Bajarle el precio al dólar y no subirle el precio a la elección de octubre: en esas dos variables se concentran los desafíos de Javier Milei a treinta y tres días de la elección de medio término. Ayer, en dos movimientos, el Gobierno logró cambiar el clima y encontrar munición para contener esos dos precios. Con la eliminación total, aunque temporaria, de las retenciones al agro y con el apoyo excepcional del Gobierno de Estados Unidos en boca del secretario del Tesoro, Scott Bessent, Milei y su equipo económico arrancan la semana dominando la interpretación.
Mostraron que le quedan reflejos para darle gobernabilidad a estas semanas críticas hasta el 26 de octubre, o al menos intentarlo. Por supuesto, esto es Argentina, y todo es día por día, pero ayer Milei encontró un camino inesperado para revertir el achicamiento de su base de sustentación política y para devolverle viabilidad a su plan de estabilización. Una jugada con golpe de efecto que el Gobierno pretende aprovechar camino a octubre: entró oxígeno en un panorama que se le hacía cada vez más difícil.
Con el dólar en ascenso incontrolable al cierre de la semana pasada, el Gobierno dilapidó un activo que había conquistado en un año y diez meses de gestión: la percepción social de estabilidad de la vida cotidiana que llegó de la mano de la inflación a la baja. Esa tranquilidad social le dio el apoyo que mantuvo el Gobierno en medio del ajuste, a pesar de todo. Y con la derrota bonaerense y la cascada de reveses en el Congreso, que llegaron a su punto culminante el miércoles y jueves pasado con los rechazo a los vetos presidenciales, la pérdida de capacidad política de Milei y su equipo quedó al desnudo: el jueves, en el lanzamiento cordobés de la campaña camino a octubre, el miedo al kirchnerismo volvió a escena como única respuesta ante el atontamiento político, con eso de “La libertad avanza o Argentina retrocede”.
Octubre, precio en alza
Una decisión riesgosa: plantear un escenario de todo o nada como incentivo para alinear a los votantes de centro derecha implica subirle el precio al resultado de octubre. Un mal resultado sería interpretado en términos de ese todo o nada, con una espiralización de los efectos preocupantes sobre las expectativas y la gobernabilidad. El mileísmo ya lo vivió en la elección bonaerense: desde esa derrota, la oposición del kirchnerismo duro lo viene decretando “Gobierno terminado”.
En caso de una derrota o de un resultado peleado, sería una profecía autocumplida, tanto que los mercados no hicieron otra cosa que anticipar la posibilidad de un resultado adverso: en parte, la disparada del riesgo país de las últimas semanas cifraba las consecuencias negativas sobre la macro mileísta en caso de un perokirchnerismo fortalecido en octubre. Una interpretación incentivada por los mismos libertarios como estrategia electoral: un callejón de salida hasta ahora. Con el apoyo de Bessent, el Gobierno cree estar en condiciones de salir del laberinto por arriba.
El Gobierno acaba de reemplazar el apoyo político de los gobernadores aliados y de Pro por el apoyo de Donald Trump y el Tesoro de Estados Unidos, su nuevo ancla política y macroeconómica. Todavía no se conoce la letra chica de ese aporte trumpista, pero el posteo de Bessent en X y sus declaraciones posteriores ante periodistas en Washington subrayan el logro político del Gobierno. “Argentina es un aliado sistémicamente importante para los Estados Unidos en América Latina”; “el Tesoro está listo para hacer lo que sea necesario”, según posteó en X. Y ante la prensa, prometió que las acciones que emprenda el Gobierno de Estados Unidos en relación al apoyo a la Argentina serán “grandes y contundentes”.
Con las dos novedades anunciadas ayer, cero retenciones y ayuda de Trump, Milei busca responder los desafíos de los mercados, de la política y de los votantes. Los mercados respondieron rápido: el dólar y el riesgo país reaccionaron a la baja. Inversores financieros del exterior que siguen el proceso argentino de cerca celebraron la noticia del apoyo trumpista, aunque esperan la letra chica de las opciones enumeradas por Bessent.
En el mercado de la política, la volatilidad es total. El momentum que logró el Gobierno ayer desplazó al kirchnerismo de la centralidad que había alcanzado en la agenda desde su triunfo en la Provincia de Buenos Aires. Un síntoma de su desconcierto fue la falta de respuesta de Cristina Kirchner en X: el sábado, había publicado su último “Che Milei”, con el tema “Qué olor a default”, después del cierre crítico de los mercados el último viernes. La expresidente no encontró los reflejos necesarios para responder políticamente a la novedad de Bessent, y a la eliminación de las retenciones.
