Las mascotas se convirtieron en una parte fundamental de muchas familias. Su presencia no solo brinda compañía, sino que también fortalece los lazos entre los integrantes del hogar.
El contacto físico con animales, especialmente con los perros, genera confianza, reduce el estrés y fortalece la relación entre el animal y su dueño. No obstante, acariciar a un perro debe hacerse de forma adecuada, ya que un mal acercamiento puede causar incomodidad o desencadenar comportamientos no deseados.
En hogares con niños, es fundamental enseñarles desde temprana edad la importancia de acariciar correctamente a un perro. Esto puede prevenir accidentes en el futuro, como mordeduras o reacciones agresivas.
Lo primero que se recomienda es acercarse al animal de manera lenta y tranquila, permitiéndole a que este observe y huela a la persona. Este gesto puede interpretarse como una solicitud de consentimiento por parte del humano. También es clave evitar movimientos rápidos o bruscos, ya que podrían generar miedo o estrés en el perro.
Durante la interacción, no se debe ejercer presión sobre ninguna parte del cuerpo del animal. Las caricias deben ser suaves y breves, prestando atención al lenguaje corporal del perro. Si este se aparta, gruñe, muestra los dientes o lanza una advertencia física (como una patada o mordisco suave), lo mejor es detenerse para que se calme.
Las zonas más recomendadas para acariciar a los perros suelen ser el pecho, los costados, el cuello y detrás de las orejas. Además, existen otras formas de fortalecer el vínculo afectivo, como cepillarlo con regularidad, jugar o compartir tiempo de calidad.
Ventajas de acariciar a un perro
Este tipo de acciones contribuyen significativamente a reducir el estrés y la ansiedad en los animales. En el caso de los dueños, también generan beneficios importantes: fortalecen el sistema inmunológico, lo que ayuda a combatir alergias y diversas enfermedades. Además, se trata de una experiencia positiva para el bienestar emocional de las personas.
Cuando estas interacciones se combinan con actividades como paseos y juegos, también pueden ayudar a reducir el sedentarismo, tanto en los dueños como en sus mascotas.
Algunos momentos ideales para acariciar a un perro incluyen aquellos en los que se busca promover la calma y el bienestar. Por ejemplo, antes de dormir, las caricias pueden ayudar al animal a relajarse y prepararse para el descanso.
También son recomendables después de una salida al parque, como forma de reforzar el vínculo y premiar el buen comportamiento. Asimismo, durante situaciones de estrés, como cuando hay muchas personas en casa o se escuchan fuegos artificiales, las caricias pueden ofrecer consuelo y seguridad al animal.
Entender y respetar el lenguaje corporal del perro es clave para fomentar una convivencia segura, tanto para el animal como para los miembros de la familia.