Hubo un tiempo en que el rugby era un deporte en el que podías ganar un partido sin siquiera pasar la mitad de cancha. Solamente con tener penales para patear desde esa zona, cualquier equipo podía dar un batacazo. Eso y una defensa que funcionara como esas redes que ponen en las playas para que no lleguen los tiburones a hacerse un banquete de turistas. Aquellos equipos de los Pumas de comienzos de este siglo eran un buen ejemplo de esto. El Tano Loffreda sabía que teniendo un equipo obsesionado con tacklear y un pateador como Gonzalo Quesada o Federico Todeschini se podía ganar un test match.
Hoy dudo que eso pueda pasar. El juego cambió mucho y hace falta tener muchos argumentos para terminar siendo el equipo al que le tiran papelitos y levanta un trofeo con el nombre de algún sponsor al final de la transmisión televisiva. “Argumento” es un buen sustantivo para hablar sobre un partido de rugby. En definitiva, en un partido de la ventana de julio lo que sucede es una discusión para saber cuál de los dos seleccionados, en el caso de que tengan jugadores involucrados en ligas europeas, tiene un plantel más sólido para encarar las competiciones de la temporada (Seis Naciones en Europa y Rugby Championship del hemisferio sur). En el rugby, para tener muchos argumentos y ganar una discusión, hay que trabajar más duro que los abogados de las películas norteamericanas.
Si hablamos estrictamente de situaciones generadas podríamos tener dos puntos de vista. Contra Inglaterra en San Juan, Los Pumas generaron cuatro situaciones claras para marcar, de las cuales en tres se fueron con puntos. Una efectividad alta, algo que Felipe Contepomi marcó enfáticamente previo al partido como un punto saliente dentro de los objetivos de juego. Sin embargo, en la segunda parte el equipo prácticamente no generó situaciones de ataque. No solo eso, no pudo pasar mitad de cancha con posesión clara más que en los últimos minutos cuando Moroni interceptó una pelota, acción que se diluyó algunos metros más adelante.
Inglaterra, por su parte, no fue tan eficaz, con solo un 25% de efectividad cada vez que tuvo oportunidades para marcar. Así y todo, mientras miraba el partido pensaba que los ingleses parecían honrar a sus antepasados que salían a conquistar todo el territorio conocido para ser un imperio. En la cancha eran el Imperio del Ataque. Podían lanzar a través del line out, una plataforma en la que perdieron algunas pelotas, y que por momentos no pudieron utilizar como querían, y así y todo conseguían generar quiebres en la defensa argentina.
Además, consiguieron complicar a los Pumas en el scrum sacando algunos penales. Uno de ellos no se llegó a materializar porque el avance de Willis, como si fuera un camión rompiendo una barrera, facilitó las condiciones para marcar uno de los tries. Además de dominar desde los lanzamientos, tuvo de nuevo en Spencer y Ford a dos conductores estupendos. El medio scrum no solo usó bien el pie, sino que también estuvo rápido en los relanzamientos de juego. Y Ford parece aprender de cada partido algo nuevo del rival, como si fuese mas inteligente que la IA, y lo aplica inmediatamente al partido siguiente. En San Juan buscó continuamente abrir a la defensa argentina con pases largos a sus centros para que la pelota llegara a la punta. Pero también usó el pie como si fuera un ingeniero, construyendo puentes a las 22 de su rival. En uno de ellos, Roebuck ganó en el aire a Mendy y la defensa nunca pudo volver a acomodarse más que para esperar la conversión del try.
El argumento del juego de contacto lo ganó ampliamente Inglaterra tanto en ataque como en defensa. De hecho, los tries argentinos vienen justamente evitándolo. El primero, producto de la astucia y aceleración de Benítez Cruz, que forzó cerca del poste, algo que buscó bastante en el partido, y tuvo el segundo quiebre (el primero había sido de Carreras) y facilitó el try de Cinti. El segundo, a partir de un line out (el segundo que pudo utilizar para atacar) en zona de 22 metros ingleses: Carreras usó el pie para vulnerar la defensa con un sombrero largo que en el pique le quedó a Mendy para el try.
Lo mejor de la derrota de los Pumas ante Inglaterra
Así y todo, con poca utilización de sus lanzamientos, prácticamente sin quiebres y muy poca posesión, Los Pumas llegaron al final empatando el partido. Mostrando mejoras defensivas en los últimos metros (no así en las primeras fases de los lanzamientos ingleses) en los cuales consiguieron recuperar la pelota varias veces a través de pescas. Pero Inglaterra parecía empecinado en atacar hasta tomarse el avión de vuelta al aeropuerto de Heathrow en Londres. El try de la victoria no fue un premio; fue lógica. Fue una afirmación que decía que el rugby moderno lo gana el equipo con más evidencia, el que tiene bases sólidas para llevárselo.