Los 40 años de Guns N’ Roses: peleas, reconciliaciones, hábitos argentinos y la fidelidad de los fans

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En el mundo empresarial, la estrategia puede ser todo. Y el análisis que va detrás, un factor decisivo. Para esto, los estudios se cuentan de a miles. Y a pesar de que no existe una fórmula que garantice el éxito al ciento por ciento, se piensa cada riesgo. Lo que puede ocurrir sobre un escenario es más difícil de pronosticar. Con las dos actuaciones que Guns N’ Roses ofrezca este viernes y sábado en el Estadio de Huracán completará una decena de shows en Buenos Aires. El dato curioso no es la cantidad de recitales, que a nadie llamará la atención, sino el hecho de que nunca, en los últimos treinta años, se ha bajado de los escenarios en estadios. ¿Estrategia, marketing?

El tramo latinoamericano de Guns N’ Roses tiene escala en Buenos Aires, este fin de semana

Es posible pensar que su cuarto de hora de fama mundial ha pasado hace tiempo. Van 17 años sin publicar un disco nuevo; su guitarrista principal, tan carismático como enigmático, estuvo fuera del grupo durante más de dos décadas. Sin embargo, la banda no ha resignado los grandes estadios abiertos y arenas. Y mientras otros grupos y solistas revisitan su carrera en salas con menos aforo, el grupo de Axl Rose (63), Slash (60) y Duff McKagan (61) sigue sosteniendo su bandera de banda de estadios y, para eso, atraviesa generaciones de un modo que, seguramente, será difícil de explicar desde cualquier libro. La curva del éxito no cuenta para ellos. Su revival (los shows que vienen de dar en países de América Latina tienen que ver con esto) cuenta con la suficiente fuerza para mantener al grupo en la ruta, sin resignar condiciones.

Basta encontrar en YouTube videos de los últimos días, esos que muestra a una juventud (esa que nunca vivió la experiencia de la novedad de un lanzamiento discográfico de los Guns) saltar con los primeros acordes de “Welcome To The Jungle”, tema que suele elegir como apertura de sus conciertos.

¿Qué ha cambiado? Todo y nada. Porque a pesar los cambios lógicos que están marcados por el paso de los años, Slash sigue apareciendo sobre el escenario con el mismo tipo de galera con la que se lo vio por primera vez sobre el escenario de River, en 1992. El pelo largo, anteojos de sol estilo Ray Ban clásico, una guitarra Gibson Les Paul pintada en degradé, un pañuelo colgado del bolsillo derecho trasero de su jean.

Los Guns son de otro siglo. Comenzaron a sonar hace 40 años en el Sunset Strip angelino. Explotaron en 1987, con las canciones de su debut discográfico, Appetite for Destruction (“Welcome to the Jungle”, “Mr. Brownstone”, “Paradise City”, “Sweet Child o’ Mine”). La voz áspera en la mitad de su escala y los agudos absolutamente punzantes de Axl se convirtieron en una marca registrada que terminó por caracterizar el estilo de la banda. Y por supuesto, el glam de los peinados pelilargos y pañuelos-vicha atravesados sobre la frente, que también fueron parte de una tendencia en el comienzo de los noventa. La pulcritud y elegancia prêt-à-porter de los ochenta había sido reemplazada por la estética rockera desprolija, en la década siguiente, sin despreciar el glamour. Y ellos fueron abanderados.

Guns N'Roses, en sus años de mayor fama mundial

Vienen de una época en la que las pautas morales todavía tenían al rock como enemigo, esas mismas que hoy causan un poco de gracia. La primera visita del grupo a nuestro país causó una gran conmoción. Hoy no llama la atención que las swifties acampen durante días en la puerta de un estadio esperando a la gran diva del pop actual. Pero la espera de las fans en la puerta del hotel Hyatt, donde se alojó la banda en su primera visita, pareció una guerra de hijas rateadas del colegio contra padres.

De hecho, hubo que lamentar dos muertes. Un padre compró una entrada para que su hija, Cynthia Tallarico, fuera a ver aquel primer recital en River con la condición de que la adolescente no fuera a apostarse en la puerta del hotel. La chica desobedeció. El padre la vio por televisión, a través de una cámara que hacía guardia periodística, y no la dejó ir al show. La adolescente tomó un arma y se suicidó; el padre hizo lo mismo cuando la encontró sin vida.

