Martín Kalos, de EPyCA Consultores: “Hay entre 6.000 y 12.000 millones de dólares en utilidades de multinacionales pendientes de giro”

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En un contexto marcado por la preocupación ante el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos y la reciente volatilidad cambiaria que aceleró el drenaje de divisas por viajes al exterior, la estacionalidad de la demanda de dólares por el pago de aguinaldos, las vacaciones de invierno y la concentración de vencimientos de deuda pública Infobae entrevistó a Martín Kalos, economista socio fundador y director de EPyCA Consultores, referente con experiencia en en el sector público, tanto en organismos nacionales como provinciales, en áreas de desarrollo de negocios, comercio internacional, agroindustria, promoción de la inversión y legislativa.

El especialista profundizó en el análisis sobre los orígenes de estos desequilibrios, identificando prioridades, advertencias y perspectivas para al futuro de la economía argentina.

— Repentinamente, a los economistas los invadió la preocupación por el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos. ¿Usted qué piensa?

— Es que no fue tan repentino. Era un riesgo sobre el cual varios economistas alertábamos hacía mucho y que efectivamente en las últimas semanas se comenzó a concretar. En un contexto de incertidumbre financiera, reacomodamientos estacionales de portafolios, impacto de la decisión judicial en Estados Unidos sobre la expropiación mal ejecutada de YPF, más las señales contradictorias entre la política oficial y las expectativas de mercado, el tipo de cambio se devaluó un 10,5% en las últimas tres semanas.

— ¿Cuáles fueron los factores detrás de esta suba del tipo de cambio?

— Detrás de la suba hay factores estacionales y tácticos, como el cobro de aguinaldos, la dolarización de ahorros antes de las vacaciones de invierno (con un tipo de cambio que incentiva viajar al exterior, para quienes pueden hacerlo), y el cierre de operaciones de carry trade tras el informe del banco J.P. Morgan que recomendó reducir la exposición a algunos instrumentos en pesos argentinos.

— ¿Esta dinámica podía preverse?

— En general, casi todo esto son cosas que podían preverse. En particular hay un punto de quiebre lógico cuando a mediados de abril el Gobierno decide levantar buena parte del cepo cambiario. Me acuerdo que en EPyCA decíamos que era un buen momento, una gran excusa, para intentar corregir los dos problemas que ya eran claramente evidentes en el modelo económico de Milei: el atraso cambiario y la falta de acumulación de reservas Internacionales.

“La salida del cepo fue ordenada. Pero el celo del equipo económico por no intervenir dentro de la banda de flotación terminó siendo excesivo: el tipo de cambio sigue demasiado apreciado y el BCRA sigue sin acumular reservas”

Pero el equipo económico nuevamente puso el foco exclusivamente en que no se disparara el precio del dólar (y por ende, cierta inflación) y planteó públicamente que no acumularía reservas hasta que la cotización se acercara al piso de la banda. Eso sirvió para que la salida del cepo fuese ordenada. Pero ese celo terminó siendo excesivo: el tipo de cambio sigue demasiado apreciado y el BCRA sigue sin acumular reservas.

— ¿Cuál es el rol de las regulaciones actuales en la dinámica cambiaria?

— El Gobierno sigue planteando que el tipo de cambio es “el de mercado”, como si no dependiera de las regulaciones que le fue poniendo (retenciones reducidas temporalmente, incentivo al ingreso de inversiones de portafolio), de su decisión de no cumplir con la demanda de dólares para cumplir con la meta de reservas del BCRA o de una estacionalidad favorable en las exportaciones agroindustriales que obviamente no continuará en estos meses que comienzan.

Aunque nos insulten a quienes avisamos con tiempo de esta situación, el propio mercado nos dio la razón con una devaluación del 10,5% en apenas tres semanas.

— Curiosamente, esa preocupación se acentuó al ver el desequilibrio del balance de divisas del turismo internacional, pero nunca los economistas se detuvieron en el déficit de divisas del sector manufacturero de origen no agropecuario. ¿Importa más el déficit de un sector que de otro?

