Maximiliano Pullaro no tuvo suerte. Su triunfo en las primeras elecciones del año quedó eclipsado por el frenético interés que despertó el levantamiento parcial del cepo cambiario y el comportamiento del dólar entre las nuevas bandas que pretenden contenerlo.
El desvío del interés mediático no borró sin embargo los datos que insinúan el comienzo del reformateo del sistema político del país, un año y medio después de la elección que consagró presidente a Javier Milei.
El duro examen que impone el levantamiento del cepo es también parte principal de la manera en la que se están transformando las relaciones de poder políticas, los nuevos y viejos alineamientos, la decadencia y el surgimiento de liderazgos. La pizarra del dólar es más importante que nunca en esa trama, en tanto Milei apostó todas sus fichas a encauzar la economía y el mandato de los votantes está ceñido a ese resultado.
Santa Fe, por su parte, es un indicador de realidades importantes, pero por lo general ignoradas hasta que explotan, como el narcotráfico en Rosario. Integra, por lo demás, la franja central del país donde Milei concentra la mayor adhesión, como desde hace mucho tiempo también se asienta el voto más antikirchnerista.
El gobernador de esa provincia esperaba unos días de atención nacional luego de ganar las elecciones de convencionales que le permitirán reformar, por primera vez en 66 años, la Constitución santafesina y habilitar su propia reelección, entre otros cambios.
Pullaro ganó a buena distancia de la dispersión de candidatos de distintos partidos que logró relegar, aunque la cosecha de votos propiamente dicha no fue abrumadora. Tampoco la participación, que apenas superó el 50%; un signo de evidente desinterés por una elección sin fuego ni campaña.
Pullaro comparte el objetivo central de su gestión, la lucha contra el crimen, con una acción concertada en Rosario con Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad de la Nación
Con un dirigente radical al frente, la alianza en la que conviven el PRO y la vieja guardia del socialismo santafesino se mantiene unida y pudo alcanzar su primer objetivo político: la posibilidad de reformar la Constitución y hacerlo casi a la medida de sus deseos. Le faltaron muy pocas bancas para tener mayoría propia.
Pullaro comparte el objetivo central de su gestión, la lucha contra el crimen, con una acción concertada en Rosario con Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad de la Nación. Está unido también al discurso de moderada diferenciación que practican junto a él los gobernadores Martín Llaryora (PJ cordobés) y Rogelio Frigerio (PRO de Entre Ríos). Pero no rompe viejos vínculos de amistad partidaria con Martín Lousteau, que festejó con él, y con Leandro Santoro, el alfonsinista devenido K que compite con posibilidades en la ciudad de Buenos Aires.
Entre los pliegues que dejan ver las particularidades de cada competencia local, también pueden encontrarse indicios concretos del estado de ánimo del electorado y de su disposición a aferrarse a lo conocido o a buscar novedades.
Un pacto de no agresión no escrito ni reconocido se dio entre Milei y Pullaro
También empieza a ser visible la red de arreglos previos entre el oficialismo libertario y los jefes de algunas provincias.
En Santa Fe fue notorio que el debut de La Libertad Avanza como fuerza local fuera seguido a distancia prudencial por los hermanos Milei. No hicieron campaña por sus candidatos, que a su vez se cuidaron de criticar demasiado a la lista que encabezó personalmente Pullaro.
Un pacto de no agresión no escrito ni reconocido se dio entre Milei y Pullaro, que tendrá como segura consecuencia una devolución de favores cuando al Presidente busque ganar la mayor cantidad de bancas posibles en las elecciones de octubre. El santafesino, como Mauricio Macri y muchos otros, esperan que al final del camino, cuando busque la reelección, Milei se vea forzado a hacer alianzas concretas que respeten sus territorios.
Lo de Santa Fe está un escalón más abajo del acuerdo que ya ocurrió en el Chaco, donde el radical Leandro Zdero armó una alianza para las elecciones provinciales con Karina Milei.
Con excepción de Axel Kicillof y tres o cuatro gobernadores de viejo cuño peronista, no habrá ningún cacique provincial que quede sin buscar y obtener algún acuerdo con el Presidente para evitar un choque frontal con el oficialismo nacional.
Una vieja ley que a la vez es una gran paradoja conduce a la pelea a muerte entre los libertarios y el PRO en la minúscula elección porteña. Es habitual, por llamativo que parezca, que los más próximos en las ideas terminen siendo los más enfrentados por el poder.
Un dato inquietante que se desprende de la elección santafesina es un aviso de peligro para los primos Macri. Las gestiones municipales de las dos grandes ciudades de la provincia, Santa Fe (la capital) y Rosario, fueron los dos distritos donde Pullaro ganó con menos votos.
En Rosario, el intendente Pablo Javkin (radical aliado al socialismo) fue duramente golpeado por la aparición de La Libertad Avanza y por la consolidación de Ciudad Futura, una agrupación de izquierda que tributa al kirchnerismo.
Otra curiosidad golpea las puertas del peronismo nacional. En Santa Fe hubo tres listas en la elección provincial y ganó Juan Monteverde, el candidato de Ciudad Futura, que duplicó en votos a Marcelo Lewandowski, un periodista deportivo que es senador nacional y responde al exgobernador Omar Perotti.
Alguna vez el peronismo de Santa Fe fue un partido invencible. Ahora hasta las internas abiertas como la que virtualmente se disputaron el domingo pasado las puede ganar un dirigente que a la hora de los discursos y los festejos no pudo, no supo o no quiso cantar la marchita. Tal vez sea una tendencia nacional abierta por Kicillof y seguida por Santoro en los dos principales escenarios políticos del país.
Monteverde llegó lejos de Pullaro, entre la lista de La Libertad Avanza que encabezó Nicolás Mayoraz y el partido de la mediática Amalia Granata, que con un discurso contestatario y con una estructura ínfima se consolidó como una dirigente local fuerte y con capacidad para sacarle votos a los libertarios.
Granata es una especie de Milei santafesina y representa, quizá exageradamente, los nuevos rituales de estos tiempos. A veces la novedad es lo que ya se ha visto tantas veces.