María Corina Machado desafía al régimen venezolano con su lucha por la libertad

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Machado destaca el éxodo venezolano como un drama humano y un riesgo para la seguridad hemisférica(AP Photo/Ariana Cubillos, File)

“Yo solo consigo mi vida en libertad y en Venezuela, punto. Yo no tengo opción. No quiero vivir en ningún lugar del mundo, aunque me encanta viajar y tengo amigos entrañables en todas partes, pero solo consigo mi vida en libertad y en Venezuela, de modo que yo no tengo otra opción que hacer lo que estoy haciendo”, asevera María Corina Machado, la líder de la oposición venezolana, cuando Pilar Rahola le pregunta sobre el coraje de mantenerse en primera línea pese a los riesgos de un régimen que, como ella afirma, está “vinculado al narcotráfico”, ejerce la represión “de forma brutal” y ha fragmentado al país y a las familias.

Machado, entrevistada vía teleconferencia desde un lugar no identificado en Venezuela, suma: “La importancia absolutamente existencial de la libertad para poder respirar. Entonces, yo siento que Venezuela está viviendo un momento existencial de profundas transformaciones, para bien.” Expone así el profundo sentido de trascendencia que la impulsa: “Tengo una enorme confianza en los venezolanos, profunda, confianza y respeto. Y, por lo tanto, no tengo duda que el destino de esta lucha va a ser la libertad de nuestro país. Le vamos a dejar a nuestros hijos una nación de la que se van a sentir absolutamente orgullosos de ser venezolanos”.

Es una lucha cargada de dolor: “La separación de mis hijos, el no ver a mi mamá, el no ver a nadie, el no poder ver a alguien a los ojos, abrazar, tocar, acariciar… Pero al mismo tiempo, ha sido un espacio de introspección y de reinventarte con los recursos que tienes disponibles”. María Corina Machado es categórica: “Cada quien toma esta decisión y la toma todos los días de su vida. Yo le doy gracias a Dios, porque siento que estoy sirviendo, siendo útil a una causa que nos trasciende”.

Vivir en la clandestinidad: la reinvención de la lucha personal

En un país marcado por la represión, el exilio y el control social, la figura de María Corina Machado emerge como un símbolo de resistencia cotidiana. Su vida actual, forzadamente clandestina, es en sí misma un acto de rebeldía. “Son circunstancias para las que nunca jamás nos preparamos ni pensamos que pudiéramos soportar. La separación de mis hijos, el no ver a mi mamá, el no ver a nadie, el no poder ver a alguien a los ojos, abrazar, tocar, acariciar, pelear”, describe, con la voz entrecortada, sobre la experiencia íntima de la represión bajo la dictadura de Nicolás Maduro.

La clandestinidad no solo la ha aislado, también la ha obligado a mirarse hacia adentro para encontrar fuerzas y recursos impensados. Machado lo reconoce con sinceridad: “Pero al mismo tiempo, ha sido un espacio de introspección y de reinventarte con los recursos que tienes disponibles”. En esa reinvención personal, el motor siempre ha sido algo mayor a su propio bienestar: “Yo siento que hoy estamos planteándole al mundo entero lo poderoso que es la fuerza de un movimiento social y cultural alrededor de valores que nos unen, como la dignidad humana, el respeto mutuo, la diversidad, el valor de la familia”.

La esperanza de reunificación y retorno impulsa la lucha de millones de venezolanos

Sin ocultar el dolor y la incertidumbre que supone vivir a la sombra, la dirigente enfatiza el sentido de misión compartida que la sostiene: “Venezuela está viviendo un momento existencial de profundas transformaciones para bien”, insiste una y otra vez, dejando claro que su decisión no es solo política, sino vital. “Al final… uno termina avanzando un día a la vez”, confiesa, dejando entrever la dimensión profundamente humana de una lucha que desde afuera suele verse solo en términos de estrategia y poder.

La motivación del riesgo: una vida entregada a la causa de Venezuela

Para María Corina Machado, la permanencia en Venezuela y la decisión de mantenerse en lucha no obedecen al simple cálculo político ni a una romántica vocación de mártir, sino a la convicción más radical. “Yo solo consigo mi vida en libertad y en Venezuela, punto. Yo no tengo opción”, declara sin rodeos, marcando en cada palabra su pertenencia y su sentido de destino compartido con millones de venezolanos dentro y fuera del país.