Fuera de este hecho trágico, en el que nada tuvo que ver la banda, esa supuesta rebeldía extemporánea (la psicodelia, el hipismo y la revolución rockera habían sucedido varias décadas atrás) fue a la que las voces más conservadoras intentaron echar mano.

En la previa tildaron a Axl de “antiargentino”. En aquel tiempo, dentro de la jerga periodística se habría dicho que alguien compró “pescado podrido”. Hoy bastan dos palabras: fake news. Jamás habló mal de nuestro país ni quemó banderas. Pero tuvo que salir a aclarar: “No vengo a llevarme nada del país, simplemente vengo aquí a tocar. No vengo a escupir sobre el territorio ni a ofender absolutamente a nadie”. Y así fue que para los dos recitales del 5 y el 6 de diciembre de 1992 apareció sobre el escenario con la camiseta de la Selección Argentina. ¿Asunto terminado? No.

Al año siguiente, Guns N’ Roses seguía siendo la gran banda del momento. Volvió para otro recital en River. Y esa vez la estrategia acusatoria fue la tenencia de estupefacientes. Hubo un gran despliegue policial para una requisa en los pisos 11 y 12 del Hotel Hyatt, pero solo encontraron una bolsa de vitaminas. La cuestión terminó con una conferencia de prensa en la que Axl decía: “Yo creo que todo esto es una broma. Me encanta venir a la Argentina”. Mientras tanto, el productor Daniel Grinbank, enojado por todo ese circo, remarcaba que nada se había encontrado, y, a su lado, Mario Oyarbide (por entonces fiscal federal) explicaba por qué había pedido al juez el allanamiento. Sin embargo, nada diluyó la incertidumbre de miles de fans que hasta último momento no supieron si, por esta movida judicial, el recital se hacía, o no.

Desde entonces, los Guns regresaron otras cinco veces a Buenos Aires (2010, 2011, 2016, 2017 y 2022) . Ofrecieron recitales en Vélez, River y el Estadio Único de La Plata. Algunas de ellas fueron sin dos de sus integrantes principales, Slash y McKagan. Aun así, impulsada solo por Axl la banda era capaz de llenar una cancha de Vélez.

Los Guns N´Roses, en uno de los shows que dieron en el Estadio Único de la Plata

Hay quienes piensan que la reconciliación de sus integrantes, en la década pasada, fue determinante para este presente que la tiene firme en la ruta. De hecho, se ha ganado la preferencia del público rockero argentino, junto a otras bandas como The Rolling Stones y The Ramones.

Los mitos y las leyendas se fundieron con la realidad y hoy conforman el gran corpus de la disputa Axl Rose vs resto del grupo. Pero especialmente las diferencias entre Axl y Slash se llevaron durante décadas, los titulares. Hubo historias de todos los tenores. Un manager que dijo que al cantante no le gustó que el guitarrista participara en un disco de Michael Jackson. ¿Por qué? Porque creía que las acusaciones por abuso a Jackson eran ciertas y Axl había sido abusado de chico. También se dijo que la banda menospreciaba el trabajo como compositor del cantante y que Rose habló de situaciones de abuso de drogas que al guitarrista no le gustaron. Pero llegó 2015 y la historia cambió mágicamente.

Axl Rose y Slash, de Guns N' Roses, en su gira 2025

Fueron veinte años de no hablar y de dejar que esta mala sangre fuese perpetuada por los medios. Se volvió algo más grande de lo que realmente era, así que está bueno que eso haya quedado en el pasado”, dijo Slash, en 2015, para justificar el regreso. Se anunció que la banda, con Rose, Slash y McKagan se presentaría en el festival Coachella de ese año. Y era cierto. Desde entonces, no volvieron a separarse. Y más allá de las críticas (especialmente a la figura de su frontman) siguen desafiando al tiempo. Dieron un gran show en 2022, cuando se presentaron por última vez en la Argentina. Y eso es lo que esperan sus fans de los conciertos de este fin de semana, en el Estadio de Huracán.

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