PARÍS.– Emmanuel Macron había prometido el lunes ir “rápidamente” y cumplió: Francia tiene este martes un nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu. Su nombramiento se produce menos de 24 horas después de la renuncia obligada de su antecesor, François Bayrou, decidida por el Parlamento.
Quien fuera hasta ahora ministro de Defensa deberá enfrentar un periodo de turbulencias sociales como solo este país es capaz de desencadenar en Europa. Una agitación que comenzó este mismo martes con el movimiento “Bloqueemos todo” —sucedáneo de los “chalecos amarillos”— que ha llamado a paralizar el país.
En un comunicado del Palacio del Elíseo difundido a las 20, el presidente de la República encargó al nuevo primer ministro Sébastien Lecornu “consultar a las fuerzas políticas representadas en el Parlamento con el fin de adoptar un presupuesto para la Nación y construir los acuerdos indispensables para las decisiones de los próximos meses.”
El Elíseo precisa que la acción del nuevo primer ministro “estará guiada por la defensa de nuestra independencia y nuestro poder, el servicio a los franceses y la estabilidad política e institucional para la unidad del país.»
Fiel entre los fieles de Emmanuel Macron, fino político y, sobre todo sin ninguna ambición presidencial, Sébastien Lecornu, de 39 años, es uno de los miembros más destacados de la nueva generación de políticos franceses.
Hombre de campo, con raíces políticas en la derecha, Lecornu había ganado la confianza del presidente después del “gran debate nacional” que coorganizó tras la crisis de los chalecos amarillos en 2019, y luego al frente del Ministerio de Defensa desde mayo de 2022. Tras del fracaso de Michel Barnier y del centrista Bayrou, finalmente ha llegado la hora para quien solía decir que no era “candidato a nada”.
Un candidato “a nada” que deberá ahora hacer frente a infinitos desafíos y, sobre todo, ser capaz de sortear la trampa de un presupuesto 2026 que ya provocó la caída de sus dos antecesores. Ese difícil ejercicio, marcado por una composición parlamentaria casi imposible de satisfacer, comenzará este mismo miércoles, con la anunciada jornada de “Bloqueemos todo”.
Con ese objetivo y sin prejuzgar del poder de convocatoria de ese movimiento-nebulosa que carece de organización o dirección, sus ignotos organizadores han previsto cerca de 100 acciones en la región parisina y más de 600 en otras regiones del país, que comenzaron ya este martes por la noche.
L’ex-ministre des Armées, Sébastien Lecornu, a été choisi comme premier ministre, par Emmanuel Macron. pic.twitter.com/PsUO0iFktO
— Le Figaro (@Le_Figaro) September 9, 2025
Varias huelgas fueron también convocadas por varios sindicatos, especialmente en el transporte o en los hospitales, a las que se sumarán otras acciones, algunas de las cuales recuerdan a las de los chalecos amarillos, con bloqueos de vías de comunicación, sabotajes de radares o de cajeros automáticos. También circulan en redes sociales y mensajerías llamados a no usar la tarjeta bancaria o a no hacer compras.
Se podrían sumar los liceos, los colegios secundarios y las universidades.
“Debemos participar en este movimiento social, porque somos los primeros afectados por el presupuesto. Después de todo, somos los futuros ciudadanos de Francia», estima Sofia Tizaoui, presidenta de la Unión Sindical de Estudiantes de Secundaria, el primer sindicato estudiantil de secundaria, que ha llamado al bloqueo de los liceos.
Cortes de ruta
En el oeste francés, los ciudadanos movilizados se reunirán desde las 6 de la mañana del miércoles con la perspectiva de bloquear las circunvalaciones de Rennes y Nantes. Se anuncian acciones similares o controles filtrantes también en Brest, Vannes o Caen. En París, desde la medianoche de este martes al miércoles, militantes planeaban bloquear varias puertas del cinturón periférico (La Chapelle, Bagnolet, Montreuil, Italia, Orleans, entre otras) y continuar sus bloqueos durante la mañana, con asambleas espontáneas.
