El lavado de sábanas regular es fundamental para mantener una buena rutina de higiene y reducir los riesgos de enfermedades respiratorias, ya que estas piezas de tela tienen la capacidad de acumular sudor, células muertas de la piel, aceites corporales y ácaros del polvo.
En ese sentido, cambiar la ropa de cama resulta crucial para prevenir alergias, irritaciones e incluso malos olores, por lo que hay personas que reemplazan estos implementos al menos una vez por semana.
Frente a esto, Primrose Freestone, profesora titular de microbiología clínica en la Universidad de Leicester, Reino Unido, asegura que los seres humanos suelen perder cientos de células durante la noche. La académica también sostiene que en medio del ciclo de sueño, el cuerpo secreta aceites de las glándulas sebáceas, por lo que se puede llegar a producir hasta medio líquido de sudor sin que las personas se den cuenta.
Además, en uno de los artículos que difundió en el medio digital ‘The Conversation’, la microbióloga aseguró que la piel del ser humano alberga muchos hongos y bacterias que se acumulan en las sábanas y almohadas.
De acuerdo con lo expresado por la profesora, el sudor fresco que se desprende con el movimiento nocturno es la principal causa del mal olor corporal, a pesar de que hay quienes toman duchas antes de dormir.
Consecuencias de no cambiar la ropa de cama
Según Freestone, los ácaros por sí mismo no son peligrosos, pero sus excrementos fecales son alérgenos, lo que aumenta el riesgo de empeorar condiciones como la dermatitis, el asma o la rinitis alérgica.
Otro de los factores a tener en cuenta es la proliferación del Aspergillus fumigatus, un hongo que se puede alojar en las almohadas y es el responsable de producir infecciones pulmonares graves, en especial si las personas no cuentan con un sistema inmunológico fuerte.
En vista de esto, la experta considera importante prestar atención a ciertas señales que pueden ayudar a prevenir algunas afecciones relacionadas con el lavado deficiente de sábanas o edredones.
- Dificultad para respirar.
- Tos con sangre o grumos de moco.
- Sibilancias.
- Fiebre.
- Pérdida de peso sin razón.
- Cansancio excesivo.
Con base en esto, la microbióloga recomienda buscar ayuda profesional si los síntomas son persistentes y duran más de tres semanas, ya que esto puede significar que tiene una afección grave en los pulmones.
Por Stephany Guzman Ayala