“Yo tengo tres hijos varones: dos de 18 y 15 de mi primer matrimonio, y después tuve a Rogelio, que hoy tiene 4 años, con mi segunda pareja. Cuando nació Rogelio pensé que ya estaba, que no quería más hijos. Me puse a leer sobre el tema, vi que la vasectomía era una cirugía ambulatoria y me decidí. Me la hice hace cuatro años y no tuve dudas: fue rápida, sencilla y sin vueltas. El tema es que después me separé, y conocí a mi actual mujer. Yo tengo 48, ella 34, y era importante para la continuidad de la pareja. Así que empecé a pensar en revertir la vasectomía”, cuenta Esteban, sin rodeos.
Su relato refleja un fenómeno que en los últimos años comenzó a hacerse cada vez más visible en la práctica, según algunos expertos e instituciones médicas: el aumento de las reversiones de vasectomía.
En los últimos años hubo un crecimiento histórico de las vasectomías tras la sanción de la Ley 26.130, que garantiza el acceso gratuito y autónomo a la anticoncepción quirúrgica. En la Argentina, la vasectomía forma parte del Plan Médico Obligatorio: su costo está cubierto por obras sociales, prepagas y el sistema público. Para acceder, es necesario ser mayor de edad (18 años o más) y firmar un consentimiento informado.
Según las últimas cifras disponibles del Ministerio de Salud, entre 2017 y 2018 el número de procedimientos aumentó en un 312%, de 181 operaciones a 565, en todo el territorio nacional. Ahora, los urólogos y andrólogos empiezan a notar otra tendencia: más hombres regresan a los consultorios para “dar marcha atrás” con aquella decisión que, en principio, consideraban definitiva.
Otros números lo confirman. Entre 2019 y 2022, el Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) quintuplicó la cantidad de vasectomías, pasando de 22 a 145 procedimientos anuales. Y con ese aumento también llegaron las reversiones: en 2025 la institución ya duplicó (de cuatro a ocho) los casos en comparación con años anteriores.
“El arrepentimiento está descripto en la literatura médica en apenas entre el 2% y el 6%, pero como en la Argentina crecieron tanto las vasectomías después de la legalización, es lógico también empezar a ver más pacientes que buscan revertirlas”, explica Mariano Cohen, jefe de la Sección Andrología del Servicio de Urología del Clínicas.
Sin embargo, no todos los especialistas observan la misma tendencia. Sergio Pusarelli, jefe del Servicio de Urología del Instituto de Trasplantes de Alta Complejidad (Itac), indica que no ha notado un incremento en el número de pacientes interesados en revertir la intervención. Por otro lado, Norberto Bernardo, titular de la Cátedra de Urología de la UBA y director del Centro Argentino de Urología, afirma que las consultas para realizar una reversión sí están en aumento.
Coincide Nicolás Villasante, médico del Servicio de Urología del Hospital Alemán, donde en los últimos años comenzaron a aparecer consultas por reversiones de vasectomía, un fenómeno prácticamente inexistente hasta hace poco. “Nosotros vemos que hay más consultas preguntando sobre reversiones. En nuestro hospital no es tan común, pero ahora sí las hay y antes no había”, señaló. Incluso precisó que ya realizaron dos procedimientos.
Villasante subrayó que la reversión es una cirugía más compleja que la vasectomía y que no siempre garantiza el éxito. Por eso, destacó la importancia de la información previa: “Un paciente que quiere una vasectomía tiene que saber que la tasa de éxito de una reversión no está asegurada en un 100%”.
Además, observó que cada vez más hombres jóvenes recurren a la vasectomía como método anticonceptivo. “Estamos viendo bastante, ahora, pacientes de menos de 30 años que consultan y terminan practicándose una vasectomía porque no desean tener hijos. Ellos son probablemente los que en un futuro podrían querer revertirla”, advirtió.
En la gran mayoría de los casos, entre el 80 y el 90%, el motivo es el mismo que movió a Esteban: la idea de formar una nueva familia y volver a ser padre en otra etapa de la vida. También existen motivos médicos: hay pacientes que presentan dolor crónico luego de la cirugía y encuentran en la reversión una alternativa para aliviarlo, aunque son pocos.
Esteban se operó en noviembre pasado. “La reversión, para mi sorpresa, también es sencilla: te hacen un tajito en el escroto y la operación dura dos horas. La molestia solo me duró un día. Al día siguiente ya estaba mucho mejor”, relata. Semanas más tarde se sometió a un espermograma: “Había espermatozoides, aunque no en la cantidad o calidad suficiente todavía. Me explicaron que lleva un tiempo para que todo vuelva a la normalidad. Lo importante es que estamos buscando y, en teoría, no deberíamos tener problemas”.
En el caso de Esteban, la decisión se tomó en pareja. “Mi mujer siempre supo que yo tenía hecha la vasectomía, nunca fue un tema oculto. Cuando nos pusimos de novios lo hablamos y, llegado el momento, lo resolvimos juntos”, dice.
Para los especialistas, lo fundamental es informar. Cohen detalla: “La vasectomía consiste en cortar los conductos deferentes, lo que impide que los espermatozoides salgan al eyacular. La expulsión de semen es la misma, pero sin espermatozoides”. Es un procedimiento ambulatorio, bajo anestesia local, muy efectivo y que no altera ni la función sexual ni la hormonal, según el experto.
Más compleja
La reversión, en cambio, es un poco más compleja: se hace bajo microscopio, con hilos quirúrgicos ultrafinos, y puede durar hasta tres horas.
Ese procedimiento, explica Bernardo, requiere de una técnica de extrema precisión, donde el microscopio es indispensable para poder reconectar los conductos.
“La reversión se realiza utilizando un microscopio que permite visualizar en detalle los extremos de los conductos deferentes, que fueron seccionados en la operación previa, y realizar la reconexión con suturas ultradelgadas”, puntualizó Bernardo. “Al cabo de un mes y medio podemos ver en el espermograma si hay espermatozoides nuevamente”, agrega Cohen.
Las chances de éxito para poder volver a ser fértil dependen, sobre todo, del tiempo transcurrido desde la vasectomía. “Si se realiza dentro de los primeros diez años, la reversión es posible en un 75% a 80% de los casos. Después de ese período, la tasa baja al 20%”, advierte. Por eso, muchos pacientes también optan por combinar la cirugía con estrategias de preservación, como la biopsia testicular intraoperatoria para congelar espermatozoides y disponer de ellos en caso de necesitar técnicas de reproducción asistida.
Más allá de lo técnico, Cohen insiste en que la decisión debe ser acompañada por una mirada integral. “Es importante considerar no solo al hombre, sino también a la mujer. Por ejemplo, si la reserva ovárica está disminuida y el tiempo biológico apremia, puede no ser aconsejable esperar los resultados de una reversión. Ahí la reproducción asistida puede ser una alternativa más rápida”, explica.