“Mantequita, llorón y quejoso”: el día en que Raúl Alfonsín estalló contra Saúl Ubaldini y no se guardó nada

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A diferencia de lo que sucede en nuestros días, hace exactamente cuatro décadas, en los primeros años del regreso a la democracia, las agresiones verbales, las malas palabras, los vituperios infamantes no eran parte constitutiva del discurso del primer mandatario, ni de los políticos, en general.

Por eso llamó tanto la atención, y fue tema de discusión durante días, cuando el presidente argentino Raúl Alfonsín, en un discurso en Trelew del 17 de mayo de 1985 se refirió al dirigente sindical Saúl Ubaldini con el apelativo de “mantequita” y, tras cartón, lo trató de “llorón”. Ni siquiera fue un insulto propiamente dicho, y comparado con estos tiempos, prácticamente no es nada, pero en aquel momento causó conmoción y fue tema de conversación durante días.

Pero también fue el reflejo de un conflicto, el del presidente con la CGT, que marcó la época.

Saúl Edolver Ubaldini saluda al Raúl Ricardo Alfonsín, en el año 1985; pese a la sonrisa de ambos, la relación entre los dos sería ríspida durante todo el gobierno del presidente radical

El retorno a la democracia

En diciembre de 1983, luego del trágico período de la dictadura militar, el país había vuelto al sistema democrático a través del voto y la sociedad vivía una especie de primavera en cuanto a la recuperación de sus derechos fundamentales y sus libertades.

Alfonsín, candidato a la presidencia por la Unión Cívica Radical, había llegado al sillón de Rivadavia con la promesa de que “con la democracia se come, se cura y se educa” y con sus emocionantes lecturas en voz alta del preámbulo de la Constitución Nacional.

La propaganda electoral de Alfonsín con el eslogan: El presidente electo Raúl Alfonsín se dirige a la multitud desde los balcones del Cabildo de Buenos Aires, durante el acto de Asunción presidencial, el 10 de Diciembre de 1983.
Es la vuelta a la vida democracia en la Argentina

 Sin embargo, y más allá de la algarabía por el retorno a la senda republicana, en aquel mayo de 1985 había por lo menos dos cosas que no estaban bien en la Argentina.

La primera, la situación económica. El año anterior, la inflación había sido de 700 por ciento y no mejoraba en el 85. En febrero, el primer ministro de Economía del alfonsinismo, Bernardo Grinspun, había sido reemplazado por Juan Vital Sourrouille. En un acto en la Plaza de Mayo a finales de abril, Alfonsín informaba a la población que se acercaban tiempos difíciles y que se debía llevar adelante una “economía de guerra”.

La portada de la revista Humor registrado del año 1983 caricaturiza la relación entre el gobierno de Alfonsín y la CGT, el primero representado por el ministro de Economía, Bernardo Grinspun y la segunda por Saúl UbaldiniEl ministro de economia Juan Sourrouille y Raul Alfonsin.

Una relación tensa

Y la otra cosa que no marchaba sobre ruedas en esos tiempos era la relación entre el presidente Alfonsín y la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT), representada básicamente por un de sus Secretarios Generales, el sindicalista cervecero Saúl Edolver Ubaldini.

La raigambre peronista de la central obrera ya de por sí convertía a la CGT en un polo opositor al gobierno dirigido por un radical. Pero, además, la relación se puso más tensa cuando Alfonsín intentó realizar una democratización de los sindicatos. Algo que, a la postre, por la reticencia de las centrales obreras, terminó con la renuncia del propulsor de la medida, el ministro de Trabajo, Paulino Mucci.

El histórico sindicalista Saúl Ubaldini

En este estado de cosas, y cuando la CGT ya había planificado realizar el segundo paro general contra el gobierno de Alfonsín para el día 23 de mayo -el primero había sido en septiembre de 1984-, es que se produce el discurso del primer mandatario contra su principal adversario del universo sindical.

Pero antes se debe aclarar que el particular exabrupto del titular del Poder Ejecutivo se dio como una especie de respuesta a una velada advertencia -¿o amenaza?- de Ubaldini contra el gobierno nacional.

La pelea entre Alfonsín y Ubaldini y las frases del presidente contra el dirigente sindical ocuparon la primera plana de los diarios de la época

“O cumplen o se van”

En dos actos diferentes, frente a trabajadores de Formosa y Mendoza, este líder de la CGT, caracterizado por su expresión compungida y el sempiterno uso de la misma campera de cuero, sentenció: “Ya cubierta la cuota de la mentira electoral, les tenemos que decir: o cumplen con la reactivación de la política socioeconómica o se van”.

