María Teresa de Luxemburgo, la primera mujer de sangre latinoamericana en sentarse en un trono europeo

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Es, ni más ni menos, la primera mujer de sangre latinoamericana en sentarse en un trono europeo. Y fue la única… hasta 30 de abril de 2013, cuando Guillermo Alejandro se convirtió en rey de los Países Bajos y su esposa argentina, Máxima Zorreguieta, se convirtió en reina. Hay una antecedente, el de María II, última reina de Portugal, nacida en Río de Janeiro. Pero su caso es diferente, ya que es hija del emperador Pedro I de Brasil y desde su nacimiento recibió el título de Princesa de Beira.

María Teresa de Luxemburgo junto a Máxima de los Países Bajos, las dos royals latinas

De Cuba al mundo

La Gran Duquesa saliente nació en Cuba un 22 de marzo de 1956. Nunca imaginó que terminaría siendo la soberana del país con mayor PBI per cápita del mundo. Fue bautizada como María Teresa Mestre Batista. Nació en una de las familias más ricas de la isla caribeña, pero sus ancestros provienen de Cataluña, concretamente, de Sitges.

Una de las primeras fotografías de María Teresa de Luxemburgo, parte de la Colección privada de fotos familiares de su Alteza Real la Gran Duquesa María Teresa .

Sus ancestros y el origen de su fortuna

Los historiadores que treparon por el árbol genealógico de María Teresa llegaron hasta 1625. Fue en ese año cuando un hombre llamado Arnau, oriundo de Toulouse, se casó en Sant Pere de Ribes, localidad ubicada a unos tres kilómetros de Sitges, y fundó su hogar en Cataluña.

Los Mestre ascendieron económicamente gracias a un descendiente de Arnau: José Antonio Mestre y Roig, el tatarabuelo de la Gran Duquesa.

José Antonio nació en 1787. Al igual que muchos paisanos, decidió dejar su querida Cataluña para instalarse en Cuba en busca de buenas oportunidades. Viajó a Santiago de Cuba en 1816 con su hermano pequeño, Juan Bautista. Eligieron la isla del Caribe, territorio español por entonces, porque allí les esperaba su hermano mayor, Salvador. Salvador había fundado un pequeño comercio y subsistía gracias a los ingresos que éste le proveía.

Otra imagen del álbum personal de María Teresa de Luxemburgo

Siguieron creciendo gracias a las medidas que había implantado el rey Carlos III, durante su mandato, especialmente la de la liberalización del comercio directo con las cinco grandes islas del Caribe en posesión del reino de España, entre ellas, Cuba. Los Mestre no perdieron tiempo y explotaron cuantos recursos naturales pudieron. No fueron los únicos. Hubo nombres conocidos, como el de Facundo Bacardí -fundador del imperio Bacardí-, que aprovecharon el viento a favor y también forjaron grandes riquezas.

José Antonio aprendió el oficio de tendero y poco a poco fue prosperando hasta montar otro pequeño negocio. Catorce años después, se casó en La Habana con la tinerfeña Josefa Dionisia Domínguez y Morales. El matrimonio, en un acto arriesgado, invirtió todo su capital para fundar una empresa que llamaron Sedería y Chocolatería. Y les fue bien. Ese fue el germen del gran patrimonio familiar. Luego, José Antonio regresó a Sitges, donde mandó edificar una gran casa de varias plantas en el centro de la ciudad.

María Teresa de Luxemburgo en brazos de su abuela materna, María Teresa Batista-Falla y Bonet; a su derecha: Agustín Batista y González de Mendoza, abuelo materno; a su izquierda, Víctor Batista, tío materno. De pie, de izquierda a derecha: Laureano Batista, Julio Batista, tíos maternos. A la izquierda: Celia Cifuentes y su marido, Agustín Batista, tío materno. A la derecha: José Antonio Mestre y María Teresa Batista-Falla de Mestre, padres de S.A.R. la Gran Duquesa; Antonio Mestre, hermano mayor. Del álbum familiar de la Gran Duquesa

Sus descendientes siguieron su legado. Se convirtieron en figuras clave de la burguesía de la isla. Entre los ancestros de María Teresa había médicos, arquitectos, abogados, ingenieros o comerciantes.

