Carnes, pescados, mariscos, huevos y lácteos son algunos de los alimentos ricos en vitamina B, un conjunto de nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo del cuerpo. La ciencia dedicó importantes esfuerzos a estudiar este grupo de vitaminas, y reveló que tiene un significativo impacto en la prevención de enfermedades crónicas.
Vitamina B y salud cerebral
Investigaciones recientes indican que los cambios cerebrales vinculados a la demencia pueden iniciarse más de 20 años antes de que surjan los primeros síntomas. Identificar factores de riesgo modificables en etapas tempranas es clave para evitar daños neurológicos irreversibles.
Entre los factores más prometedores se destaca el papel de las vitaminas B, en especial la B12, en la prevención del deterioro cognitivo. Al menos cuatro vitaminas del complejo B son clave para el metabolismo celular, y participan en procesos como el “metabolismo de un carbono”, esencial para la síntesis de ADN y el procesamiento de aminoácidos.
Uno de los vínculos más estudiados es entre la vitamina B12, el folato (B9) y la función cognitiva. Un problema crítico es que alrededor del 40% de las personas mayores de 75 años pierden capacidad para absorber B12 de los alimentos, lo que puede dañar el sistema nervioso y aumentar el riesgo de demencia.
El deterioro cognitivo, por otra parte, no se limita únicamente al Alzheimer, y problemas vasculares, como la microvasculopatía, podrían estar más relacionados con deficiencias de vitamina B que con la acumulación de proteínas tóxicas como la amiloide o tau.
Otro aspecto clave es la interacción entre folato y B12. En la década de 1950, se observó que tratar la anemia con ácido fólico podía enmascarar una deficiencia de B12, lo que empeora los problemas cognitivos. Estudios recientes sugieren que el ácido fólico podría afectar a la holoTC, forma activa de la B12, esencial para su absorción celular.
Protección cardiovascular y riesgos
Las vitaminas B también influyen en la salud del corazón. Por ejemplo:
- La riboflavina (B2) podría reducir la presión arterial en personas con cierta predisposición genética.
- Las vitaminas B6, B12 y folato ayudan a eliminar la homocisteína, disminuye el riesgo de cardiopatías y accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, estudios mostraron que los suplementos no reducían infartos, aunque sí podían bajar levemente el riesgo de ictus.
- La niacina (B3) reduce el colesterol LDL (“malo”), pero en dosis altas causa efectos secundarios como sofocos, limitando su uso médico.
Además, la vitamina B6 se estima como posible regulador de la inflamación crónica, presente en diabetes, artritis y demencia. Aunque algunos estudios muestran beneficios, Mason advierte que dosis elevadas pueden ser tóxicas, por lo que su uso debe ser supervisado.
En conclusión, las vitaminas B desempeñan un papel crucial en la prevención de enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares, pero su suplementación debe ser cuidadosamente controlada para maximizar sus beneficios y evitar riesgos.