Lo hizo Lanús. Sufrió, pero logró el objetivo y emocionó. Con entrega y sacrificio, también con el espíritu de los equipos que se reponen a la adversidad y sacan adelante un partido que se hizo cuesta arriba, porque Fluminense a los 20 minutos estaba en ventaja y era amplio dominador. Los incidentes en la tribuna entre los hinchas y la policía militar, otro episodio que los Granates debieron soportar: no dejarse llevar por el entorno, una muestra de madurez, aún con futbolistas que protagonizan los primeros duelos internacionales. Una genialidad del juvenil Dylan Aquino, que iluminó con el desparpajo del potrero, marcó el empate 1 a 1, resultado que clasificó a Lanús a las semifinales, donde esperará por el ganador de la serie entre Alianza Lima (Perú) y Universidad de Chile.
Un comienzo sin estudio, donde Lanús enseñó que pulsearle el dominio de la pelota estaba en los planes que estableció Pellegrino. No dudó en presionar arriba en los primeros compases, aunque descubrió que podía convertirse en un arma de doble filo: corrió con campo a favor Fuminense y Sasha Marcich cerró como un zaguero central ante el uruguayo Agustín Canobbio, que se relamía para definir. El charrúa apareció por izquierda y en la siguiente acción, por la derecha, remató después de una pérdida de la pelota de Eduardo Toto Salvio y la combinación de pases que lo dejó libre, sin marcas, aunque Nahuel Losada controló el balón.
Lanús tuvo que recapitular la postura, porque Fluminense se mostró más preciso, rápido e intenso. Los defensores centrales Thiago Silva y el argentino Juan Pablo Freytes achicaban el terreno defendiendo en la mitad de la cancha, por lo que el Granate necesita de la circulación de la pelota para descomprimir. Dos cabezazos pusieron en jaque a la defensa: Everaldo y luego Acosta no tuvieron puntería, aunque ganaron y con diferentes argumentos. El corpulento y experimentado N°9, imponiendo su físico; el exBoca, apareciendo por sorpresa en el punto penal.
La franja izquierda, la elegida por Fluminense para lastimar. La velocidad y potencia del colombiano Kevin Serna, una fórmula que Lanús no lograba desactivar. De un desborde del cafetero se armó la jugada del gol, con el que los cariocas emparejaron el resultado global: Acosta tuvo la oportunidad de rematar de cabeza, pero optó por asistir a Canobbio, que ensayó una pirueta y dejó sin respuesta a Losada. El gol no le quitó dinámica a Flu, que de un lateral construyó una nueva chance de gol: saque largo, al área, de René; Everaldo peinó el balón y por la derecha asomó Samuel Xavier, que retornaba a la formación tras un mes: el disparo de derecha rozó el poste de Losada.
La primera imagen que pretendió enseñar Lanús se desdibujó. Los volantes no juntaban pases ni eran una barrera para los avances de Fluminense; Salvio y Moreno no tenían oportunidades de quitarle ritmo a los cariocas, que estaban plantados en el campo granate. Pellegrino dejó liberadas las bandas, se encerró buscando conducir a un embudo al rival, pero los brasileños –fiel a su estilo- explotaban con las trepadas de Samuel Xavier y René, más el aporte de Sena. Fallaba Everaldo, el hombre de la estocada final y que no dudaba en enzarzarse en lucha con el paraguayo José Canale.
Los últimos diez minutos del primer tiempo, Lanús logró escapar del asedio de Fluminense. Los cariocas bajaron la intensidad, se tomaron un respiro, y ahí los Granates expusieron la mejor versión ante un rival que hizo un papel destacado en el Mundial de Clubes, donde superó a Inter, de Milán, y quedó eliminado por el campeón Chelsea en las semifinales. Rodrigo Castillo logró aguantar la pelota y hasta arrancarle una tarjeta amarilla a Thiago Silva; Moreno y Salvio conectaron en un par de ocasiones, y los volantes de contención Agustín Cardozo y Diego Medina descansaron, porque la pelota ya circulaba por el campo de Flu.
