Máxima. Los “tesoros fashion” que resucita con éxito y que la consagran como una de las reinas mejor vestidas

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Pocas reinas tienen tan claro como Máxima el poder de la moda como forma de expresión: la elección de un diseñador, un color en lugar de otro o un traje típico hablan sin necesidad de decir una palabras. Partiendo de esa base, Máxima de los Países Bajos -primero como princesa y luego como reina– supo construir a lo largo de los años su propio lenguaje fashion, donde más fue cada vez más, el coraje para probar nuevos caminos según su instinto fue la guía, y las joyas más espectaculares del cofre real de los Orange Nassau se volvieron protagonistas sin quitarles espacio a aquellas piezas especiales de su joyero personal, que en algunos casos tienen enorme valor sentimental y son guiños que remiten a la Argentina que la vio nacer.

En junio visitó una planta de energía en Hengelo con el mismo look que lució en 2014, en Tokio: vestido de Mattijs van Bergen con cinturón metálico y zapatos Gianvito Rossi.
En 2006, con el rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, y la reina Sirikit, en la fiesta por los 60 años de su reinado. Máxima estrenaba el Valentino de estampa floral que recicló este año (o sea, diecinueve años después) en su visita a Praga.
En junio, en la recepción ofrecida por el presidente de la República Checa, Petr Pavel, en Praga, impactó con un vestido de escote asimétrico firmado por Jan Taminiau. Es el mismo modelo que había elegido para un banquete de Estado en el Palacio de Quirinale de Roma, en 2017. En ambas oportunidades usó la tiara Mellerio con rubíes.

En este universo fashionista, no hay rastros certeros de que Su Majestad tenga una única asesora de imagen. Los medios internacionales hablan, en cambio, de que sabe pedir consejos y escucha a un pequeño núcleo de especialistas, como los diseñadores Edouard Vermeulen, dueño de Natan, o Jan Taminiau, que están a la cabeza de sus preferidos. También destacan que Máxima sabe mejor que nadie cómo presentarse ante el mundo porque conoce exactamente qué le queda bien y qué no, además de que aprendió a amar la moda, una pasión que les heredó a sus hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariane, que no dudan en consultarla y “asaltarle” el ropero en busca de algún hallazgo que lleve a un nuevo nivel sus outfits.

En marzo, en visita de Estado a Kenia, Máxima
recuperó la falda de satén de seda y encaje de guipure del diseñador danés Claes Iversen que también usó en 2017 en la fiesta por los 80 años de los reyes Harald y Sonia de Noruega.
En 2021, durante una visita de Estado a Alemania, con el mismo Valentino que le vimos el año pasado en la cena de gala en Honor del Consejo de Estado. Las dos veces lo complementó con el collar de aguamarinas de la reina Guillermina que es uno de sus favoritos. En 2002, llegando a la boda de la princesa Martha Luisa de Noruega con Ari Behn, en Trondheim, con el mismo traje de encaje off shoulder que Valentino le diseñó especialmente para la comida previa a su boda con Guillermo Alejandro y que también usó en una cena de gala para el Cuerpo Diplomático en el Palacio Real de Ámsterdam, en 2015 (centro).

REVIVIENDO SUS ARCHIVOS

Máxima es la reina de la moda circular porque, como una forma de mostrar austeridad y dar el ejemplo, en su placard los estrenos conviven con prendas vintage a las que, cambiándoles los accesorios o incluso interviniéndolas con pequeñas modificaciones, les renueva la cara. Una de las muestras más recientes y virales de esto se dio a principios de mes cuando, con motivo de su visita de Estado a Praga, rescató de sus propios archivos tres piezas que se llevaron todos los aplausos: un Valentino Couture de inspiración romántica que estrenó hace diecinueve años (¡y le sigue quedando pintado!), un vestido de Jan Taminiau con valor histórico porque lo lució en la coronación de Carlos III, y otro de gala y espectacular del mismo diseñador que se le vio en la celebración por los 50 de su marido, el rey Guillermo Alejandro, y durante la visita de Estado a Italia de 2017.