— Este problema no es sectorial sino global: si nuestra visión del país que queremos ser hoy requiriese que un sector tenga superávit para financiar el déficit de otro, entonces eso sería parte de una estrategia, no sería un problema.

No está mal tener déficit comercial en un sector, si eso implica que estás produciendo localmente algo que vale la pena producir, sea porque sirve para exportar productos con mayor valor agregado, o porque se ahorran importaciones a un valor aún más alto las mercancías terminadas, o porque se está ejecutando una estrategia de aprendizaje que permitirá a futuro fabricar bienes de mayor complejidad tecnológica, por decir algunos ejemplos.

— ¿Cómo evalúa el modelo actual con relación a este déficit?

No sabemos cuál es la visión de país; o, mejor dicho, todo indica que el modelo económico que propone Milei depende de un superávit en sectores primarios (minería, hidrocarburos, agropecuario) sin incentivarles un mayor valor agregado, para sostener un déficit en todos los demás productos con mayor complejidad tecnológica.

“Todo indica que el modelo económico que propone Milei depende de un superávit en sectores primarios (minería, hidrocarburos, agropecuario) sin incentivarles un mayor valor agregado”

Pero ni aún así alcanza, porque hoy ya tenemos déficit de cuenta corriente.

— ¿Por qué sostiene que no es un problema entre privados?

— No es un problema “entre privados”, porque al fin y al cabo esos privados terminan yendo a pedirle dólares para pagar las importaciones al Banco Central, que necesita préstamos internacionales para poder tener reservas para atender a esa demanda.

Y justamente esa demanda exacerbada, que depende de un endeudamiento que no va a continuar para siempre, es síntoma de que está vendiendo esos dólares demasiado baratos -al menos con relación a las expectativas cambiarias de quienes se los están comprando-.

— ¿Cómo impacta el tipo de cambio actual en el comercio exterior?

— La lógica del mercado es implacable: con un dólar barato, las importaciones se elevan de manera continua, mientras que las exportaciones pierden competitividad. Eso resulta en un resultado comercial que cada vez se deteriora más. Para ilustrar: en los primeros cinco meses del año el acumulado del superávit comercial estuvo 80% por debajo del saldo en el mismo lapso de 2024. Pasaron de USD 8.862 millones en enero-mayo de 2024 a USD 1.873 millones en estos cinco meses de 2025.

— En la transición de una economía regulada a otra libre, en la que hace apenas dos meses se liberó gran parte del mercado de cambios y se pasó a un régimen casi inédito de flotación sin intervención, ¿ve fragilidades que puedan condicionar su sostenibilidad?

— Sí, hay al menos dos problemas de mediano plazo en la sustentabilidad de este modelo y varios más si pensamos en el largo. El cambiario es el más inmediato y evidente. Dependerá de los resultados e interpretaciones del proceso electoral en curso, pero seguramente de acá a fin de año y durante el verano de 2026 recrudezca la discusión sobre cuál es el tipo de cambio que deba tener Argentina -es decir, de si se necesita o no una devaluación, para corregir el exceso de apreciación que generó el programa económico durante este último año-.

— ¿Se puede sostener este precio real del dólar?

— Sí, pero a costa de quemar reservas y que luego, cuando haya que devolver o renovar los créditos con el FMI u otros organismos internacionales, no haya divisas para hacerlo.

“No es un problema entre privados, porque al fin y al cabo esos privados terminan yendo a pedirle dólares para pagar las importaciones al Banco Central, que necesita préstamos internacionales para satisfacer esa demanda”

Esto ya pasó en la historia argentina, el problema es justamente que seguimos intentando inventar la rueda y pretender que no hace falta mantener equilibrados los precios relativos para darle sustentabilidad y previsibilidad a la economía.

— Algunos economistas cuestionan la persistencia del cepo cambiario para las deudas y pagos de dividendos de empresas acumuladas hasta diciembre de 2024, pese a que la economía no creció en la última década, ¿cree que se trata de un monto significativo?

