Mark Hamill, conocido mundialmente por su papel como Luke Skywalker, también dejó una huella en el cine bélico con su participación en El escuadrón gran rojo, una de las películas más intensas y personales del género en el siglo XX.
Dirigida por Samuel Fuller y estrenada en 1980, la cinta ofrece una visión realista y humana de la Segunda Guerra Mundial, alejándose de los convencionalismos para sumergir al espectador en la experiencia de quienes vivieron el conflicto.
Según destaca Espinof, la película se ha consolidado como una referencia para los aficionados al cine bélico y para quienes buscan redescubrir el talento de Hamill más allá de la ciencia ficción.
La historia de El escuadrón gran rojo se desarrolla en varios escenarios de la Segunda Guerra Mundial, desde el norte de África hasta el desembarco del Día D en Europa. El relato sigue a una unidad de soldados liderada por el sargento interpretado por Lee Marvin, acompañado por figuras como Griff, el joven soldado encarnado por Hamill.

La película, basada en las vivencias personales de Fuller como combatiente, se distingue por su crudeza y su retrato honesto de la guerra, evitando la glorificación habitual del género. Cada episodio de la trama refleja el caos, la fatiga y la tensión que marcaron el día a día de los soldados, elementos que Espinof subraya como esenciales para comprender la autenticidad de la obra.
El desafío actoral tras la fama
El paso de Mark Hamill del universo de “Star Wars” al cine bélico representó un desafío y una oportunidad para el actor. Al principio, Hamill no estaba seguro de participar en el proyecto, pero la lectura del guion y la pasión de Fuller por contar una historia realista lo convencieron de sumarse al reparto.

En palabras recogidas por Espinof a partir del documental Sam Fuller and the Big Red One, Hamill expresó: “Pensé: Esto es perfecto. Porque es una película coral, ¿sabes? Es Lee Marvin, son los cuatro chicos. Y creo que […] me quita un gran peso de encima. Y confío mucho en Sam Fuller, y eso es fantástico, porque muchos directores se acercan y te preguntan: ¿Qué te parece? Y piensas: ¡Caray!”.
Esta experiencia permitió a Hamill mostrar una faceta interpretativa distinta, alejada de la sombra de su icónico personaje galáctico.
La visión de Samuel Fuller, veterano de la Segunda Guerra Mundial, impregna cada fotograma de la película. Su enfoque autobiográfico y la estructura episódica convierten cada escena en un testimonio del horror y la supervivencia en el frente.
Fuller evita cualquier idealización, optando por mostrar la violencia y el impacto psicológico de la guerra con una honestidad poco frecuente en el cine de la época. Según Espinof, esta aproximación convierte a El escuadrón gran rojo en una experiencia intensa, donde la camaradería, el miedo y la resiliencia de los personajes se presentan sin artificios.
Reconocimientos y legado

El impacto de la película trascendió su estreno. Aunque no alcanzó la popularidad de otros títulos bélicos de la época, fue nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, un reconocimiento que subraya su relevancia artística.
La crítica ha valorado especialmente la autenticidad de la historia y la profundidad de los personajes, consolidando la obra como una referencia dentro del género. Las interpretaciones de Lee Marvin y Hamill como Griff han sido destacadas por su capacidad para transmitir la humanidad y la complejidad emocional de los soldados.
Redescubrir El escuadrón gran rojo hoy permite apreciar la versatilidad de Hamill y la capacidad de Fuller para transformar sus recuerdos en una película que explora la guerra, la pérdida y la amistad, así como la dificultad de seguir adelante cuando todo parece desmoronarse, como concluye Espinof.