Esta determinación se entrelaza con una mezcla de razones profundas que exceden lo personal: patria, dignidad, familia y memoria. “Todo lo que has dicho y más. O sea, yo solo consigo mi vida en libertad y en Venezuela, punto… Pero además lo hago dándole gracias a la vida de estar aquí en este lugar y en este momento, porque siento que esto nos ha dado a todos un enorme sentido de trascendencia a nuestra existencia”, explica Machado.

El motor para soportar el peligro, dice, es la esperanza y la confianza en quienes la rodean: “Tengo una enorme confianza en los venezolanos, profunda, confianza y respeto. Y, por lo tanto, no tengo duda que el destino de esta lucha va a ser la libertad de nuestro país”. La experiencia de saber que su batalla tiene un alcance más allá de sí misma le brinda fuerza vital: “Sentir que tú eres parte de un proceso que cambia la historia, a mí me da una enorme fuerza vital y le doy gracias a Dios, porque siento que estoy sirviendo, siendo útil a una causa que nos trasciende”.

En esta lucha diaria, la decisión es siempre individual, pero el compromiso es colectivo: “Y yo sí creo, Pilar, que al final esto es una decisión individualísima. Cada quien la toma y la tomas todos los días de tu vida”.

La épica democrática y el aislamiento internacional del régimen

La líder opositora denuncia la represión y el aislamiento bajo el régimen de Maduro.Jimmy Villalta / Europa Press

En la historia reciente de Venezuela, el auge y la resistencia de la sociedad civil frente al poder absoluto ha sido un fenómeno atípico para los estándares latinoamericanos y mundiales. La epopeya de los “sesenta mil comanditos” y la organización desde abajo, que desafió sin recursos al aparato de represión estatal, constituye uno de los mayores orgullos de María Corina Machado. “Todo este trabajo que tú describes, que hicimos… vos lo dices con las uñas, en esa Venezuela profunda, sin plata, sin medios de comunicación, sin apoyos externos. Esto fue algo realmente orgánico, genuino”, asegura con énfasis.

Mientras afuera el relato de la crisis venezolana muchas veces se reduce al drama humanitario y a la denuncia de la represión sistemática, Machado subraya el carácter trascendente de esta movilización: “Eso es lo que nos han dicho todo este camino, que era imposible, que era imposible que la sociedad se levantara frente a un aparato brutal de fraude, de mentira, de persecución, y que lográramos hacer lo que hicimos”.

Para la líder opositora, el país se embarcó en una “lucha existencial y espiritual” que permitió superar “unas barreras, unos muros que el régimen había construido para dividirnos. Que si blancos y negros, ricos y pobres, izquierda y derecha, los que estamos en el país, los que se han ido… Somos todos ciudadanos venezolanos, iguales. Queremos lo mismo, queremos a nuestros hijos de vuelta”.

María Corina Machado rechaza la visión según la cual los venezolanos han sido víctimas pasivas y recuerda que la ciudadanía le “quitó al régimen las calles, le quitó los corazones, le arrebató la mente que ellos controlaban con el control social. Los derrotamos espiritualmente, políticamente y electoralmente… ¿Qué les queda? Aferrados al poder con la fuerza y con una represión brutal”.

Sin embargo, al observar que la comunidad internacional ha sido reticente a afrontar con contundencia la naturaleza criminal y colapsada del régimen, la dirigente alza la voz: “Es el momento de actuar frente a un sistema criminal. Todo esto ha quedado claro. Es el momento de actuar frente a un sistema criminal”.

El drama del éxodo y la seguridad hemisférica

María Corina Machado reafirma su compromiso con la libertad y la lucha opositora en Venezuela

El éxodo de millones de venezolanos, considerado por María Corina Machado como “probablemente, el exilio político más importante del mundo en este momento”, constituye para la dirigente no solo un drama humano —que se extiende por toda Latinoamérica—, sino la muestra más alarmante de la ruptura social y del colapso institucional promovido desde el poder. “Estamos hablando de millones, millones de desplazados venezolanos… Es un contingente humano que desborda completamente Latinoamérica”, reconoce.

Para Machado, este proceso migratorio es también un punto de alarma para la comunidad internacional, que se arriesga a subestimar no solo el sufrimiento venezolano, sino las consecuencias geopolíticas: “Esto es un tema de seguridad hemisférica y de seguridad nacional de los Estados Unidos. No es solamente un tema de solidaridad humanitaria y ética”. Enumera sin rodeos los intereses y alianzas transnacionales que sostienen al régimen: “Rusia, China, Irán, Hezbolá, Hamás, operando libremente en Venezuela. Súmale los cárteles de la droga desde México hasta Brasil. La guerrilla colombiana… son aliados de Maduro para llevar droga a Europa, a Estados Unidos”.