— Durante 2024, en plena vigencia aún del cepo, la reinversión de utilidades por parte de las empresas totalizó USD 5.150 millones. Obviamente una parte de eso va a seguir siendo reinvertido, sobre todo porque hoy la mitad de la IED se da en petróleo, gas y minería -que van a seguir siendo un buen negocio, incluso si en esta época estamos viendo un proceso de salida de capitales extranjeros y “argentinización” de Vaca Muerta-.

Pero también es cierto que hay entre 6.000 12.000 millones de dólares en utilidades de multinacionales pendientes de giro, según lo que estimamos en EPyCA Consultores. Y que la (por ahora) relativamente moderada demanda del Bopreal 4 marca una apuesta: buena parte de las empresas prefieren reinvertir este año nuevamente esas utilidades, para transferir ganancias de manera directa y sin restricciones a partir del próximo balance.

— A esta altura de la conversación, ¿usted y las empresas clientes de su consultora están más cómodos con el ordenamiento de la macroeconomía y la flotación cambiaria, o hubieran preferido un enfoque gradualista?

— Argentina venía con demasiados desequilibrios macroeconómicos acumulados, abultados y persistentes, durante la década previa. Veníamos de tres gobiernos (el segundo de CFK, el de Mauricio Macri y el de Alberto Fernández) donde la inflación venía creciendo, la capacidad de las familias y las empresas argentinas de llegar a fin de mes se complicaba cada vez más, las crisis eran más recurrentes. Y las dirigencias políticas que nos condujeron durante esos períodos no tomaron decisiones responsables, coherentes y profundas, para corregir esos problemas.

— ¿Había alternativas?

— Como partíamos de esa situación, era claro que cualquier sendero de normalización y estabilización iba a ser sumamente difícil y discutible. Y que un enfoque demasiado gradualista iba a fracasar: había que tomar decisiones de fondo y ejecutarlas bien. Ahora bien, lo que nos preocupa es que el modelo mejoró muchas variables de manera insustentable e (seguramente por exceso de fundamentalismo ideológico) ignora varias otras variables relevantes.

— ¿Cuáles variables considera insustentables?

— Bueno, de lo cambiario ya hablamos: estamos en contra de una devaluación porque eso por sí solo nunca soluciona nada, pero también estamos en contra de apreciar demasiado el tipo de cambio porque eso lleva a que eventualmente se necesite una devaluación. Pero lo fiscal también es problemático: ¿cómo se sostiene una economía sin obra pública?

“Estamos en contra de apreciar demasiado el tipo de cambio porque eso lleva a que eventualmente se necesite una devaluación. Pero lo fiscal también es problemático: ¿cómo se sostiene una economía sin obra pública?»

Desde EPyCA estimamos que hace falta una inversión en infraestructura de al menos un 1% del PBI más que lo actual: eso significaría, hoy, empeorar el déficit financiero en un 1% del PBI.

Seguramente el Gobierno apuesta a que cuando tenga que hacerlo, la recuperación económica también haya incrementado la recaudación, o que la normalización lleve a mayor nivel de financiamiento disponible en pesos. Pero no sé si llega a tiempo: por ejemplo hoy ya hay problemas para transitar las rutas, con clientes que nos cuentan cómo tuvieron que tomar medidas extra para que no se rompa la mercadería cuando el camión se come un bache en el camino.

— ¿Cuáles son los riesgos sociales?

— Así como decimos eso sobre la obra pública, podríamos preguntarnos por lo que significa que dos tercios de los jubilados argentinos cobren un haber mínimo que está por debajo de la línea de pobreza para una persona adulta mayor. Esas personas hoy tienen que seguir trabajando o tener algún familiar que les pase plata, para llegar a fin de mes. Si eso no ocurre, como sociedad, ¿estamos aceptando que en algún momento veamos a algún adulto mayor viviendo en la calle?