El abuelo materno de la Gran Duquesa, Agustín Batista González de Mendoza, fue hacendado de Puerto Príncipe y Presidente del Consejo de Administración de la Trust Company of Cuba. El padre de la Gran Duquesa María Teresa, José Antonio Mestre y Álvarez, también era banquero, como su padre. Se casó con María Teresa Batista y Falla de Mestre, con quien en 1956 tuvo a su hija, María Teresa, la futura Gran Duquesa de Luxemburgo.

María Teresa Mestre es la Gran Duquesa de Luxemburgo desde 2000

Revolución, exilio y amor

María Teresa solo vivió tres años en la isla. Con la revolución de 1959, tras el ascenso de Fidel Castro, sus padres perdieron dos bancos, que les fueron expropiados, y migraron a Nueva York. Ya conocían esa ciudad: la Trust Company of Cuba había hecho tratos con otra entidad bancaria, el J. P. Morgan. Por eso la eligieron. En la Gran Manzana, su hija estudió en los colegios más elitistas del Upper East Side, centro neurálgico de la jet set neoyorquina. Más tarde, en 1965, se mudaron a Santander, España, donde la familia tenía terrenos. Y unos meses después, se radicaron en Ginebra.

En 2022, con motivo de su aniversario de casada número 41, la Gran Duquesa de Luxemburgo compartió algunas fotos de su álbum privado. En la imagen, recién casada junto a su príncipe

Cuando se recibió de bachiller, María Teresa continuó sus estudios universitarios en Suiza. Egresó como Licenciada en Ciencias Políticas. Un día, en clase, se perdió en los ojos de un joven compañero que se hacía llamar Enrique, a secas. Era su manera de esconder su título como miembro de la casa real Nassau-Weilburg Borbón-Parm. Pues ese Enrique era heredero al trono de Luxemburgo…

Comenzó allí una historia que andaría en piloto automático, alimentada por un enamoramiento adolescente, que terminaría en las tapas de todos los diarios de Europa.

Una de las fotos más antiguas del romance entre el príncipe y la plebeya que María Tersa compartió en redes sociales el 14 de febrero de 2022 con motivo de su 41 aniversario de casada

“Todo empezó en la Universidad de Ginebra. Nos presentaron unos amigos españoles que tenían en común nuestros padres. Yo estaba un poco intimidada porque siempre es impresionante conocer a un príncipe heredero. Fue atracción a primera vista, un flechazo. Nos sentábamos juntos en clase y fueron momentos muy divertidos, de gran felicidad, hasta el punto que tuvimos que repetir el primer año. Lo fallamos a lo grande”, dijo María Teresa entre risas, años más tarde. “Lo que más me gustó de él fue y es su dulzura, su enorme bondad y su grandeza de corazón”, agregó.

El gran duque Enrique de Luxemburgo y la gran duquesa María Teresa

Al principio de la relación, y hasta hoy, en realidad, tuvo que enfrentar un duro obstáculo: su suegra, Josefina Carlota de Bélgica, primogénita del rey Leopoldo III de Bélgica y de Astrid de Suecia. Pero Enrique no se dejó llevar por la opinión de su madre. 10 meses después de haber conocido a su novia cubana, le pidió casamiento, y ella aceptó. Ese día, los cimientos del Palacio Gran Ducal temblaron. “¡¿Una plebeya, futura Gran Duquesa de Luxemburgo?!”, pensó Josefina Carlota de Bélgica. Como esposa del Gran Duque Juan de Luxemburgo, no veía con buenos ojos que su hijo se casara con ella. De hecho, solía llamarla despectivamente “la petite cubana”.

Josefina Carlota, suegra de María Teresa de Luxemburgo

Una boda de cuento

La boda ocurrió igual. Fue en 1981, un 14 de febrero, día de los enamorados. María Teresa y Josefina Carlota tuvieron que dejar sus diferencias de lado.

