Un cargamento de cinco toneladas de mercurio (Hg) líquido fue inmovilizado en el puerto de Manzanillo, Colima, tras detectarse que se intentaba exportar de manera ilegal hacia Bolivia.
Según informó la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), el material estaba oculto en botes de pintura y no contaba con la autorización requerida por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Este hallazgo pone de manifiesto la creciente problemática del tráfico de mercurio en México, una actividad que no solo viola normativas internacionales, sino que también representa graves riesgos para la salud humana, el medio ambiente y la estabilidad económica de las comunidades afectadas.
De acuerdo con la Agencia Nacional de Aduanas de México, el cargamento fue identificado tras realizar análisis fisicoquímicos en su laboratorio central. Posteriormente, la Profepa solicitó la inmovilización del material en la aduana y su resguardo en un recinto fiscalizado.
El 16 de abril, personal de la Profepa, en colaboración con la Fiscalía General de la República (FGR), la Secretaría de Marina (Semar) y la Agencia Nacional de Aduanas, confirmó la presencia de mercurio en 216 cubetas de plástico de 20 litros cada una.
Este operativo se enmarca en los esfuerzos de México por cumplir con el Convenio de Minamata, un tratado internacional que regula el uso y comercio de este metal debido a sus graves impactos en la salud y el medio ambiente.
Los riesgos del mercurio: un problema de salud pública
El mercurio, clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las diez sustancias químicas más preocupantes para la salud pública, es un metal pesado extremadamente tóxico. Su exposición, incluso en pequeñas cantidades, puede causar daños severos en el sistema nervioso, los riñones, el cerebro y otros órganos.
Además, es especialmente perjudicial durante el desarrollo intrauterino y en la primera infancia, etapas en las que puede provocar alteraciones neurológicas irreversibles.
Entre los efectos más comunes de la exposición al mercurio se encuentran temblores, pérdida de memoria, insomnio y disfunciones cognitivas y motoras. A largo plazo, también puede ocasionar insuficiencia renal y daño permanente en este órgano.
La contaminación del agua y los suelos con mercurio, derivada principalmente de actividades mineras ilegales, incrementa el riesgo de exposición humana a través del consumo de alimentos contaminados, como cultivos y animales.
Impactos ambientales: contaminación de suelos, agua y aire
El tráfico y uso no regulado de mercurio tiene consecuencias devastadoras para el medio ambiente. Según detalló la Profepa, la minería ilegal de este metal genera contaminación en suelos y cuerpos de agua, afectando tanto a las comunidades locales como a los ecosistemas circundantes.
Además, durante los procesos de minería y procesamiento, el mercurio puede liberarse a la atmósfera, contribuyendo a la contaminación aérea y a la acidificación de las precipitaciones.
Estas emisiones no solo afectan a las áreas inmediatas, sino que también tienen un alcance global, ya que el mercurio puede viajar largas distancias en la atmósfera antes de depositarse nuevamente en la tierra o el agua. Este ciclo perpetúa la contaminación y dificulta los esfuerzos de mitigación.
Consecuencias económicas y sociales: un obstáculo para el desarrollo sostenible
La minería ilegal de mercurio, frecuentemente vinculada al narcotráfico, representa un desafío significativo para el desarrollo económico sostenible de las comunidades afectadas. Según informó la Profepa, esta actividad prioriza las ganancias a corto plazo sobre el bienestar social y ambiental, lo que resulta en una gestión inadecuada de los recursos naturales.
Además, la competencia por los recursos, la contaminación ambiental y la falta de oportunidades económicas generan conflictos sociales entre los mineros, las comunidades locales y las autoridades. La relación de esta actividad con el narcotráfico también agrava la violencia y la inseguridad en las regiones donde opera, dificultando aún más el control por parte de las autoridades.
México y el Convenio de Minamata: un compromiso internacional
El Convenio de Minamata, al que México está adherido, busca proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones de mercurio. Este tratado establece medidas como la prohibición de nuevas minas de mercurio, la eliminación gradual de las existentes, la reducción del uso de este metal en productos y procesos, y el control de sus emisiones a la atmósfera, la tierra y el agua.
Con la inmovilización del cargamento en Manzanillo, México reafirma su compromiso con este convenio y con la lucha contra el tráfico internacional de mercurio.
Según el artículo 414 del Código Penal Federal, quienes realicen actividades ilícitas relacionadas con sustancias peligrosas, como el mercurio, pueden enfrentar penas de entre uno y nueve años de prisión, además de multas que van de 300 a 3 mil días de salario.
Un problema global con raíces locales
El tráfico de mercurio no es un fenómeno aislado. Según consignó la Profepa, este metal es utilizado por mineros para extraer oro del suelo y los sedimentos, una práctica común en la minería ilegal que se extiende por regiones como la cuenca amazónica.
En países como Bolivia, Perú y Brasil, el mercurio se introduce de contrabando en botellas y se distribuye a puntos de minería ilegal, generando contaminación, conflictos sociales y daños irreparables al medio ambiente.
La detección y detención de cargamentos ilegales es solo una parte del esfuerzo necesario para combatir este problema. La cooperación internacional, la regulación estricta y la educación sobre los riesgos del mercurio son fundamentales para proteger tanto a las comunidades locales como al medio ambiente global.