¿Realmente creemos que podemos desarrollarnos como país si desfinanciamos las Universidades Públicas, el Conicet, el Hospital Garrahan (donde se forman los mejores pediatras de América Latina, que son los que luego también atienden en instituciones privadas), el INTA y destruimos capacidades estatales en general?

Y por otro lado, ¿realmente creemos que podemos desarrollarnos como país si desfinanciamos las Universidades Públicas, el Conicet, el Hospital Garrahan (donde se forman los mejores pediatras de América Latina, que son los que luego también atienden en instituciones privadas), el INTA y destruimos capacidades estatales en general? Estas son algunas preguntas sobre la sustentabilidad del ajuste fiscal, que ojalá puedan corregirse.

Quizás la solución era otra: era emprender la reforma tributaria que todos los Gobiernos anuncian pero ninguno hace, para recaudar mejor; era reducir otros gastos, como los que este año figuraban en el Presupuesto para comprar barcos nuevos para la Armada como si tuviéramos una hipótesis de conflicto inminente.

— ¿Y sobre la política productiva?

— Respecto de las variables que este Gobierno decide ignorar, la principal es lo productivo. Es un Gobierno que no habla de producción, salvo por el RIGI que es una medida para algunos sectores puntuales y que viene demasiado lenta.

“Es un Gobierno que no habla de producción, salvo por el RIGI que es una medida para algunos sectores puntuales y que viene demasiado lenta”

El exceso de apreciación cambiaria le saca competitividad incluso a las empresas que, con un tipo de cambio de equilibrio, podrían competir exitosamente en cualquier mercado global. Hay varias de esas empresas en Argentina, que hoy apuestan a que el modelo económico eventualmente se equilibre, porque a este tipo de cambio les convendría cerrar y mudar sus operaciones a otro país.

— Últimamente, empresas y bancos comenzaron a colocar deuda externa y eso contribuyó a aumentar las reservas, pese a que el Gobierno canceló compromisos externos. ¿Considera que es un proceso que puede extenderse o lo ve limitado a un pequeño sector, y por tanto no puede tomarse como un pilar para la acumulación de reservas?

— Por ahora es algo limitado. El índice de riesgo país sigue siendo alto y el financiamiento externo aún es demasiado cauto, demasiado caro, demasiado difícil para que haya un acceso masivo por parte de las empresas argentinas. Es algo más fácil para las multinacionales, pero ahí también hay un tema con convencer a las casas matrices de priorizar los negocios de la filial en Argentina por encima de otras oportunidades en el resto del mundo. Va a mejorar eventualmente, pero no deja de ser complejo, es una confianza y estabilidad que tenemos que ganarnos.

— Desde el inicio de 2025 se observa una consolidación de la actividad agregada en la economía real, aunque con marcada segmentación por sector ¿Considera que es un fenómeno transitorio propio de un plan de estabilización o una falla del modelo?

— La heterogeneidad en el consumo es clara: las familias de mayor poder adquisitivo, que pueden ahorrar, son en buena medida las que vienen dinamizando la demanda de varios nichos de consumo. Esto se ve en la mejora en las ventas de bienes durables como electrodomésticos, en la escritura de inmuebles, en el patentamiento de autos y motos. No es casual que sean en general productos “en dólares” o que tienen buena parte de componentes importados: ahí juega el abaratamiento relativo derivado del exceso de apreciación cambiaria.

— Otra forma de decir lo mismo: hay 1 millón de personas que compraron dólares durante mayo en el mercado oficial, casi el 2% de la población argentina. ¿Cómo afecta esto al consumo general?

— Hay una mayoría de la población que sigue teniendo problemas para llegar a fin de mes. Eso se ve en el 32% de la población que sigue bajo la línea de pobreza, en que el consumo masivo aún no repunta (por ejemplo ventas en supermercados, que crecen al 3%-4% tras haber caído 11% en 2024), en que la tasa de mora en las tarjetas de crédito empieza a subir y ya está en casi 5%, en que aumentó la cantidad de habitantes que busca trabajo.

— ¿Cuál es el principal problema?

