Los dos estaban en pareja, él era chofer del colectivo que ella tomaba: “Juan tenía 28, ya quería todo y yo me asusté”

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Todos tenemos nuestra rutina y cuando la llevamos a cabo nos cruzamos todos los días con las mismas personas, a algunas no las notamos, con otros nos saludamos. Pero si abrimos bien los ojos, y más aún, el corazón, podemos llevarnos una grata sorpresa.

Siempre en la misma parada

Cecilia tenía 20 años y un noviazgo con su amor adolescente desde hace cuatro años. Trabajaba en un local de ropa y todos los días, a la misma hora, tomaba el mismo colectivo para ir a su trabajo.

Juan, de 28, estaba de novio desde hace un año, trabajaba como chofer en el colectivo 518 de Ezeiza. El recorrido que hacía le llevaba una hora y lo finalizaba siempre en la misma parada: en la puerta del local donde trabajaba Cecilia, ahí bajaban todos los pasajeros y Juan volvía a la estación para volver a comenzar el recorrido.

Cecilia y Juan no solo cruzaban miradas en esos momentos, ella tomaba el colectivo que él conducía y siempre la saludaba amablemente.

Historia de amor de Cecilia y Juan

El 24 de diciembre de 2007, como toda empleada de comercio, Cecilia trabajó hasta las 20 horas vendiendo los últimos regalos para las fiestas. Al terminar, se dirigió a la parada del colectivo para irse a festejar Navidad con su familia cuando llegó Juan, se bajó del colectivo y le pidió su número de teléfono. Sin dudarlo, y sin saber bien por qué, Cecilia se lo dio. Juan la invitó a tomar un helado al día siguiente, ella aceptó. “Yo le dije que sí, no había problema, total podíamos ser amigos; sí me gustaba, pero no pensaba en la idea de que fuera a pasar algo”, explica Cecilia.

Después de arreglar la futura cita, Juan se fue a celebrar Navidad con su familia y su novia. Cecilia pensaba hacer lo mismo con su novio.

“Los dos decidimos terminar la relación”

En Nochebuena, aquel novio de la secundaria llegó, a las cuatro de la mañana, a la casa de Cecilia con intención de pasar la Navidad: “Lo corté directo, le dije que no quería saber nada de él y que se terminaba la relación”, recuerda Cecilia.

Al día siguiente se fue a Capital a la casa de su padre y, al volver, se encontró con Juan para tomar el helado pautado. Charlaron de los temas que hablan dos personas que se están empezando a conocer: el trabajo, la familia, lo que les gustaba, lo que no. La conversación fluyó con naturalidad hasta la medianoche donde, como en un cuento de hadas, sellaron aquel primer encuentro con un beso en la puerta de la casa de Cecilia.

Al despedirse, y después de lo ocurrido, Juan no se fue a su casa, prefirió dirigirse a lo de su novia para avisar que daba por terminada la relación. “Los dos decidimos terminar con nuestras parejas en el momento en que nos conocimos. Ese día que me pidió el número de teléfono se lo di sin problema, no sé si era el destino que tenía que ser, pero no lo pensé al dárselo. Me parece que esa situación también me dio coraje para terminar una relación tóxica que tenía con mi ex”, analiza Cecilia.

“Èl tenía 28, ya quería todo y yo me asusté”

Pocos días después, el 29 de diciembre más precisamente, Cecilia presentó a Juan como su amigo en el cumpleaños de su hermana. El conoció a su mamá y a los hermanos y extendieron el encuentro conversando hasta la madrugada.

Y algo tienen esas noches que invitan a las charlas profundas y a abrirse a los sentimientos. Motivado por ese amor que nacía dentro de su corazón y que era innegable, Juan se puso firme y le dijo que quería una vida con ella, ponerse de novios, vivir juntos, casarse, tener hijos, formar una familia y pasar el resto de su vida junto a ella. “Me pareció un plan muy serio para mi, él tenía 28, ya quería todo y yo me asusté”, confiesa Cecilia. Ella decidida a ir a un ritmo más lento aceptó responder un sí al “¿querés ser mi novia?” con el que Juan comenzó.

Él tenía 28 y ella 20 años

El miedo que sintió Cecilia se fue disipando con el tiempo y la confianza que su ahora novio le brindó. “Siempre hablamos de nuestro futuro, de que quería que estudiara, que nos casemos, me presentó a su familia y amigos, nunca dudó. Todo lo contrario a lo que yo tenía en la otra relación. No sé si fue porque era más grande, pero me dio mucha seguridad y sentía algo que no se puede explicar, apenas pusimos el título de novios a nuestra relación yo sabía que me quería casar para toda la vida y tener muchos proyectos juntos”, asegura Cecilia.

Y por eso es que a los dos meses, un 29 de febrero de 2008, se fueron a vivir juntos. Al principio a la familia de Cecilia no le gustaba mucho que ella estuviera en una relación con un hombre más grande, pero a medida que pasaba el tiempo la veían feliz, y ella que venía de muchos años con problemas alimenticios y depresivos, con Juan comenzó a recuperarse. “Creo que esa fue la razón por la cual lo aceptó mi familia, más que nada mi mamá, era verme bien, saludable, yo comía con gusto, me sentía feliz. Siempre digo que él me salvó”, abre su corazón Cecilia.

El comienzo de una vida juntos

Al año de conocerse se casaron

La convivencia trajo un embarazo que se interrumpió de manera natural a las pocas semanas. Tal vez, por esa motivación, en una cena familiar Juan le dijo a su futura suegra que su deseo más grande era hacerla feliz a Cecilia, que la iba a cuidar y, sin dudarlo le pidió permiso para casarse con ella. Ya con el permiso concedido preguntó a Cecilia si ella pensaba igual. Un paso sin dudas formal que evidentemente ambos necesitaban. Con mucha ilusión y sueños comenzaron los preparativos para la boda.

Al año siguiente, en abril del 2009, dieron el “sí, quiero” con su primera hija creciendo dentro del vientre. A ella le siguieron dos hijos más, la compra de la casa propia, la compañía en momentos duros de enfermedad y ahora el sueño del nuevo proyecto familiar: irse a vivir a España.

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