“La macroeconomía anda muy bien, la microeconomía anda muy mal”. En las últimas semanas, diferentes versiones de esta afirmación han sido repetidas hasta el cansancio por parte de periodistas, analistas y dirigentes políticos. Funcionarios del Poder Ejecutivo, sin entrenamiento económico, ensayaron respuestas que sintonizaron con el falso planteo. Porque macro y micro no son dos cosas distintas: son dos perspectivas que se refieren a una misma realidad. La macro es el agregado de la micro, por lo cual cabe preguntar: ¿qué macro anda “bien”, qué micro anda “mal”?
Al respecto, consulté al norteamericano Leonard Alan Rapping (1934 – 1991), quien estudió en las universidades de California, sede Los Ángeles (UCLA) y de Chicago. Fue a Chicago porque su padre era de ahí y su familia todavía vivía allí, así que era una forma de volver a casa. De Milton Friedman siempre le impresionó su habilidad para extraer tantas conclusiones a partir de análisis tan simples. Chicago era una escuela antielitista, mientras que Harvard y Yale eran elitistas. Enseñó en la UCLA, Carnegie-Mellon, de Nevada, Brandeis y de Massachusetts. En Carnegie-Mellon interactuó con Herbert Alexander Simon, a quien consideraba un genio.
– En 1969 usted publicó un par de pioneras monografías, en colaboración con Robert Emerson Lucas, modificando la curva planteada en 1958 por Alban Housego William Philips; pero luego “algo” pasó.
– Con Lucas tuve mucha interacción, conversando por lo menos una vez al día entre 1963 y 1968. La econometría era muy importante para nosotros. Aprendí de Harold Gregg Lewis que un solo estudio econométrico no es muy convincente. Sólo cuando alguna regularidad aparece al estudiar una cuestión desde distintos ángulos, en diferentes países, se puede decir algo seguro. Durante la guerra de Vietnam me involucré en el movimiento de paz. El entrenamiento que había recibido en Chicago se circunscribía a la economía, y a mí me comenzaron a preocupar la política exterior, el poder militar y la guerra. La transición fue personal y profesionalmente muy difícil. Durante seis años solo leí y no escribí nada. Tenía miedo. Me sentí un paria, como un deportista que abandona un deporte y comienza a practicar otro. Me divorcié, así que perdí mi trabajo, mi familia y mi carrera. Entre 1972 y 1974 edité la Revista de Economía Política Radical.
– A fines de la década de 1960 surgió un enorme esfuerzo para modelar la macroeconomía de corto plazo, sobre la base de fundamentos microeconómicos.
– En cierto sentido el esfuerzo había comenzado antes, cuando James Stemble Duesenberry, Friedman y Franco Modigliani le dieron especificidad a la función consumo planteada por John Maynard Keynes; y Dale Weldeau Jorgenson hizo lo mismo, con la función inversión. Todo lo cual es entendible, porque Keynes era un gran escritor pero La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero es un texto confuso, y no tuvo tiempo de revisarlo, porque se infartó. Pero, efectivamente, la pretensión de generar una macroeconomía de corto plazo, a partir de los comportamientos de las familias y las empresas, se sistematizó tres décadas después de la publicación de la referida obra.
– Este último esfuerzo no resultó totalmente exitoso.
– Cierto. La dificultad es técnica, pero el esfuerzo tuvo la virtud de dejar de pensar la evolución de los agregados, como si tuvieran vida propia, para razonar en términos del comportamiento de lo que Edmund Strother Phelps denominó personas de carne y hueso (people). Más allá de las dificultades formales, cualquier economista profesional, cuando tiene que pronosticar el valor futuro del consumo, la inversión o las exportaciones, razona a partir de la toma de decisiones individual.
– La escuela austríaca cuestionó la existencia misma de la macroeconomía.
– Reaccionó, como dije, frente a la pretensión de analizar la evolución de los agregados, como si tuvieran vida propia. Cuestión que, más allá de la técnica, en su momento tenía que ver con la discusión mercado versus planificación y tratar los comportamientos humanos como si fueran celdillas manipulables de la matriz de insumo producto.
– En la Argentina 2025 muchos afirman que la macro anda bien y la micro anda mal.
– Usan la ironía, cuando no la ignorancia. A quien afirma esto usted le tiene que preguntar: ¿qué macro anda bien? Le citarán la tasa de inflación, que a nivel precios al consumidor fue de 1,9% en agosto pasado. ¿Qué más?, tiene usted que insistir. Porque tanto las estimaciones estadísticas, como los testimonios individuales, apuntan que la reactivación económica se frenó a mediados de 2025. De modo entonces que eso de que la macro anda bien tiene más de poesía que de realidad.
– ¿Qué me dice con respecto a que la micro anda mal?
– Exactamente lo mismo. Es noticia, en radio y TV, que cerró una fábrica y despidió a todo su personal. Un hecho cierto. Pero pregunto: ¿en la Argentina, en 2025, no se estará abriendo alguna fábrica; no se estará ampliando alguna instalación; nadie está comprando alguna máquina? Bernardo Neustadt decía que era noticia el avión que se estrellaba, pero no los miles de aviones que llegaban a destino sin ningún inconveniente. Estoy sugiriendo que en su país, como en todos los países del mundo, la realidad es heterogénea, pero podemos estar delante de un sesgo informativo. Cada radioescucha, o televidente, debe corregir en su mente el referido sesgo.
– La realidad es heterogénea.
– Nunca está de más recordarlo. Claro que, cuando uno se aproxima al análisis de cualquier variable, primero tiene que prestarle atención al total (en el caso de producción y ventas) o al promedio (en el caso de tasa de inflación); pero inmediatamente después a la desagregación por sectores, regiones. Recordando siempre que lo que, en el plano estadístico, aparece como un “desagregado”, en la práctica es un “no tan agregado”. Porque, en un sentido fundamental, el sector textil no existe; lo que existen son seres humanos dedicados a la producción y venta de productos textiles, con realidades y resultados heterogéneos, que ningún vocero del sector explicita nunca. No es nada personal: lo mismo ocurre con quien habla en el nombre de los productores agropecuarios, los economistas o los deportistas.
– Macro y micro, entonces, ¿son lo mismo?
– Son dos perspectivas que se refieren a una misma realidad. Realidad que surge de millones de decisiones que, de manera individual, realizan los millones de seres humanos que viven en la Argentina. En manos profesionales, el uso de esta doble perspectiva no genera ningún problema, en manos no profesionales, puede generar confusión. Para aclarar esto estamos los profesionales.
– Don Leonard, muchas gracias.