Durante décadas, la franquicia de James Bond ha sido sinónimo de elegancia, espionaje y acción global. Pero también ha perpetuado una fórmula rígida: la presencia femenina, representada por las llamadas “chicas Bond”, solía limitarse a un único filme. Michelle Yeoh desafió esa tradición con dignidad y decisión, rechazando una oferta que pudo haberla traído de vuelta a la saga, pero solo como un recuerdo pasajero.
Un patrón histórico de mujeres descartables
Como revela Far Out, desde sus inicios en los años 60, la saga Bond ha ofrecido a sus protagonistas femeninas un espacio tan breve como predecible. La mayoría de estos personajes fueron concebidos para aportar sensualidad, sin continuidad narrativa ni desarrollo posterior. La tradición dictaba que, salvo excepciones como Moneypenny o el personaje de M interpretado por Judi Dench, las mujeres no regresaban a futuras entregas.
Entre las pocas que rompieron con esta norma se encuentran Eunice Grayson, que encarnó a Sylvia Trench en Dr. No (1962) y Desde Rusia con amor (1963), y más recientemente Léa Seydoux, que interpretó a Madeleine Swann en Spectre (2015) y Sin tiempo para morir (2021).
Otras como Maud Adams y Martine Beswick actuaron dos veces, pero en papeles diferentes. Nikki van der Zyl, por su parte, aportó su voz a múltiples personajes femeninos, sin aparecer en pantalla.
Wai Lin: una figura disruptiva
En ese contexto tan codificado, Michelle Yeoh sorprendió al público con su interpretación de Wai Lin en El mañana nunca muere (1997), al lado de Pierce Brosnan. A diferencia de muchas de sus predecesoras, el personaje evitó los estereotipos tradicionales. Lejos de ser un mero interés romántico, Wai Lin se presentó como una agente de inteligencia china altamente entrenada, con iniciativa propia y habilidades de combate al nivel del protagonista.
Su aparición fue celebrada como un paso hacia una representación femenina más activa y autónoma dentro de la franquicia. Fue uno de los pocos casos donde una “chica Bond” parecía tener el perfil adecuado para continuar más allá de una sola aventura.
El cameo que no fue
Cinco años después del estreno de El mañana nunca muere, los productores planificaban la vigésima película de la saga, Otro día para morir (2002), con la intención de conmemorar el 50º aniversario de la franquicia. El director Lee Tamahori reveló en una entrevista con Cinema Blend que se había concebido una escena en Hong Kong que ofrecía la oportunidad perfecta para el regreso de Wai Lin, aunque fuera de forma breve.
Tamahori explicó que el equipo voló a Hong Kong para reunirse con Yeoh y discutir su participación. Aunque se trataba de un cameo, el rol no sería del todo insignificante, sino una forma de establecer un puente con una entrega anterior. Sin embargo, la actriz se negó.
Una negativa con principios
Lo notable de su decisión fue que, a pesar de estar disponible —su siguiente proyecto, El secreto del talismán, ya había finalizado su rodaje—, Yeoh no aceptó el papel. La razón, según explicó Tamahori, fue su deseo de no quedar reducida a una aparición superficial que no aportara nada al desarrollo del personaje.
Tras el éxito internacional de El tigre y el dragón (2000), la actriz había consolidado su imagen como figura clave del cine de acción y no quiso retroceder hacia un rol testimonial. Para ella, participar en Otro día para morir sin una función sustancial equivalía a un gesto gratuito que no justificaba su presencia.
La excepción que refuerza la regla
La negativa de Michelle Yeoh contrasta con la historia de la franquicia, donde muchas actrices aceptaban retornar con tal de mantener un vínculo con el universo Bond, sin importar cuán breve o superficial fuera su rol. En cambio, Yeoh optó por cuidar la integridad narrativa de Wai Lin, reafirmando su autonomía dentro y fuera de la pantalla.
Su decisión, aunque poco habitual en el contexto de una franquicia marcada por decisiones unilaterales de los estudios, marcó un precedente. Wai Lin no regresó, pero tampoco fue olvidada. Su ausencia reafirmó su valor como personaje sólido, no como adorno circunstancial.