La boda del príncipe heredero de Luxemburgo en la tapa de ¡HOLA!

María Teresa recordó su casamiento de esta manera: “La intensidad de las emociones y la mirada de mi marido. Estaba viviendo la felicidad del momento en una nube y casi no me di cuenta de lo que estaba pasando a mi alrededor. Para mí, lo importante era casarme con el hombre de mi corazón, con el amor de mi vida; también, encontrar un país al que pertenecer como la exiliada cubana que era”.

Los novios firman el acta de matrimonio en la catedral de Notre Dame

La ceremonia fue en la catedral de Notre Dame y tuvo más de 700 invitados como testigos del enamoramiento. La flamante novia llevó una tiara de diamantes que le dio su suegra, a modo de tregua. Era una tiara del Congo que el Gobierno del Congo, entonces colonia belga, había regalado a Josefina para su boda con el gran duque Juan en 1953. En cualquier caso, aquel día sanaron su relación. Pero años más tarde, María Teresa contaría: “Ella fue muy cordial conmigo al empezar, después la relación fue un poco más complicada”.

El vestido de novia fue diseñado por Pierre Balmain, uno de los diseñadores preferidos de la madre de María Teresa. “Me hizo el dibujo del vestido según lo que le iba pidiendo. Quería rendir homenaje a mis orígenes españoles y me inspiré en el traje de la Reina Fabiola, que me encantaba”, dijo.

El tradicional posado de los novios. María Teresa de Luxemburgo usó un traje diseñado por Balmain

María Teresa y Enrique tuvieron cinco hijos, cuatro varones y una mujer: Guillermo, gran duque heredero de Luxemburgo; Félix, Luis y Sebastián, príncipes de Luxemburgo y la princesa Alejandra de Luxemburgo.

La nueva princesa tuvo que lidiar con un cambio cultural muy fuerte. “La realidad es que es una vida muy exigente donde uno renuncia a su libertad y creo que hay muchas personas que no se dan cuenta de eso. Para mí fue uno de los mayores desafíos”, contó.

Además de la relación con su suegra, con quien la tregua se caería como un castillo de naipes, y a quien acusó de intentar romper la relación una vez ya establecido el matrimonio, tuvo que adaptar su temperamento latinoamericano y sus costumbres en un país de carácter más “frío” como lo es Luxemburgo.

María Teresa y Enrique, en una visita oficial a Polonia

“Tengo ese temperamento cubano, latino (que reivindico, porque me encanta) y espontáneo, que ha sorprendido y gustado. Siempre me he sentido muy libre de ser quien soy y me da mucha alegría haber podido demostrarles mi gran afecto y cariño. Pero, por suerte, el sentido del humor de los luxemburgueses es grande”, dijo, con alivio.

Siempre que pudo, le inculcó sus costumbres a sus hijos. “Desde pequeños, mis hijos comen picadillo, que es nuestro plato cubano, y frijoles negros con arroz. Como exiliada, una quiere ser aceptada y trata de olvidar un poco los orígenes, pero cuando volví a Cuba, en 2002, entendí profundamente quién era yo. Conocer a este pueblo cubano extraordinario, de dignidad, de coraje, de alegría, de música, canto… Me enamoré de nuevo de mi pueblo cubano y me reconocí. Me di cuenta de que por eso soy como soy, bailo como bailo y me río como me río. Me pacificó conmigo misma. Fue muy importante para mí”, agregó.

Felicez, en una fria tarde invernal

Traición y perdón

Pero la vida de María Teresa en el ducado no sería pura felicidad y bienestar. En la década de 1990, estuvo a punto de acabar con la corona ducal por un acto de infidelidad. Su marido, Enrique, fue sospechado de mantener un affaire con una política de alto nivel de su país. Cuando se enteró del amorío, María Teresa abandonó a su marido e intentó llevarse a sus cinco hijos con ella. Pero las autoridades no se lo permitieron.