Uno de los efectos del acuerdo con Trump y Bessent será, precisamente, la eliminación del riesgo de default de los vencimientos de deuda del año próximo. En la actual coyuntura, implica la caída del riesgo país, un componente clave del clima electoral.
Karate político
La doble maniobra de karate político del Gobierno también le funciona como una contraofensiva política destinada a los gobernadores de Provincias Unidas: le da a la zona núcleo una ventaja cambiaria esperada desde hace décadas, al menos temporariamente. Y le permite al Gobierno reforzar su identidad macro política ante su electorado, y también ante su base de apoyo político en el exterior: la baja de retenciones como una muestra de una concepción de crecimiento basada en el achicamiento de la presión impositiva.
Los anuncios del lunes instalan una cuestión central: ¿Cómo hace política el Gobierno? No con las mesas políticas postderrota en PBA, está claro: esas mesas no lograron ningún resultado a favor en el Congreso. Tampoco con transferencias discrecionales a los gobernadores más afines: esa táctica no cambió el rumbo de colisión parlamentaria que venía mostrando el Gobierno, ni alentó apoyó en la opinión pública. Tampoco con su alianza con Pro y Mauricio Macri, que terminó debilitando antes que consolidando.
Milei encontró otra forma, que ayer dio sus frutos: un alineamiento total con Trump en medio de una panorama geopolítico centrado en la geopolítica de los recursos clave y de las posiciones defensivas estratégicas. El Gobierno empieza a ver los frutos de esa elección que se muestra en varios detalles de su gestión, por ejemplo, la lógica de sus viajes: constancia en los viajes a Estados Unidos, y otros países; ausencia de una política de viajes al interior del país.
Entre la construcción de un apoyo político interno, pero condicionado por marcos conceptuales y económicos opuestos, y un apoyo político externo, pero organizado por una visión hipercapitalista y libertaria de la economía, Milei optó por lo segundo. Ayer le rindió sus mejores frutos. Nada está dicho, pero si Milei logra superar el desafío 2025 y avanzar hacia los proyectos legislativos clave para su visión de la Argentina, habrá encontrado una fórmula novedosa para hacer política.
En ese posicionamiento juega también Luis Caputo, que tiene puntos débiles en su capital político a la hora de narrar la visión del Gobierno, pero que entiende la lógica del comportamiento de los actores del mercado luego de una carrera consolidada en JP Morgan. Y también su viceministro, el chileno argentino José Luis Daza, con años de mercados emergentes con base en Manhattan, sobre todo. Daza tiene un vínculo personal con el secretario del Tesoro de Estados Unidos. Bessent fue primero asesor de inversiones de Soros y luego se sumó a otra firma de Nueva York, Protegé Partners, desde donde invirtió en el hedge fund QFR Capital Management, fundado en 2007 por Daza, Demian Rediel, otro hombre de Milei, y el argentino David Sekiguchi. Años después, Bessent intentó llevarse a Daza a su propio fondo de inversión, Key Square Capital Management. “Scott entiende de Argentina y tiene una visión global”, decía Daza el año pasado.
Bessent y la gente
Todavía falta ver cómo conectan los nuevos anuncios con el votante de a pie. La tranquilidad en el tipo de cambio es el efecto que más impacta y con mayor velocidad en su vida cotidiana, tanto a los que pueden protegerse en dólares o a la mayoría que puede verse afectada por el impacto en los precios. Pero Milei sigue desafiando otros aspectos de su sentido común.
Por un lado, el Gobierno ahora desafía la promulgación de la Ley de Emergencia Discapacidad con un truco político: no la implementará hasta tanto el Congreso explique cómo financiarla, según anunció oficialmente. Una creatividad política que desafía el orden republicano. Y que puede recibir el castigo del votante.
Por otro lado, el jueves pasado, Milei lanzó la campaña electoral camino a octubre en Córdoba. La idea de la campaña es el “volver a las bases” que le había dado el triunfo en 2023: retórica incendiaria y anti kirchnerismo explícito. Pero ese regreso a las bases no es necesariamente bueno: en un año de dispersión del voto de centro derecha y de voto ausente creciente, más que regresar a las bases, lo ideal sería intentar ampliarlas. Sólo el futuro que se resuelve en treinta y tres días traerá las respuestas.