La disrupción tecnológica, la automatización y el auge de la inteligencia artificial están redefiniendo no solo la forma en que se producen bienes y servicios, sino también los modelos de negocio, los vínculos con las comunidades y los modos de liderar. En esta era de cambios acelerados, la innovación, la sostenibilidad y la visión de largo plazo se convierten en los pilares de una nueva agenda empresarial. Con ese espíritu, se llevó a cabo la 11ª edición del evento Negocios del Futuro, organizado por LA NACION, que reunió a empresarios, emprendedores y líderes del sector privado para pensar los desafíos estratégicos que se vienen.
En el panel de apertura José Del Rio, secretario general de Redacción del medio, mantuvo un mano a mano con Michael Meding, vicepresidente y gerente general de McEwen Copper, bajo el título “El cobre como nuevo motor de desarrollo”. El diálogo trazó un mapa de oportunidades, desafíos y proyecciones para la minería argentina y su rol estratégico en la transformación productiva del país.

“La Argentina puede tener, en el corto plazo (dentro de entre cinco y 10 años), una exportación de cobre de 10.000 millones de dólares, solo en el área de cobre”, aseguró Meding al inicio de la charla, aludiendo al potencial minero que todavía permanece subdesarrollado. En su visión, el cobre —presente en todo, desde la construcción hasta la inteligencia artificial— no es un recurso más, sino una pieza clave para la reconversión productiva y energética de la región.
Uno de los puntos destacados fue el impacto que la demanda tecnológica tendrá sobre este mineral: “Solo para inteligencia artificial se estima que se requerirán 500.000 toneladas de cobre por año en el futuro”, puntualizó Meding.
A lo largo de la conversación, San Juan fue señalada como un caso emblemático del impulso minero en la Argentina. Meding mencionó cómo el desarrollo de esta actividad transformó pueblos con bajo nivel de infraestructura en comunidades con calidad de vida creciente. “Donde antes faltaba desarrollo, ahora hay una oferta de vida cotidiana muy interesante. Eso es solo posible gracias a las ganancias de la minería”, sostuvo.
El proyecto Los Azules, uno de los más prometedores, tiene una vida útil estimada de más de dos décadas, con la posibilidad de extenderse a tres o incluso cuatro más. “Es un negocio que puede alimentar a 3000 familias en forma directa por varias décadas”, destacó el ejecutivo.
Largo plazo en un país de corto plazo
Frente al clásico interrogante de cómo desarrollar proyectos a 30 años en un país acostumbrado al cortoplacismo, Meding fue categórico: “El potencial está, el potencial geológico existe”. Y recordó que ya hay ejemplos sólidos, como Veladero, que demostraron que se puede construir un ecosistema productivo estable en torno a la minería.
Allí introdujo el concepto de mina regenerativa, una propuesta innovadora que busca cambiar la percepción social sobre esta industria: “Desde el inicio el diseño está pensado para tener una huella ambiental mínima. En vez de consumir recursos naturales, se diseña incorporando la naturaleza. Queremos dar otra cara a la minería”.
Otro diferencial clave que planteó Meding es la decisión de McEwen Copper de producir cátodos de alta pureza en el país. “Normalmente se produce concentrado, que tiene 25-30% de cobre y se exporta para refinación. Nosotros vamos a producir directamente cobre que se puede usar acá, para hacer cables o motores eléctricos”, explicó. Esto no solo reduce la dependencia de mercados externos como China, sino que abre una ventana a la industrialización nacional.
El ejecutivo subrayó además la magnitud de las inversiones: “Hablamos de más de 3000 millones de dólares, que necesitan un marco de confianza donde los inversionistas se sientan cómodos. El RIGI está pensado para eso: para dar previsibilidad a largo plazo”.
Para terminar, Del Rio le pidió una definición sobre el rol de la minería en el futuro argentino. Meding no dudó: “Sin esto, la vida humana no es posible. Hay un dicho: Si no crece, se mina”.