Machado advierte sobre el carácter expansivo de estas amenazas: “Se estima que son más de trescientas toneladas métricas de droga que hoy en día pasan por Venezuela y que ya se empiezan a producir en nuestro país. Es evidente que el régimen de Maduro busca desestabilizar todo este continente a través de estas alianzas”. Más allá del país, sostiene, lo que ocurre en Venezuela es clave para la estabilidad y la seguridad del hemisferio: “Creer a estas alturas que tú puedes, tú sabes, como contener estas fuerzas dentro de un territorio, es absurdo, muchísimo menos un país como Venezuela”.

Por último, lanza una advertencia sobre la urgencia de la presión internacional para cortar los flujos ilícitos que sostienen el régimen: “Las medidas que se han adoptado en términos de cerrar los flujos que provienen del petróleo… Hay otros flujos que vienen de la droga, del tráfico de oro, de minerales, incluso de seres humanos. Pero lo que viene de la droga por vía de las licencias es una señal muy firme, inequívoca”.

Alianzas, negocios y la oportunidad de cambio

ARCHIVO - La líder opositora María Corina Machado, izquierda, y el candidato opositor Edmundo González sostienen hojas de recuento de votos desde lo alto de un camión durante una protesta contra los resultados oficiales de las elecciones presidenciales que declararon ganador al presidente Nicolás Maduro en Caracas, Venezuela, el 30 de julio de 2024 , dos días después de las elecciones. (AP Foto/Cristian Hernández, Archivo)

En el tablero de poder que sostiene a Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores, las alianzas internacionales y el flujo de recursos son factores cruciales. María Corina Machado lo describe con crudeza: “¿Qué es lo que sostiene Maduro hoy? Un flujo de dinero fundamentalmente criminal que viene de narcotráfico, de tráfico de minerales, de lavado de dólares y todo tipo de los negocios más crueles y oscuros que se desarrollan en Venezuela”.

Esa maquinaria, alimentada también por las licencias petroleras en manos extranjeras, se convierte en fuente de corrupción, represión y propaganda. Según Machado: “Esa plata para qué va. Para comprar armas, para pagar a los grupos élites, para callar la boca de algunos sectores de las fuerzas armadas, para perseguir, para espiar y también van a un aparato de propaganda insólito donde le pagan a algunas voces que simplemente se quebraron”.

Pero la disidencia interna crece a medida que se secan esos recursos. “En la medida que se empieza a recortar las fuentes de financiamiento, los choques internos empiezan a exacerbarse. Y eso es lo que está pasando ahorita, con el bloqueo o las decisiones que adoptó la administración del presidente Trump sobre las licencias”.

La dirigente opositora subraya que, pese a los enormes retos, Venezuela tiene una oportunidad histórica de reconversión. “Venezuela es hoy el hub criminal de las Américas. Nosotros lo vamos a convertir en poco tiempo en el hub energético de las Américas. Pero energía en todo sentido, no solamente petróleo, gas. Nosotros vamos a convertir a Venezuela en un país vibrante, asegurando que las instituciones republicanas democráticas se construyen con robustez, con firmeza, con inclusión”.

La ambición de Machado es colectiva: “Lograr que los venezolanos que se han ido… regresen a construir un país que sea un ejemplo de un aliado en materia de seguridad, un aliado en proyección de democracia, desarrollo, inclusión social, pero además, desde el punto de vista económico, para aquellos que están viendo esas cuatro lochas… De eso a convertir a Venezuela en la gran oportunidad económica de este hemisferio por las décadas que vienen”.

Al destacar la necesidad de reconstruir el tejido social y rescatar para Venezuela a millones de sus hijos dispersos, María Corina Machado recordó la dimensión colectiva que asume la esperanza. Hoy, según cifras de organismos internacionales, el éxodo venezolano supera los siete millones de personas, situándose entre los desplazamientos más grandes del mundo contemporáneo. El anhelo de que quienes han partido algún día encuentren “una nación de la que se van a sentir absolutamente orgullosos de ser venezolanos” convierte la lucha actual en un símbolo también para las diásporas latinoamericanas y sus sueños de retorno, resonando con fuerza allí donde la democracia se asocia, como en sus palabras, al destino de reunificación y libertad familiar.

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