Nunca una elección tan local tuvo tanto impacto nacional. Jamás el vecino empobrecido de Moreno se habrá imaginado que los inversores de Nueva York estarían tan expectantes de su opinión. Tampoco la comerciante afectada por la inundación de Bahía Blanca pensó alguna vez que su decisión de ir o no a votar podía influir en la consistencia del gobierno de Javier Milei. Ni el productor agropecuario del interior evaluó que su preferencia por un concejal podría afectar el proyecto presidencial de Axel Kicillof.
El futuro inmediato del país quedó fatalmente atado a una compulsa parroquial, evidencia del enorme estrés que atraviesa otra vez la Argentina. El contexto es el que define el alcance de la disputa electoral; en otras circunstancias, hubiese sido un mero acontecimiento cívico.
Y ese contexto expone una turbulencia económica muy marcada, con síntomas de no ser un problema sólo coyuntural; un momento de fragilidad preocupante del gobierno nacional, amenazado en el Congreso y jaqueado por sus internas; y un peronismo en crisis que busca desesperadamente un triunfo que al menos edulcore un poco el divorcio que se avecina. En los rincones mínimos del infinito bonaerense se juegan todas estas partidas simultáneas.
La variable económica quedó esta semana signada por la decisión de Economía de intervenir en el mercado de cambios, pese a que la cotización del dólar no tocó la banda superior, algo que el Gobierno había dicho que jamás haría. La novedad va en línea con otras medidas previas destinadas a evitar una escalada de la cotización que impacte en la inflación, como habían sido la suba de las tasas de interés y de los encajes bancarios.
Pero esta vez hubo un agravante adicional: se consolidó la percepción general en el mundo empresarial y financiero de que el plan se está descalibrando, y de que no alcanza con un buen resultado electoral para que los indicadores se reacomoden. Es decir, el mercado está reclamando un reseteo más profundo que el que sugieren Luis Caputo y su equipo.
“Ahora estamos viendo manotazos imprevistos y cierta desesperación. Creo que han perdido el control de la dinámica económica”, graficó un importante operador de bonos que sigue de cerca la realidad argentina. En la semana se escucharon voces de algunos especialistas que empezaron a plantearse si fue una buena idea haber salido del cepo en un solo movimiento, y otros que le ponían un deadline al esquema de bandas.
El nerviosismo de los mercados encontró al Gobierno en otra semana políticamente negra. Como viene ocurriendo en los últimos dos meses, el Congreso le asestó otro golpe duro. Pero al igual que en la economía, en esta oportunidad hubo agravantes, porque por primera vez se concretó un rechazo definitivo de un veto presidencial y porque se avanzó con un proyecto para limitar el uso de los DNU que, de prosperar, le quitaría a Milei una herramienta de gestión clave.
Es particularmente interesante el recorrido de esta última iniciativa porque es un indicador de las dinámicas que están imperando en el Congreso. Hace dos semanas se reunió la comisión de Asuntos Constitucionales para tratar por primera vez una serie de proyectos que buscaban regular los DNU, que estaban totalmente freezados.
Allí se resolvió mandatar a la presidenta de la comisión, Alejandra Vigo, a sintetizar en un solo texto todas las iniciativas y se dio por aprobado el dictamen, aunque aún no estaba escrito. El jueves llegó al recinto y se aprobó con 56 votos a favor (incluidos radicales, macristas y provinciales), ocho en contra (el oficialismo y la bulrrichista Carmen Álvarez Rivero) y dos abstenciones (un gesto de los misioneros de Carlos Rovira). Otro Waterloo que se gestó y se concretó en apenas 15 días.
El eco que encontró entre los exaliados del Gobierno animó al kirchnerismo a emprendimientos cada vez más osados, que coinciden con un peligroso mensaje que empezó a vibrar desde San José 1111. En público lo expresó José Mayans: “Si Milei pierde las elecciones de medio término, se tiene que ir”, argumentó. Y después agregó: “Yo no descarto nada, porque es una persona que está demostrando que tiene una inconsistencia que está para el psiquiátrico”. Estaba hablando de un posible juicio político al Presidente, alentado por los dos tercios que viene consiguiendo en el Senado.
La misma melodía transmitió en forma reservada el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, quien según la Casa Rosada alude a la convocatoria a una Asamblea Legislativa en marzo (además de considerarlo un aliado de Franco Bindi, el apuntado por las filtraciones de Diego Spagnuolo).
Tanto Mayans como Zamora transmiten una idea elaborada en la prisión domiciliaria de Cristina Kirchner. Aunque parece más una expresión de deseo de un peronismo menguante que un proyecto con sustento real, es cierto que empiezan a verbalizar un espíritu destituyente muy peligroso, que sobrecarga la importancia de la elección de mañana. Milei necesita blindarse en votos frente a esta ofensiva; el peronismo necesita darle sustento popular a sus sueños de volver al poder.