El 21 de junio de 2017, Máxima aterrizó en Palermo, en el marco de su visita de Estado a Italia. Lo hizo con un vestido blanco con largo midi y detalle péplum, de Dior, que volvió a llevar durante su visita a Savannah, Georgia (Estados
Unidos), el 11 de junio de 2024.
En junio de 2024 fue a la Global Leadership Exchange con un Natan Couture, de acabado devoré y cintura marcada, que había estrenado hacía años. En ambas ocasiones, lo llevó con una pamela XL, tal como le gustan.En mayo de este año, durante su visita a Lopikerwaard y Vijfheerenlanden, en la provincia de Utrecht, Máxima recuperó la falda con estampa floral de Natan que estrenó durante los festejos del Día del Rey, el 27 de abril de 2016.

Abrir sus archivos es algo que hace cada vez más seguido. Sin embargo, más allá de cualquier declaración de principios y de que es pionera entre las royals que reciclan su vestuario, también puede que sea la forma que la Reina encuentra para reconectarse con momentos felices de su propia historia, la que construyó y sigue escribiendo al lado de Guillermo Alejandro como mujer, madre y reina de los Países Bajos, y la que empezó de este lado del océano Atlántico, cuando estudiaba en el colegio Northlands y soñaba con trabajar en Nueva York.

El 4 de junio de 2016, estrenó un vestido estampado de Natan, durante la apertura del Holland Festival en Ámsterdam. Fue el mismo que repitió durante un acto con motivo de su visita de Estado a Sudáfrica el 20 de octubre de 2023, entre otras oportunidades. En todos los casos, acompañó con stilettos Valentino. Como princesa, en 2004 dijo presente en el casamiento de los entonces también príncipes herederos Federico y Mary de Dinamarca con un Valentino de crêpe de seda y un solo hombro que acompañó con la tiara de las estrellas (derecha). Diez años después, recibió al presidente chino Xi Jinping, con el mismo traje, aunque customizado con encaje sobre los volados. Le sumó la tiara de diamantes y perlas y los aros del mismo set.
En mayo, durante la comida anual del Cuerpo Diplomático en el Palacio Real, en Ámsterdam, deslumbró con el mismo Jan Taminiau decorado con lentejuelas que cubren parte del cuerpo y forman una estrella en la cintura que usó en 2010, durante el Día del Príncipe.
Para la recepción oficial al sultán de Omán en abril pasado, Máxima apostó por una elegante estética New Look que acompañó con pamela XL y la misma chaqueta entallada que en 2004 usó en la boda del príncipe Friso de los Países Bajos. En 2014, Máxima acortó y acondicionó un vestido de gasa de seda con bordados y plumas que perteneció a su suegra, Beatriz, y que la Reina había usado durante una visita de Estado a Bélgica, en 1981.El pasado mayo, para un concierto con motivo del Día de la Liberación, Máxima recuperó el conjunto fluido de Gucci que doce años antes, en mayo de 2013, usó en una conferencia en La Haya con motivo del Día contra la Homofobia y Transfobia.
En 2008, Máxima impactó en los 60 del entonces príncipe de Gales con este strapless con volados de Valentino. Más tarde, en 2013, lo recuperó para la gala con la que Beatriz de los Países Bajos se despidió de su reinado.
En Bruselas, junto a su amiga Matilde de Bélgica y con traje de inspiración romana de Jan Taminiau, durante un concierto. El mismo modelo lo usó en otras oportunidades, incluso coronada. Lo había estrenado en 2011, con motivo de la fiesta con la que celebró sus 40 años (derecha).

La tradición y protocolo que viene con su status real se da la mano con algunos guiños “argentos”, como, por ejemplo, cuando suma a sus looks collares y pulseras de Aracano, la firma de Federico de Álzaga (la pulsera que dice “Max” y está acompañada por una coronita es su favorita), o cuando luce trajes de su amigo Benito Fernández. Esa necesidad de que convivan los dos mundos no es excluyente a la moda, sino que lo extendió, además, al Palacio de Huis ten Bosch, donde decoró el salón Azul con los colores del cielo de su amada Patagonia, la figura de un cóndor, típico del sur argentino, y una recreación de la capa que lució el día de su coronación como reina consorte, entre otros objetos que la cuentan en cuerpo y alma. Como su ropa, ni más ni menos.

La tapa de revista ¡Hola! de esta semana

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