— El problema son los ingresos de las familias: quienes perdieron su trabajo registrado en el sector privado y hoy hacen algo por su cuenta (por ejemplo en plataformas digitales, como delivery, etc.) o trabajan pero de manera no registrada (con menos derechos laborales y peor salario), o quienes trabajan en el sector público nacional y vienen perdiendo poder adquisitivo durante todo el gobierno de Milei, o quienes siguen teniendo el mismo puesto de trabajo que hace un año y medio y quizás volvieron a empatar el poder adquisitivo de aquel entonces, pero para quienes lo que perdieron durante este año y medio los llevó a acumular deudas que hoy no tienen cómo pagar, por ejemplo con la tarjeta de crédito o con prestamistas usurarios en sus barrios.

“Todo el mundo paga más ahora por medicamentos o servicios públicos que al inicio de la gestión de Milei, lo cual deja menos ingreso disponible para otros gastos”

Añado el hecho de que todo el mundo paga más ahora por medicamentos o servicios públicos que al inicio de la gestión de Milei, lo cual deja menos ingreso disponible para otros gastos. Por todo esto, es lógico que en la mayor parte de los hogares haya menos plata para consumo masivo. La propia táctica del Gobierno de pisar paritarias muestra que no hay intención de que los salarios recuperen mucho más en el futuro inmediato.

— El clima electoral, donde buena parte de la política aún cuestiona el retiro del Estado Nacional de la obra pública y la eliminación de subsidios, ¿potencia esa fragmentación del mercado?

— El clima electoral de este año no viene “tan raro”, en parte porque es una elección legislativa, en parte porque toda elección habilita al menos tres o cuatro lecturas distintas sobre sus “ganadores y perdedores”, en parte porque no parece que vaya a dirimirse la interna de ninguno de los espacios opositores. Pero en Argentina es imposible separar el análisis económico del político, y eso es algo que desde EPyCA planteamos de manera integral justamente porque hace al desarrollo de cualquier negocio en nuestro país.

— El equipo económico anunció las pautas para el Presupuesto 2026: desinflación, superávit fiscal, apreciación cambiaria y aumento de la presión tributaria por crecimiento económico. ¿Cree que será aprobado, o enfrentará dificultades como el presupuesto 2025, dada la composición parlamentaria tras las elecciones?

— En términos macroeconómicos es un Presupuesto raro:

  • La inflación por supuesto es el punto fuerte, dado que es la variable que el Gobierno prioriza y que viene teniendo éxito en desacelerarla.
  • El tema cambiario es claramente discutible: en la proyección oficial contenida en el adelanto del proyecto de Presupuesto 2026, el Gobierno sostiene que el tipo de cambio nominal se ubicará en $1.229 a fin de año, lo cual ya implicaría que reduzca su precio respecto de su nivel actual. Pero además, con la pauta inflacionaria del 22,7% que propone para 2026, el propio Poder Ejecutivo reconoce que pretende profundizar una política cambiaria que convalida una pérdida sistemática de competitividad, tal como veníamos hablando hace un rato.

Nuestras proyecciones desde EPyCA Consultores difieren de este escenario, incluso pese a prever una reducción en el ritmo de suba nominal tanto de precios como de tipos de cambio.

— ¿Por qué es importante la existencia de un Presupuesto aprobado?

— Desde ya, sería importante volver a contar con un Presupuesto. Es una señal no sólo de en qué gastará la Administración Pública Nacional sino de por dónde cree el Estado (que es, en cualquier país del mundo, el actor económico individual más importante) que marchará la economía y el impacto de su propia política económica. Pero esto va a depender de que la oposición encuentre motivos para aprobarle el Presupuesto a Milei.

— ¿Qué consecuencias trajo la falta de Presupuesto aprobado en años previos?

— No habérselo aprobado en estos años fue un problema: le quitó transparencia, le impide poder exigir que rinda cuentas, porque no hay ley de Presupuesto que tenga que cumplir.

Fotos: Maximiliano Luna

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