La irrupción imprevista
Esta presión opositora encuentra al elenco oficial en su momento de mayor confusión, porque a la turbulencia económica se le agregó la inestabilidad generada por las filtraciones de Spagnuolo. Y también en este plano la semana dejó un dato revelador, que demuestra que más allá del discurso público blindado, hay algo que se rompió en el corazón del Gobierno.
Ocurrió en la reunión de gabinete del miércoles, cuando el propio Milei introdujo el tema de los audios en los que se mencionan supuestos sobornos, para reforzar su idea de que se trata de una “opereta”. Después del Presidente hablaron algunos funcionarios, también apuntando a la oposición y a los infieles infiltrados.
Pero de pronto, sucedió algo inesperado. La ministra Sandra Pettovello, habitualmente de muy bajo perfil, tomó la palabra y disintió con el relato oficial. En términos enérgicos planteó que habían llegado al poder para hacer cosas distintas a las del kirchnerismo y que era necesario tomar medidas porque ella no estaba dispuesta a ser complaciente con las sospechas de corrupción.
El clima en la mesa se transformó. No era para menos; allí estaban sentados Karina Milei y Martín Menem, quien algunos aseguran que fue el apuntado por la ministra de Capital Humano. Milei buscó salir del paso con un comentario genérico, pero la tensión quedó flotando en el ambiente. Tres testigos presenciales del encuentro dieron cuenta de este episodio inusual para un equipo que se ha caracterizado por un alineamiento vertical. En la reunión de gabinete anterior habían visto la película Homo Argentum.
Pettovello es amiga desde hace mucho tiempo del Presidente, y nunca se sintió atraída por las internas. Su planteo refleja una señal de advertencia, que encarna una preocupación profunda en las filas libertarias y que se alimenta con la aparición de nuevos audios de distintos actores del Gobierno. Una extraña pasión por los registros fonográficos.
El tema de los audios aterrizará esta semana en la Comisión de Fiscalización de los Organismos de Inteligencia, que preside Martín Lousteau. Existen evidencias de una descomposición en el funcionamiento de la SIDE, con corrientes de trabajo dispersas entre su titular, Sergio Neiffert, el “señor 5″; quien estaba destinado a ser su lugarteniente, Diego Kravetz, el “señor 8″; y el misterioso y ascendente José Francisco Lago Rodríguez, el “señor 8 bis”, que ejerce un poder creciente como subsecretario de Inteligencia Administrativa. Allí se incuba la próxima crisis.
El día D para Kicillof
Las dificultades económicas, la ofensiva opositora en el Congreso, y las internas en el propio oficialismo sobrecargan el significado de la elección de hoy para el Gobierno. Porque del resultado de esta noche están pendientes los mercados, y también los actores políticos. Lo gravitante de la disputa bonaerense deriva de su efecto sobre el clima que imperará en el mes y medio que resta para el 26 de octubre, el día de la elección nacional. Los mercados y los actores políticos serán la polea de transmisión entre uno y otro acto electoral. Y si bien son dos elecciones muy distintas, pueden entrelazarlas mucho más de lo previsto.
Entre las dificultades para medir con alguna precisión las perspectivas electorales de hoy, se mezclaron algunos datos que son interesantes de analizar en la previa. Todos los sondeos detectaron una elevada tendencia al ausentismo, motivado por el desánimo general de la sociedad y por la falta de atractivo de los candidatos. Sin embargo, algunas encuestas identificaron en los últimos días que quizás el dato no sea tan catastrófico como se esperaba y que podría no perforar el piso del 60% del padrón. Las estadísticas muestran que en los últimos 20 años nunca hubo una participación inferior al 70%, pero también es cierto que nunca se había votado en forma desdoblada legisladores y concejales solamente.
Pero además de quienes expresaron abiertamente que no pensaban ir a votar, lo más sorprendente para varios fue la cantidad de gente que apeló al silencio absoluto ante cualquier consulta, que no dio señales, no respondió a las preguntas de los encuestadores ni reaccionó a los estímulos de la política. Un voto secreto que se incuba y que le otorga mayor incertidumbre a la elección.
“Muchos vecinos no nos dicen nada, yo creo que más o menos 6 de cada 10 que hablábamos eludían dar señales de qué piensan hacer”, admitió un candidato del peronismo, que recorrió el conurbano en campaña. El politólogo Gustavo Marangoni refrenda al decir que “hay mucha gente que no sabe qué va a hacer, que no conoce los candidatos, que no sabe qué se vota. Y otros buscan evitar definirse, que no quieren conflictos y prefieren guardarse”.