En Mendoza, el 16 de mayo, Ubaldini ratificó el paro y la movilización con estas palabras: “El 23 de mayo estaremos en la Plaza de Mayo, les guste o no, y ahí se escuchará la voz del pueblo”.

Saúl Ubaldini, en un discurso en Mendoza, envió un mensaje al gobierno en el que le advertía que debía cambiar la política económica o pensar en irse

En aquellas épocas, por supuesto, no existían las redes sociales y la televisión no estaba aún tan pendiente de las idas y vueltas entre los políticos, pero de todas formas, Alfonsín se encargó de recoger el guante que le había tendido el cervecero y ni bien pudo, le respondió. No necesitó nombrarlo, pero ya en ese entonces todos sabían a quién se dirigía su afrenta.

Así, la respuesta del mandatario oriundo de Chascomús llegó el 17 de mayo, cuando visitó Trelew, capital de Chubut. La intención del presidente en esa provincia era la de visitar plantas industriales, algo que hizo, pero su viaje quedó marcado por su discurso.

Alberto Fernández recibe la campera de Saúl Ubaldini de manos de su hijo

“No lo vamos a resolver con llorones”

Fue en el palco oficial, montado en la proximidad de la municipalidad de Trelew donde Alfonsín, después de recibir la llave de la ciudad, se despachó contra el hombre de la CGT.

El jefe de Estado se refirió al “sentido ético” de los argentinos y argentinas y, al hablar de ellos, dijo: “Conozco que a veces aprietan los dientes pero están dispuestos por seguir adelante para afianzar esta Argentina que nos merecemos y soñamos y que no es otra que la que soñaron los hombres que nos dieron la nacionalidad”.

Raúl Alfonsín en su discurso en Trelew en el que trató de

“Yo sé que lo vamos a lograr”, continuó Alfonsín. Y luego lanzó la frase que haría historia: “Aunque algunos mantequitas están llorando y quejosos (…) queremos resolver cuanto antes los problemas, pero no los vamos a resolver con llorones que se ponen frente al pueblo para decirles que hay que cambiar la economía o que se vayan”.

Ese mismo día, en la misma provincia, el presidente chocaría otra vez con la hostilidad del peronismo. Fue en Puerto Madryn, donde luego de una serie de visitas, Alfonsín se puso a dar un discurso y fue prácticamente interrumpido por los abucheos de integrantes de la juventud peronista.

“Estos muchachos que vienen a gritar sus consignas y creen que con eso ganan, mientras que yo pienso que pierden, y así no volverán. Tal vez sea bueno que vuelvan porque es buena la alternancia de la democracia (…) porque para convencer a la ciudadanía y lograr votos hay que empezar a respetar la democracia”, dijo entonces el primer mandatario, predicando, como era habitual en él, los valores democráticos frente a la intolerancia.

Raúl Alfonsín se caracterizaba por la vehemencia en sus discursos, pero cuando hizo alusión a Saúl Ubaldini -sin mencionarlo- la vehemencia se incrementó poderosamente

De Menem a Bonafini, todos opinan

Como sea, la relación conflictiva entre el gobierno nacional y la CGT se puso todavía más tirante cuando el presidente trató a los secretarios generales de esa entidad de “llorones”. En realidad el apuntado había sido Ubaldini. Si bien la central de trabajadores tenía otro dirigente al frente, que era el sindicalista del caucho Osvaldo Borda, el más carismático y quien quedó en la historia como uno de los principales contrapuntos del alfonsinismo en el poder, fue el primero.

Raúl Alfonsín recibe a Carlos Menem, el 17 de septiembre de 1987

A raíz de esta disputa, y en vistas del paro y movilización que se aproximaba para el 23 de mayo, muchos fueron los dirigentes, políticos y demás figuras que opinaron acerca de este intercambio, de alto voltaje para aquella época.

“Ambos tendrían que mantener la calma frente a este estado de nerviosismo, que es producto de la crisis que vive el país”, dijo el entonces gobernador de La Rioja, un tal Carlos Saúl Menem. A Antonio Tróccoli, ministro del Interior del país, le pareció “anecdótico lo dicho por Alfonsín y acotó: ”Nosotros creemos que al país hay que calmarlo».

Ernesto Sabato opinó sobre las expresiones de Saúl Ubaldini y la respuesta de Raúl Alfonsín

Con su habitual floritura discursiva, el dirigente peronista Antonio Cafiero, sentenció: “Esta intemperancia verbal no nos hace nada bien. Tenemos que saber dominar el micrófono y nuestras emociones”.