El acuerdo al que llegó el matrimonio tras aquella pelea que casi acaba con su relación es un secreto. Pero lo cierto es que siguieron juntos. Años después hubo incluso rumores de que todo el asunto de la infidelidad había sido una operación instigada por Josefina Carlota, en su incansable afán de precipitar la ruptura de la pareja, algo que nunca logró…

María Teresa sólo vivió tres años en Cuba. Su familia escapó de la isla cuando triunfó la revolución

María Teresa, Gran Duquesa

En octubre del año 2000, el gran duque Juan abdicó y Enrique ocupó su lugar en el trono. Desde entonces, hasta hoy, Enrique y María Teresa son los grandes duques de Luxemburgo.

María Teresa asumió, principalmente, tareas caritativas: “Me siento orgullosa, por ejemplo, de las acciones que han ayudado a los niños con dislexia o del proyecto llevado a cabo, a través de mi fundación, en las prisiones de Burundi para liberar a cuatrocientos niños encarcelados por delitos menores. También de mi iniciativa con las mujeres víctimas de violación como arma de guerra o de haber apoyado los microcréditos para los más pobres”, expresó.

A pesar de los rumores de infidelidad, nunca se divorciaron

Malos modos

En 2005, Josefina Carlota falleció. La gran duquesa cubana pudo disfrutar de algunos años más “tranquilos”. Pero en 2019 se encontró con un problema mucho más grande: el gobierno de Luxemburgo encargó una investigación sobre el rol que ejercía la Familia Real y, especialmente, la duquesa consorte. El resultado se llamó “Informe Waringo”, por el nombre del alto funcionario Jeannot Waringo que dirigió la investigación. Y reveló algo inesperado: que María Teresa tenía un carácter despótico.

María Teresa disertando en un foro, en 2023

Los detalles contaban que varios empleados dejaran sus puestos porque estaban trabajando con ansiedad y sufriendo maltratos psicológicos. Según el informe, la cubana habría sermoneado de malos modos a todo su personas, en varias ocasiones. Entre 2014 y 2019 dejaron se fueron 51 trabajadores, entre despidos y renuncias.

En aquel momento, el entonces jefe de Gobierno, Xavier Bettel, nombró una comisión especial para esclarecer los hechos. Antes de que se emitiera un veredicto, en un comunicado, el Gran Duque defendió con vehemencia a su esposa: “A la espera de la publicación del informe, y a lo largo de todo este proceso, han aparecido en los medios de comunicación artículos en los que se hacen acusaciones injustas contra mi esposa, madre de nuestros cinco hijos y abuela abnegada. Esto está afectando a toda mi familia. ¿Por qué atacar a una mujer? ¿A una mujer que defiende a otras mujeres? ¿Una mujer que ni siquiera tiene derecho a defenderse?”.

María Teresa se defendió en una entrevista en Univisión, la cadena de televisión estadounidense de habla hispana más influyente, donde negó todos los hechos. Pero la publicación ya había penetrado en la opinión pública. Desde entonces, muchos diarios europeos la llaman “la tirana de Luxemburgo”.

El escándalo llegó a debatirse en el Congreso y produjo un cambio legislativo que mermaba considerablemente las funciones de los Duques, que ya eran de por sí meramente representativas. El informe propuso dotar de más transparencia a la gestión financiera de la familia real, en particular creando una entidad legal que permitiera distinguir claramente la responsabilidad institucional del monarca de sus actividades privadas y las de su familia.

Enrique, el Grand Duque saliente junto a su hijo, el Gran Duque Guillermo, quien sostiene en brazos al príncipe Carlos, desde hoy el heredero al trono más joven de Europa. (Photo by NICOLAS TUCAT / AFP)

Hoy termina un ciclo para María Teresa. Su marido, Enrique, el Gran Duque abdica tras 25 años en el trono. Lo hace en favor de su hijo Guillermo. Su nieto, el príncipe Charles, con 5 años se convirtió en el heredero más joven de Europa.

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