Los Pumas vs. All Blacks: Jordie Barrett, la polifacética amenaza de Nueva Zelanda en Córdoba

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CÓRDOBA (especial para LA NACION).– El sábado, cuando todos sus compañeros se fueron a la cancha de Boca, Jordie Barrett eligió irse a jugar al golf: 18 hoyos en San Isidro Golf Club. “Preferí eso porque era un día soleado y fue una buena manera de combatir el jet-lag, mantenerme despierto y estirar las piernas tras un largo viaje”. A la mañana siguiente repitió la experiencia, sólo que en la cancha Colorada del Jockey Club.

Jugó en equipo con su hermano Beauden contra Will Jordan y el argentino Felipe Lanús, golfista aficionado y creador del popular podcast especializado ‘Proshop del Horacio’, y quien les gestionó la vuelta. “Claramente era el mejor de los tres. Debe de tener 0 o 1 de handicap. Uno se da cuenta con sólo mirar el swing”, contó Lanús, de 32 años, que trabaja en finanzas en JP Morgan. “Pega bien, tiene juego corto, buen putt. Es un jugador completo”.

De 28 años, Jordie es hoy por hoy el mejor de los tres hermanos Barrett, gracias a una enorme versatilidad de juego.

La descripción podría extenderse a sus cualidades como rugbier. Es una de las principales amenazas a las que deberán hacer frente los Pumas, cuando este sábado a las 18.10 se crucen con los All Blacks en Córdoba, por la primera fecha del Rugby Championship 2025. Jordie Barrett llevará el número 12 en la espalda, ocupando su posición más habitual y la que más resalta sus virtudes. Pero también puede cumplir funciones como apertura o fullback y ser igualmente influyente. Con 1,96 metros y 102 kilos, tiene velocidad, penetración, juego aéreo, tackle y uso del pie y hasta patea a los palos. Completo.

La patada a los palos es una de las virtudes del primer centro de Nueva Zelanda, que en la última temporada actuó en Leinster, de Irlanda.

Jordie, de 28 años, es el menor de tres hermanos que juegan en la selección, una proeza difícil de igualar por el número, pero sobre todo por la calidad que exudan. Beauden (34) es el mayor, el apertura, y está próximo a jugar su test match número 137, que lo pone tercero en la lista de máximos representantes de Nueva Zelanda; Scott (31) es el del medio, juega de segunda línea y es nada menos que el capitán del equipo.

“Es genial. Esa sensación no se desgasta”, dijo Jordie frente a la prensa en el Hotel Quinto Centenario, donde desde el jueves están instalados los All Blacks en esta ciudad. “Hemos tenido la suerte de hacerlo, no sé cuántas veces ya, pero varias. Scott estuvo lesionado recientemente, y fue una decepción no poder compartir la cancha durante gran parte de la serie contra Francia, pero es grandioso que ahora esté de vuelta, y que Brodie también esté en forma y saludable. Definitivamente lo disfruto: jugar con dos hermanos mayores es especial”.

Jordie Barrett se luce frente a Argentina en la semifinal que All Blacks le ganará a los Pumas en el Mundial Francia 2023; Juan Cruz Mallía queda en el camino, no puede Mateo Carreras y espera Emiliano Boffelli.

Los Barrett crecieron en una granja lechera en la región de Taranaki. En el jardín de su casa, competir entre ellos era el verdadero deporte, no importaba si la disciplina era rugby, cricket, golf o atletismo. La condición de hermano menor ponía a Jordie en desventaja y hasta lo hacía blanco de burlas. “La mayoría de mis recuerdos no es muy agradable, pasaba gran parte del tiempo llorando e intentando alcanzarlos”, reveló en una entrevista reciente. Pero esas experiencias solidificaron su carácter: “Simplemente volvía a intentarlo un poco más fuerte la vez siguiente”.

Su versatilidad no se limita a la cancha de rugby y se extiende aun más allá de lo que hace en los links de golf. De hecho, en su juventud el corazón estaba dividido entre el rugby y el cricket, y cerca estuvo de inclinarse por este último. “Cuando terminé el colegio probablemente estaba 70-30 para el lado del cricket y llegué a jugar en equipos de desarrollo de Central Districts, con aspiraciones profesionales. En invierno jugaba al cricket, y en verano, al rugby. A los 19 tuve una buena temporada en el club y entonces me aboqué definitivamente al rugby”, sostuvo.

Los Barrett se criaron en una granja lechera neozelandesa; Jordie, el hermano menor, estuvo por dedicarse al cricket, pero a los 19 se inclinó finalmente por el rugby.

Cuando Jordie tenía 4 años, su padre se fue a trabajar un tiempo a una granja en Meath, Irlanda, y jugó para Buccaneers RFC. Aunque el niño era muy chico, la conexión quedó en algún lugar de su cabeza y fue un factor importante en su decisión de aceptar jugar la última temporada en Leinster, un cambio que, afirma, lo enriqueció como jugador: “De repente me encontré jugando contra clubes sudafricanos, ingleses, franceses, italianos… Así que, de una semana a otra, todo puede cambiar. Supongo que lo que aprendí a hacer fue prepararme para distintos rivales, diferentes estilos de entrenadores y de juego, y luego analizar y crecer a partir de esas experiencias. No es solo una cosa, sino tratar de absorber todo lo posible y traerlo de vuelta a Nueva Zelanda”.

Gran actuación ante los Pumas en Mendoza en 2023

Al igual que algunos de sus compañeros, Jordie no se trajo de su país sus propios palos. En la Argentina no se estila, como sí en otros países, la modalidad de alquilar, por lo que Pipe Lanús debió pedir varias bolsas entre amigos y hasta oyentes del podcast. “Beauden también juega, pero tiene un swing más heterogéneo. Y de los tres, Jordan es el que más fuerte le pega”, contó.

Un golpe de salida en alguna cancha del mundo; mientras sus compañeros visitaban La Bombonera, el centro se dio el gusto de jugar al golf en San Isidro, y repitió al día siguiente.

Durante el recorrido, la charla fluctuó entre el diseño de Alister Mackenzie, las similitudes del hoyo 16 con el 8 de Augusta y las del 18 con su par de St. Andrews, y la posibilidad de que Jordie juegue el Pro-am del Abierto Australiano en Royal Melbourne con Rory McIlroy. Jordie ganó el match en el Jockey. En el Kempes, lo espera un desafío diferente. Los All Blacks necesitarán toda su versatilidad.

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