El reinicio del juego, un desarrollo que en el campo de juego resultó normal, no se produjo en el tiempo estipulado por los incidentes que se desataron en el sector que ocupaban los hinchas de Lanús. Los futbolistas se agruparon en la cancha, observando junto al árbitro, cuáles eran las acciones que se ofrecían en las gradas. El comienzo de los incidentes se originó en la zona de los sanitarios del estadio Maracaná y entre propios hinchas de Lanús, aunque los simpatizantes regresaron a la tribuna con la policía lanzando golpes sobre la gente.
Con 36 minutos de entretiempo, la pelota volvió a rodar en el Maracaná, aunque el ambiente era totalmente distinto. Recuperar la concentración, la motivación, el deseo de jugar, sin conocimiento de cuál es la situación en las tribunas de familiares y personas que son allegadas es un reto que no todos los jugadores están en condiciones de afrontar. Las reacciones son disímiles: están aquellos que mantienen la calma y otros a los que las pulsaciones se les aceleran y juegan con un nerviosismo que antes no enseñaban.
En la reanudación fue Fluminense quien logró meterse más rápido en el partido. Aquellos últimos diez minutos en los que Lanús dio un paso al frente en el primer tiempo desaparecieron y los cariocas volvieron a enseñarse dominantes. Protestaron una mano de Izquierdoz dentro del área, y aunque el balón rebotó en la mano del zaguero fue producto de un despeje pifiado del capitán; Martinelli capturó el rechazo y provocó una reacción imperial de Losada, que evitó la segunda conquista de Fluminense.
El juvenil Aquino y Walter Bou, las dos variantes que ensayó Pellegrino para modificar el escenario. Castillo y Alexis Segovia, que tenía tarjeta amarilla, fueron los que dejaron la cancha. Lanús no lograba volver a ser protagonista, pero tampoco padecía el empuje de Fluminense. Y en una combinación perfecta, precisa, entre Aquino y Moreno –que colocó una asistencia magistral- el chico, de 20 años, definió ante la salida de Fabio para marcar su tercer tanto en la Copa Sudamericana y desatar la locura de los hinchas en las tribunas.
Revitalizó Renato Gaúcho a la alineación: a los ingresos de Cano y Otávio, en el comienzo del segundo tiempo, se sumaron las de Keno, John Kennedy –autor del gol en la final con Boca- y el juvenil Riquelme Felipe. Fluminense renovó todo el frente ofensivo, porque el empate lo dejaba vacío. Lanús, con más aplomo, con las energías renovadas después del tanto de Aquino, esperó y lanzó un par de contraataques de riesgo, que paralizaron a los torcedores: Marcich hizo lucir a Fabio y en el rebote, Salvio careció de puntería.
El resumen de la clasificación de Lanús en el Maracaná
Con los cambios de Nicolás Morgantini y Franco Watson, Lanús refrescó la zona de los volantes a expensas de quedarse sin dos de los futbolistas de mayor experiencia: Moreno y Salvio. Pellegrino apostó al empate con el sacrificio y el esfuerzo como bandera, prácticamente archivando la posibilidad de retener el balón con dos de sus titiriteros. Fluminense dejó de tener las ideas claras, aunque no cesó en el empuje: Riquelme Felipe cruzó la pelota y Cano, por el sector opuesto, desvío el remate. Keno tuvo su oportunidad, pero la pelota rebotó en Izquierdoz y en el contraataque, Aquino descubrió una falta en el borde del área para darle mayor dramatismo al juego.
Los seis minutos que adicionó el árbitro venezolano se consumieron con Fluminense volcado con desesperación en ataque y Cano, de cabeza, estrelló la pelota en el pal; Flu perdía un invicto de 22 partidos internacionales jugando como local. Lanús se hizo gigante en la cancha y se repuso a los incidentes en las tribunas para protagonizar un impacto en el Maracaná, la clasificación la empezó a escribir con el agónico gol de Moreno en la Fortaleza y la selló con la sutileza de Aquino.