El Kunsthistorisches Museum de Viena ha situado en el centro de la atención a Michaelina Wautier, una pintora barroca del siglo XVII cuya obra desafió los límites impuestos a las mujeres de su época y que, tras siglos de olvido, hoy recibe un reconocimiento sin precedentes. La exposición, abierta hasta el 22 de febrero, reúne la mayor parte de las pinturas redescubiertas de Wautier y marca un hito en la revisión de la historia del arte, al poner en valor la figura de una artista cuya biografía sigue envuelta en misterio.
La muestra, comisariada por Gerlinde Gruber y Julien Domercq, presenta 31 de las 35 obras atribuidas de forma unánime a Wautier, muchas de las cuales se exhiben por primera vez en Europa tras su recuperación. Tras su paso por Viena, la exposición viajará a la Royal Academy of Arts de Londres, consolidando así el alcance internacional de este redescubrimiento.
Entre las piezas más destacadas figura El triunfo de Baco, una pintura monumental que durante siglos fue atribuida erróneamente a otros artistas debido a prejuicios de género y a la complejidad de su ejecución. Actualmente, la autoría de Wautier ya no se discute, en parte porque la propia artista se retrató en la obra, desafiando al espectador con una mirada directa y un gesto audaz.
La innovación de Wautier se manifiesta especialmente en su tratamiento de los desnudos masculinos, un terreno prácticamente vedado a las mujeres artistas de su tiempo. Katlijne Van der Stighelen, especialista en la obra de Wautier, subraya que “la forma en que pinta a los hombres no tiene precedentes”.
La artista, que probablemente trabajó junto a su hermano Charles en un estudio con modelos reales, demostró una pericia técnica y una amplitud temática que la distinguen incluso frente a sus contemporáneos más reconocidos. Además, la exposición resalta su sensibilidad en el retrato infantil, como evidencia la serie Los cinco sentidos, donde cinco niños encarnan las distintas facultades sensoriales. Charlotte Roosen, comisaria adjunta, destaca que “ningún otro artista de su época ha retratado a los niños con tanta sensibilidad como Wautier”.
El proceso de redescubrimiento de la obra de Wautier ha sido reciente y complejo. Hasta 2014, El triunfo de Baco no ocupaba el lugar de honor que hoy tiene en el Kunsthistorisches Museum. La serie Los cinco sentidos, por su parte, permaneció desaparecida durante décadas y solo reapareció en el mercado en 2019, tras el creciente interés generado por una exposición previa en Amberes.
Adquirida por los coleccionistas Rose-Marie y Erik van Otterloo, esta serie se muestra ahora en Europa por primera vez desde su recuperación, tras haber pasado por el Museum of Fine Arts de Boston. El conocimiento sobre la vida y la obra de Wautier sigue en construcción: incluso la fecha de su nacimiento ha sido objeto de revisión, pasando de 1604 a 1614 según los últimos estudios, y su apellido aparece escrito de diversas formas en los documentos históricos.
La biografía de Michaelina Wautier está marcada por lagunas y enigmas. Se sabe que nació en Mons, en el sur de la actual Bélgica, que nunca contrajo matrimonio y que compartió su vida y trabajo con su hermano en Bruselas. Existen indicios de un posible viaje a Italia, sugerido por un estudio de un busto romano conservado en la Villa Medici, aunque no hay pruebas documentales que lo confirmen.
Su prestigio en vida queda reflejado en los encargos que recibió y en la inclusión de sus obras en la colección del archiduque Leopoldo Guillermo de Austria, cuya pinacoteca constituye hoy el núcleo del Kunsthistorisches Museum. Sin embargo, como señala Charlotte Roosen, “solo tenemos su firma, más allá de la pintura, solo sabemos de ella por esas pocas letras”. La ausencia de una tradición artística familiar y la falta de documentos sobre su formación alimentan el misterio en torno a su vocación y desarrollo profesional.
El impacto de la recuperación de Wautier trasciende el ámbito académico y se refleja en el mercado del arte, donde el valor de sus obras ha experimentado un notable aumento en los últimos años. Su caso se ha convertido en un símbolo del cambio en la valoración de las mujeres artistas, tradicionalmente relegadas al olvido. La reivindicación de su figura y la posibilidad de que nuevas obras perdidas salgan a la luz ilustran el proceso de revisión que vive la historia del arte, en el que la memoria de creadoras como Wautier adquiere un nuevo significado.
La exposición en Viena representa una oportunidad excepcional para descubrir la huella que Michaelina Wautier dejó en el arte del siglo XVII.