Según la RAE, la palabra “fontanero” significa “perteneciente o relativo a las fuentes” y “persona especializadas en la instalación, mantenimiento y reparación de las conducciones de agua y otros fluidos, así como de otros servicios sanitarios y de calefacción en los edificios”. Si bien, este término también se usa en los medios de comunicación y en el lenguaje político para referirse a aquellas personas que resuelven los problemas o, incluso, hacen los ‘trabajos sucios’ en una organización o un partido.
Esta semana, esta palabra ha sido protagonista para hacer referencia a la militante del PSOE Leire Díez, quien, según varios audios publicados por varios medios en los últimos días, pidió a un empresario información comprometida contra Antonio Balas, teniente coronel de la Guardia Civil al frente del Departamento de Delincuencia Económica de la Unidad Central Operativa (UCO), que investiga casos como el que involucra a la mujer del presidente, Begoña Gómez, el del hermano, David Sánchez, y el caso Koldo.
Debido a esta situación, los fontaneros han mostrado su rechazo por el uso despectivo del término de su profesión. En concreto, la patronal de las empresas y los profesionales de la fontanería ha pedido a los medios de comunicación que se evite utilizar el término fontanero en sus informaciones para referirse a personas que trabajan en las “zonas subterráneas” de la política o relacionadas con presuntos escándalos.
En un comunicado remitido a los medios, la Confederación Nacional de Asociaciones de Empresas Instaladoras y Mantenedoras de Energía y Fluidos (Conaif) señala que el uso de esta palabra en los medios de comunicación “para referirse a determinadas personas del PSOE relacionadas con presuntos escándalos, está generando una ola de desprecio hacia la profesión de la fontanería”.
“Contribuye a una imagen distorsionada de la misma”
”Este tipo de actitud no solo es injusta con los profesionales que ejercen la profesión, sino que también contribuye a una imagen distorsionada de la misma y a la desconfianza de la sociedad”, señala la organización, que representa a asociaciones y gremios de instaladores. Por ello, hace un llamamiento a los medios de comunicación para que “en la medida de lo posible” eviten utilizar el término en las informaciones para referirse “a personas que trabajan en las ‘zonas subterráneas’ de la política con alguna sombra en su desarrollo profesional”.
”La denigración de la profesión de fontanero tiene graves consecuencias para las empresas de este sector; afecta a la autoestima de los profesionales, quienes se ven expuestos a críticas injustas, y genera una desconfianza pública hacia la profesión”, zanja la patronal.
En el caso de Leire Díez, el PSOE manifestó su rechazo al tratamiento informativo de esta militante “de base”, a quien los medios de comunicación le atribuyen ser la fontanera de Ferraz, “cuando ni los textos ni los audios soportan en ningún caso titulares semejantes”. Asimismo, la propia Díez ha negado trabajar para el partido. En su defensa, la que fuera teniente de alcalde en Vega de Pas (Cantabria) –también desempeñó cargos significativos en empresas públicas durante el mandato de Pedro Sánchez– ha apuntado que “las cloacas mediáticas son mucho más profundas de lo que parecen”. “Pero la verdad es solo una y saldrá. De hecho, ya está saliendo”, ha defendido en un chat de militantes de su partido en Cantabria en unos mensajes publicados por El País.
Si bien, no es la primera vez que las actividades de los supuestos fontaneros de los partidos (suelen tener un perfil bajo) salen a la palestra. Hace poco más de tres años, Ángel Carromero, exsecretario general de nuevas generaciones del PP madrileño, copó las principales portadas de los medios de comunicación tras ser acusado de un supuesto espionaje al hermano de Isabel Díaz Ayuso, una operación presuntamente orquestada desde Génova para acabar con la presidenta madrileña, también del PP.