El escritor Ernesto Sabato se las tomó con las expresiones de Ubaldini, más que con las de Alfonsín: “Lo que cabe en un gobierno constitucional es que transcurra como lo manda la Constitución y termine su mandato el presidente (…). El otro camino es el golpe y aquí se está preconizando, diciendo cosas que se parecen bastante. Esto y hablar de golpismo me parece lo mismo”.

Por su parte, quien también emitió su opinión en este caso fue la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini que, fiel a su estilo, declaró sin contemplaciones: “No estamos en contra de las reivindicaciones de los obreros, pero creemos que los actuales dirigentes gremiales, que nunca se acordaron de los desaparecidos, no pueden estar al frente de los trabajadores”.

Antonio Tróccoli, ministro del Interior de Raúl Alfonsín

“Llorar es un sentimiento, pero mentir es un pecado”

En una entrevista brindada a la revista Gente, el propio Ubaldini intentó bajar el tono a su expresión acerca de que el gobierno debería cambiar o irse. “Nosotros no queremos que se vaya nadie -dijo-. Queremos que se rectifique la política socioeconómica. No es un ataque a una sola persona. No se puede comparar a los tecnócratas con lo que es la República. Yo no he dicho nada contra el presidente de la Nación, ni lo he nombrado”, dijo el dirigente sindical y añadió: “Hemos dado al gobierno varias oportunidades para salir de su aislamiento. Yo creo que los que están en el poder no alcanzan a entender (…) la gravedad de la crisis que hay abajo”.

La CGT realizó su segundo paro general contra el gobierno de Raúl Alfonsín el 23 de mayo de 1985

En cuanto a las expresiones hacia su persona por parte de Alfonsín, Ubaldini replicó: “Me pareció una falta de ética del señor presidente. Pero que no se preocupe, que no le voy a hacer ningún juicio. Yo no soy mantequita, ni llorón, ni quejoso, así que no me siento afectado”.

Finalmente llegó el acto de la CGT del 24 de mayo. Según los organizadores, unas 200.000 personas colmaron la Plaza de Mayo. Según el gobierno, llegaban como mucho a 80.000. Pero lo importante fue que, a su turno de tomar la palabra -el conductor que llevaba adelante el acto era Juan Carlos Rousselot– Ubaldini volvió a agitar la amenaza: “O son capaces de cambiar la política socioeconómica o que se vayan”, a lo que el público presente respondía: “¡Qué se vayan!, ¡Qué se vayan!“.

Envalentonado por la respuesta de los presentes, esta vez sí el dirigente cervecero decidió hacer alusión a lo dicho por Alfonsín sobre su persona y dijo, de manera tajante: “Llorar es un sentimiento, pero mentir es un pecado”.

“Cosas de la democracia”

El cruce puntual entre el presidente de la nación y el máximo dirigente sindical pasó, pero el conflicto continuó. A lo largo de los años que estuvo Alfonsín en el poder -se retiró en julio de 1989, cinco meses antes del fin de su mandato, en medio de una tremenda crisis económica-, Ubaldini, al frente de la CGT, hizo en total unos 13 paros generales.

Un récord que no se igualaría en ningún otro gobierno democrático, mucho menos en uno de signo peronista.

Moyano y Daer festejan el saludo de Alfonsín a Ubaldini, el ex titular de la CGT que hizo 13 paros generales en la gestión del ex presidente

En relación con esto, quizás la opinión más dura la daría, en medio del conflicto de aquel mayo de 1985, el vocero presidencial José Ignacio López. Este periodista volcado a funcionario señaló que “cierta prensa” había magnificado algunas expresiones, como “mantequita”, pero había minimizado el mensaje de Alfonsín. “El discurso del presidente tuvo un contenido muy importante porque en él definió quiénes son los enemigos y quiénes los aliados del país”, remató el portavoz del primer mandatario.

José Ignacio López, periodista y vocero del presidente Raúl Alfonsín

En octubre de 2001, en su rol de senador electo por la provincia de Buenos Aires, Raúl Alfonsín (fallecido en 2009) visitó la CGT y se dio un abrazo con Saúl Ubaldini (murió en 2006), entonces diputado nacional. Cuando alguien mencionó el número 13, Hugo Moyano, presente en la reunión, sentenció: “No digan esa cifra que para el doctor Alfonsín es un mal recuerdo”. Pero entonces, el expresidente tomó la palabra y señaló: “Está todo bien, muchachos. Son cosas de la democracia”.

Archivo: Juan Trenado

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