Michel Siffre, el hombre que demostró que el tiempo es una ilusión: “Mi cuerpo elegía solo cuándo dormir y cuándo comer”

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Michel Siffre, el hombre que demostró que el tiempo es una ilusión (Montaje Infobae)

En el verano de 1962, el espeleólogo francés Michel Siffre descendió a 130 metros bajo la superficie de los Alpes decidido a demostrar que el tiempo es una construcción mental y no una constante universal. Con 23 años, aislado de la luz, los relojes y cualquier estímulo externo, ejecutó un experimento pionero que alteró la comprensión científica sobre la percepción temporal. Pero, ¿por qué decidió lanzarse desde tan joven a un experimento de esta magnitud?

Según la entrevista que concedió en 2008 a Cabinet Magazine, Siffre era un geólogo en formación y unos meses antes “descubrimos un glaciar subterráneo en los Alpes, a unos setenta kilómetros de Niza”. Este acontecimiento le motivó para empezar su expedición, que en un principio iba a perdurar durante 15 días. No obstante, se dio cuenta de que ese tiempo no iba a ser suficiente: “No veré nada”, se decía a sí mismo. Por eso mismo decidió quedarse dos meses. “Y entonces se me ocurrió esta idea. Decidí vivir como un animal, sin reloj, en la oscuridad, sin saber la hora”, declaraba.

El experimento consistió realmente en habitar un glaciar subterráneo durante 63 días, utilizando solo una lámpara de minero para tareas clave. “Inventé un protocolo científico sencillo. Puse un equipo a la entrada de la cueva. Decidí llamarlos al despertar, al comer y justo antes de dormir. Mi equipo no tenía derecho a llamarme, así que no tenía ni idea de la hora que era afuera. Sin saberlo, había creado el campo de la cronobiología humana”, relataba. Desde entonces, se dio cuenta de que los humanos, al igual que animales de laboratorio, poseen un reloj biológico interno.

Michel Siffre en la cueva de Clamouse (@grottedeclamouse7415)

“Mi tiempo psicológico se había reducido a la mitad”

Durante su confinamiento experimentó condiciones extremas debido al “equipo deficiente” y su diminuto campamento que acumulaba demasiadas cosas apretadas dentro. “Siempre tenía los pies mojados y mi temperatura corporal llegaba a bajar hasta los 34 °C (93 °F). Mis pasatiempos eran leer, escribir e investigar en la cueva. También pasaba mucho tiempo pensando en mi futuro”, aseguraba. Además, como parte del protocolo, en cada contacto con la superficie Siffre se tomaba el pulso y ejecutaba una prueba psicológica: debía contar hasta 120, suponiendo un segundo por número.

El resultado fue más que sorprendente, ya que “tardé cinco minutos en contar hasta 120”. El fenómeno demostraba, asó, que la percepción subjetiva del tiempo es radicalmente variable cuando desaparecen los indicadores externos, algo que después fascinó a organismos como la NASA. Pero, el experimento alcanzó el clímax cuando terminó la reclusión subterránea el 14 de septiembre: “Pensé que apenas era el 20 de agosto. Creía que aún me quedaba un mes más en la cueva. Mi tiempo psicológico se había reducido a la mitad”, subrayó.

Dicha confusión fue posible gracias a la absoluta oscuridad y la falta de acontecimientos diferenciados: “Tu memoria no capta el tiempo. Olvidas. Después de uno o dos días, no recuerdas lo que hiciste uno o dos días antes. Lo único que cambia es cuándo te despiertas y cuándo te acuestas. Además, es completamente negro. Es como un día largo”, aseguraba para Cabinet Magazine. Aunque también experimentó otros cambios en su metabolismo: “Mi cuerpo elegía solo cuándo dormir y cuándo comer. Eso es muy importante. Demostramos que mi ciclo de sueño/vigilia no era de 24, como el de la gente en la superficie terrestre, sino un poco más largo”, añadía.

Pero lo más importante para Siffre fue poder demostrar que “existía un reloj interno independiente del ciclo natural terrestre de día/noche”. Algo que volvió a comprobar con otros experimentos posteriores. Y es que, todos ellos “mostraron ciclos de más de 24 horas. De hecho, se volvió común para ellos alcanzar ciclos de 48 horas”. Lo curioso es que “tenían 36 horas de actividad continuas, seguidas de 12 a 14 horas de sueño”, explicaba. Al conocer esos datos, el ejército francés le financió su próximo experimento para que “analizara cómo sería posible que un soldado duplicara su actividad de vigilia”.

“El ciclo de 48 horas es un hecho”

Entre los años 60 y 70, Siffre realizó más experimentos, incluyendo estadías de hasta seis meses en Francia y Estados Unidos, varios de ellos auspiciados por el Ministerio de Defensa francés y la NASA, según reconstruyó la BBC. El propio explorador recordaba: “Después de mí, encerré a un hombre en una cueva durante cuatro meses, y luego a una mujer durante tres. En 1966, otro hombre pasó seis meses bajo tierra, y luego hicimos dos experimentos más de cuatro meses».

Con esta experiencia logró recabar un análisis de las fases del sueño con el que tuvo otro descubrimiento. “Demostramos que existe una correlación entre el tiempo que una persona permanece despierta y cuánto sueña la noche siguiente”, afirmaba. Concretamente, pudo confirmar que “por cada diez minutos adicionales de actividad al día, un hombre obtiene un minuto adicional de sueño REM. También descubrimos que cuanto más se sueña, menor es el tiempo de reacción durante la siguiente fase de vigilia».

La acumulación de estos datos lo llevó una conclusión innegable: “El ciclo de 48 horas es un hecho. Observé este fenómeno y estoy seguro de este hallazgo, pero nadie entiende qué podría ser responsable de una desincronización tan grande del ciclo sueño-vigilia”, sostuvo, después de sumergirse por más de 205 días en la Cueva de Medianoche en Texas en 1972. Aun así, el espeleólogo francés aclaró que hubo dos momentos en los que alcanzó el periodo de 48 horas “pero no con regularidad”.

Además, “a veces dormía 2 o 18 horas, y no podía distinguir la diferencia”, expresaba en la entrevista. Por este motivo considera que esta vivencia es algo que todos podemos experimentar. “Es el problema del tiempo psicológico. Es el problema de los humanos. ¿Qué es el tiempo? No lo sabemos”, concluía en ese momento. Desde entonces, sus ensayos, con los que obtuvo descubrimientos aceptados por la comunidad científica, abrieron un campo de investigación, la cronobiología humana.

Así, tanto organizaciones como la NASA y el Ministerio de Defensa francés han reconocido que el legado de Michel Siffre permitió comprender que la experiencia del tiempo, lejos de depender solo de ciclos exteriores, es una ilusión moldeada por nuestra propia mente, como ha subrayado la BBC.

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