¿Qué anida en ese hermetismo? ¿Indiferencia, apatía, enojo contenido? ¿Irá a votar ese amplio universo de misterio silente? Es la gran esperanza de los estrategas de la Casa Rosada, que recuerdan la experiencia de las PASO de 2023, cuando Milei sorprendió con un triunfo que se apoyó en la irrupción de un votante oculto que lo hizo pasar de 20 a 30.
El dato del nivel de participación es muy gravitante porque incide directamente en el resultado. La consultora Rubikon Intel detectó ese impacto ya que si bien sus números le daban una ventaja inicial a LLA sobre Fuerza Patria, al filtrar esos indicadores con la proyección de indecisos la tendencia se revertía. Eso es porque entre quienes dicen inclinarse por el peronismo, el 79,6 % asegura que “está con ganas de ir a votar”, mientras que entre los que se inclinan por los libertarios, el 66,9% dan esa respuesta. Es decir, el posible votante peronista parece más decidido.
Estos indicadores hacen juego con una conclusión a la que arr4bó un estudio de Pulsar.Uba, según la cual los argentinos son cada vez más volátiles a la hora de votar, pero dentro de ese marco el peronismo conserva la mayor dosis de fidelidad. Ese trabajo muestra que el 64% de los consultados dijo que cambia su voto según cada elección, contra un 28% que no lo hace. Pero al discriminar por partidos, el 84% de los votantes de LLA y el 74% de los del extinto JxC dijeron que modificaban su preferencia entre elección y elección, mientras que en el peronismo esa cifra descendía al 26%. En definitiva, el voto libertario parece más elástico y silencioso; el del peronismo más concentrado y sonoro.
En una elección donde el peso mayor recae en la capacidad de movilización de los intendentes, el peronismo cuenta con una ventaja porque gobierna en 84 de los 135 municipios de la provincia. Esa es la consecuencia de que en 2023 el antiperonismo fue dividido en dos opciones, la de LLA y la de JxC.
Sin embargo, la hegemonía tradicional del PJ en la provincia no siempre fue homogénea. De las ocho secciones electorales, la única en la que nunca perdió fue en la tercera. En todas las otras hubo oscilaciones entre el peronismo y la principal fuerza opositora del momento (desde Francisco de Narváez en 2009 y Sergio Massa en 2013, al Pro y alianzas afines desde entonces).
Es probable que hoy también el resultado sea dispar. En el Gobierno se aferran a esa ilusión para dar la pelea interpretativa. Si el peronismo gana en cantidad total de votos y en número de municipios, los libertarios buscarán instalar su idea de que obtuvieron más bancas y se impusieron en más secciones electorales, si ello ocurre.
“Con una diferencia de hasta cinco puntos, vamos a pelear para que impere una noción de empate político”, admiten en la Casa Rosada. El otro concepto será mostrar que lo de esta noche es un piso desde el cual edificarán un triunfo mayor en octubre. Siempre y cuando los datos lo validen.
Pero detrás de las vicisitudes del oficialismo emerge el otro gran protagonista de la disputa de hoy. Quien junto con Milei más arriesga. Kicillof no sólo tiene la obligación de defender su territorio frente al reto violeta, sino que además necesita darle entidad a su proyecto presidencial. Tiene aliados tácticos, que son los intendentes, con quienes comparten la vocación por ponerle límites a La Cámpora.
Una derrota lo sacaría de carrera definitivamente, un triunfo acotado lo dejaría expuesto a la interna con el kirchnerismo, y una victoria amplia lo posicionaría para 2027. Esta es “su” elección desde que anunció el desdoblamiento de los comicios en abierto desafío a Cristina Kirchner. De hecho esta noche, por primera vez, la organización del bunker estará a su cargo y no en manos del kirchnerismo duro, como ocurrió siempre. Pero tampoco es Robespierre. Están invitados Máximo Kirchner y Sergio Massa. Y pedirá por la libertad de Cristina, la gran ausente.
El tortuoso camino hacia una lista unificada no hizo más que blanquear que la unidad del peronismo ya no es viable y que el proceso se agudizará tras el proceso electoral. Lo reflejó claramente la campaña bonaerense, en la que cada uno anduvo por su lado, como si fueran de fuerzas distintas.
En todas las tribus admiten que se producirá una división natural entre Kicillof y el kirchnerismo, con Massa apostando a su reconstrucción. “Será algo más parecido a una convivencia tipo coalición”, se imaginan en el entorno de gobernador. Si a eso se le suman las distintas variantes del peronismo del interior, está claro que el único incentivo aglutinador para este colectivo es la expectativa de fracaso de Milei.