporada, los guionistas ya habían decidido cuál sería el nuevo corazón argumental de la trama: la paternidad de Clark y Lois. Para ello, dejaron establecido que la biología kryptoniana era incompatible con la humana, razón por la cual nunca podrían quedar embarazados. Y mientras evaluaban la posibilidad de adoptar, una mano misteriosa dejaba en la puerta de su casa un bebé envuelto en una capa roja con la S de Superman. “Teníamos todo encaminado, pero ABC decidió cancelar la serie”, se lamentó Hatcher. El 14 de junio de 1997, tras cuatro temporadas y 88 episodios, Lois y Clark se despidieron del público, mientras recibían a una criatura de la que nadie, nunca, sabría nada.
Con el correr de los años y las ediciones en VHS y DVD, la serie se transformó en objeto de culto. Y después del suceso de Amas de casa desesperadas, Hatcher intentó retomar el programa. “El proyecto es complicado de vender -explicó- porque Warner tiene sus propios planes para los superhéroes en general y Superman en particular. Ahora sería necesario que la ficción dé un salto en el tiempo, para que ese niño ya crecido tenga que aprender a utilizar sus poderes, mientras Lois y Clark tratan de salvar su matrimonio en medio de una crisis familiar”.
Cain también imaginó una continuación, pero enfocada hacia la naturaleza alienígena del Hombre de Acero. “El misterioso bebé que les dejaron en la puerta es kryptoniano -aseguró el actor-. Y creo que, a esta altura, la pareja ya tendría un par de hijos krypto-terrestres. Por lo demás, Lois sería la alcaldesa de Metropolis y Clark seguiría trabajando como periodista. Estoy seguro que, en algún momento, vamos a poder cerrar la historia como todos nos merecemos”.