En el transporte público, los trenes de corta distancia se verán más afectados que la red de trenes de alta velocidad, metros, tranvías o autobuses parisinos. La Dirección General de Aviación Civil (DGAC) prevé por su parte perturbaciones y retrasos “en todos los aeropuertos franceses” el miércoles.
Sitios industriales y plataformas logísticas, comercios, refinerías, hospitales, recolectores de basura y fábricas… Numerosos empleados han previsto bloquear empresas de toda naturaleza. Respondiendo a la convocatoria del sindicato CGT (comunista), los recolectores de basura se movilizarán con al menos una quincena de avisos de huelga en diversas regiones de Francia, “principalmente en zonas rurales”.
Se prevén desfiles y manifestaciones en Rennes y Nantes desde la mañana. Los responsables sindicales de las uniones departamentales parisinas (de la CGT, FSU, Solidaires) se han dado cita desde las 13 en el centro de la capital, en la plaza de Châtelet. A las 14:30, se anuncia una “gran manifestación” en Toulouse.
Unos “80.000 gendarmes y policías” serán movilizados, anunció el lunes por la noche el ministro del Interior, Bruno Retailleau, advirtiendo que “no se tolerará ninguna violencia”. Los policías y gendarmes desplegados “tendrán una consigna muy clara, que es la firmeza” y “deberán detener de inmediato” en caso de delitos sospechados.
“Cuando hay desfiles, los acompañaremos porque es un derecho constitucional manifestarse tranquilamente. Pero no soportaremos ninguna violencia ni desbordamiento“, advirtió Retailleau. Para preparar esta jornada, el ministro del Interior reunió a los prefectos en videoconferencia a las 11 de este martes.
Pero, ¿cómo se construyó esta movilización? Fue en mayo, en un canal confidencial de Telegram llamado “Les Essentiels”, donde apareció por primera vez la propuesta. Definiéndose como un “punto de encuentro” para construir “una Francia justa, arraigada, humana”, el canal es animado por un tal Julien Marissiaux, creador de un café asociativo en el norte el país, según él mismo relató. El llamado terminó por desencadenar una efervescencia en las redes sociales, alimentada por el rechazo al plan de ahorros de François Bayrou y luego por el apoyo de la izquierda.
“Este movimiento se inscribe en la línea de las nuevas movilizaciones ciudadanas que vimos aparecer a principios de los años 2000 con la emergencia de plataformas digitales, como ‘Nuit debout’ o, más recientemente, los Chalecos Amarillos», analiza Antoine Bristielle, director del Observatorio de la Opinión en la Fundación Jean-Jaurès, aunque señalando diferencias sociológicas con estos últimos.
El movimiento contó con el apoyo de Jean-Luc Melenchon, líder de la extrema izquierda de La Francia Insumisa “a la iniciativa popular del 10 de septiembre”, que fue seguido por los ecologistas, el Partido Comunista Francés (PCF) y el Partido Socialista (PS), así como por la CGT (sindicato de orientación comunista).
Un poco menos de uno de cada dos franceses (46%) apoya el movimiento que llama a “bloquear” este miércoles, mientras que el 28% se opone y el 26% es indiferente, según una encuesta publicada por el periódico La Tribune Dimanche. La primera razón que podría explicar el apoyo a este movimiento sería “la caída del poder adquisitivo”, según un estudio Ipsos-BVA-CESI, realizado del 3 al 4 de septiembre con una muestra de 1000 personas representativas de la población francesa de 18 años y más.
En detalle, los simpatizantes de izquierda apoyan masivamente (73% para LFI, 67% para los ecologistas y 61% para el PS) el movimiento, y en menor medida (58%) los de la extrema derecha de la Reunión Nacional (RN) de Marine Le Pen, según la encuesta. Por el contrario, el movimiento es rechazado en un 73% por los simpatizantes de centro-derecha y centro-izquierda Renaissance-Horizons-Modem y en un 57% por los LR. Por categorías de edad, solo los mayores de 60 años rechazan mayoritariamente el llamado a bloquear todo y sus iniciativas heterogéneas.