Martín Caparrós: “Me han dado felicidad, de esa que cuando se da, nunca cae en el olvido”

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Esta semana, Martín Caparrós volvió a ocupar -de manera presencial- un lugar central en la vida cultural porteña. El martes, recibió el título de Doctor Honoris Causa por parte de la Universidad de Buenos Aires, una distinción que celebró con emoción: “Por fin voy a poder sentarme en una cena de doctores con mi abuelo y con mi padre, que siempre fueron ‘el doctor Caparrós’”, dijo ante un auditorio colmado en la Facultad de Filosofía y Letras. Pero la celebración no terminó ahí. Este jueves, un grupo de escritores, editores y amigos se reunió para rendirle homenaje de otra manera: con una lectura pública de fragmentos de Antes que nada, autobiografía publicada por Penguin Random House.

El evento, gratuito y abierto al público funcionó como continuidad del reconocimiento institucional pero en clave afectiva: una escena que reunió a escritores, periodistas, y lectores para celebrar a Caparrós en carne y letra. “Hay formas de estar en la Argentina que no necesitan de la presencia física”, había dicho a LA NACION, reflexionando sobre su regreso tras más de una década fuera del país. Su presencia estos días en Buenos Aires, sin embargo, no solo fue física sino también simbólica: marcó un reencuentro con sus raíces, su historia y su comunidad literaria.

Amigos y colegas del escritor y periodista Martín Caparrós le realizan un homenaje leyendo fragmentos de su último libro en el teatro Alvear

Pasadas las 19, el escritor Cristian Alarcón y la periodista María O’Donnell subieron al escenario del Teatro Alvear para presentar a los lectores convocados para homenajear a Martín Caparrós. Entre los presentes, además de colegas y amigos, estaban su pareja, Marta Nebot, y su madre, la psicoanalista Martha Rosenberg. También, por supuesto, el propio autor.

El primero en leer fue él mismo. Apenas pisó el escenario, recibió una ovación de pie por parte del público. “A mí me trajeron engañado”, bromeó Caparrós. “Vine pensando que no tenía que hablar, pero de repente me dijeron que sí, que iba a tener que hablar”, agregó entre risas, antes de agradecer a los presentes y al “comando de amigos” que impulsó la organización del homenaje. “Fue muy emocionante que insistieran tanto para hacer esto”, dijo.

“Es raro estar en Buenos Aires, pero por suerte esto no es ni Buenos Aires ni ninguna otra parte, tiene esa especie de no-lugar que tienen los teatros, estos espacios llenos de luces. Pero recuerdo que estoy acá, y durante todo el día pensé en dos de mis amigos más cercanos en esta ciudad y en el mundo, que murieron el año pasado: Jorge Lanata y Jorge Dorio, mis compañeros de trabajo y mis amigos más intensos en toda la vida. Quería empezar esta noche recordándolos a ambos”, expresó Caparrós.

Leila Guerriero, Jorge Fernández Díaz y Reynaldo Sietecase no pudieron estar presentes físicamente pero lo hicieron de manera virtual

“Yo pensé que iba a venir para escucharme a mí mismo sin hablar, lo cual al principio me pareció un alivio, pero después me di cuenta de que no lo es tanto”, dijo Caparrós. “En cualquier caso, se suponía que no era yo el que tenía que darle voz a estas palabras, pero sin embargo, sí: tenía que ser yo”.

Acto seguido, leyó un fragmento de Antes que nada donde narra su experiencia con la ELA, la enfermedad neurodegenerativa que le fue diagnosticada en 2022. “No quiero que los que me quieren me vean con tristeza, no quiero que al verme vean al muerto. Mientras siga vivo, quiero seguir vivo”, leyó, en uno de los conmovedores momentos de la noche.

Luego fue el turno de los amigos, colegas y afectos. Mientras el dibujante Miguel Rep ilustraba en vivo sobre el escenario, se sucedieron las lecturas de fragmentos de Antes que nadie. Participaron Cristian Alarcón, Eduardo Anguita, Juan Boido, Jorge Fernández Díaz (a través de un video, al igual que Leila Guerriero y Reynaldo Sietecase), Margarita García Robayo, Ezequiel Fernández Moores, Rafael Goñi, Daniel Guebel, Ignacio Iraola, Marta Nebot, Alejandro Katz, Silvia Labayru, Ariel Mlynarzewicz, Lola Lanata, Laura Marino, María O’Donnell, Paula Pérez Alonso, Claudia Piñeiro, Sarah Stewart Brown, Martha Rosenberg, Matilde Sánchez, Martín Sivak, Graciela Speranza, Ernesto Tenembaum, Jorge Telerman, Gonzalo Caparrós y Dani Yako.

La escritora Margarita García Robayo leyó un fragmento del libro

La lectura combinó emoción, intimidad y humor. Hubo dos momentos especialmente celebrados por el público: el primero, cuando se compartió un pasaje del libro en el que Caparrós narra un encuentro sexual con el escritor Juan José Saer y una insinuación de Fernando Savater; el segundo, cuando su madre, Martha Rosenberg, tomó la palabra para leer un fragmento sobre la concepción del propio Martín. “Hago esto con todo mi amor. Voy a vencer mi pudor y mi recato para poner en mi voz su escritura”, dijo, antes de arrancar con una frase que desató las carcajadas del auditorio: “Tampoco solemos saber mucho sobre el polvo que nos hizo”.

“Este fue el único fragmento que Martín Caparrós eligió quién debía leerlo”, explicó a LA NACION apenas terminó el evento Cristian Alarcón, uno de los impulsores del homenaje. “Todo fue mucho más vibrante de lo que imaginábamos”, agregó Alarcón. “Hay algo de ‘porteñidad’ extraordinaria en reunirnos por primera vez para homenajear y celebrar la obra de un maestro que nos hace pensar, reír. Ver la convocatoria que tuvo, la gesta colectiva que significó traer a Martín y lograr que ocurra, en el medio de este páramo, una circunstancia feliz, ya es mucho. La reacción de la gente fue de profundo agradecimiento”.

Ignacio Iraola, uno de los lectores de la noche, expresó su entusiasmo por haber sido parte del evento. “Martín, primero, es mi amigo, y esta celebración de este librazo me puso muy feliz. Fue una juntada de amigos, con lectores que tenían ganas de presenciar esto también”, dijo a LA NACION, resaltando el carácter íntimo y colectivo del encuentro.

El teatro Alvear ovacionó de pie a Martín Caparrós cuando finalizó el homanaje

Otro de los participantes, Ernesto Tenembaum, definió el homenaje como “emocionante y merecido”. “Es un reconocimiento a alguien muy importante, muy talentoso, muy productivo, muy valiente, muy generoso… y muy apasionado. El periodismo tiene que ver mucho con la pasión, y en él eso es desbordante e imparable: aún en las condiciones más adversas, él sigue produciendo”, destacó.

Luego de una hora y cuarto de lecturas, el evento llegó a su fin. El último en tomar la palabra fue, nuevamente, el homenajeado. “Ya hablé demasiado. Ahora debo despedirme. Lo bueno, si breve, bueno; y así, lo malo, si es breve, puede parecer mejor. No suele ser el temor lo que define mis frases, pero hoy la emoción me hace temer y temblar entero. Muchas gracias, compañeros. Muchas gracias, mis queridos. Me han dado felicidad, de esa que, cuando se da, nunca cae en el olvido”, dijo Caparrós, conmovido.

Se despidió del escenario del mismo modo en que lo había pisado: con una ovación de pie de un público agradecido, emocionado por su obra y sus palabras.

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