Miguel Ángel Russo, entrenador de Boca, está otra vez internado en la clínica Fleni, donde hace dos semanas permaneció seis días por una infección urinaria. En este caso fue ingresado porque después del empate de anoche ante Central Córdoba tuvo un cuadro de deshidratación, para lo cual está siendo controlado vía suero.
Al mismo tiempo, según pudo saber LA NACION, se le están realizando diferentes estudios para determinar si deberá quedar internado otra vez o podrá continuar con sus cuidados en su domicilio.
En esta ocasión hay hermetismo alrededor de su cuadro, ya que los médicos propusieron mantenerlo en observación y no apurar su salida antes de tener más claro el panorama sobre su salud.
Según pudo saber este diario, los valores generales de los estudios (de rutina) dieron bien, salvo algunos niveles de bilirrubina altos. Pero lo que preocupó a los especialistas fue su cuadro de deshidratación.
A diferencia de la vez anterior, donde el entrenador se mostró reacio a quedarse y prefería volver a su casa, ahora Miguelo comprendió que el mejor escenario era quedar en observación durante toda la jornada y definir su alta llegada la noche.
Hasta el momento es una incógnita saber si el DT estará o no este martes en Ezeiza al frente de la primera práctica semanal del equipo. De no poder concurrir, el trabajo quedará bajo la órbita de Claudio Úbeda y otros ayudantes.
Alguien que camina los pasillos del predio de Ezeiza a diario le confirmó a LA NACION que en las últimas semanas Russo había mostrado signos evidentes de fatiga, incluso durante las prácticas con el plantel y las charlas con los jugadores y con sus colaboradores. De hecho, anoche le costó muchísimo subir los escalones del túnel que une el vestuario de Boca con el campo de juego.
A comienzos de este mes, justo en el receso por las dos últimas fechas de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial 2026, Russo había estado seis días internado en esa misma clínica por que en un análisis de rutina por su condición de ser un paciente oncológico, le apareció una infección urinaria derivada de una baja en sus defensas.
Fue la gota que rebalsó el vaso. El fin de semana previo a la internación, durante el partido ante Aldosivi en Mar del Plata, se lo había visto semidormido mientras se jugaba el encuentro. Según allegados al entrenador, Russo venía mostrando debilidad, fragilidad y cierta desorientación.
En esa internación fue que los médicos decidieron mantenerlo bajo observación para asegurarse un seguimiento constante que pueda garantizar su recuperación.
En su momento recibió medicación endovenosa y lograron estabilizarlo, lo que le permitió recibir el alta primero y la autorización para viajar a Rosario el fin de semana pasado, cuando Boca visitó a Central y Miguelo fue ovacionado en el Gigante de Arroyito.
Luego de ese encuentro se enojó en la conferencia de prensa, cuando le preguntaron por su salud. “Hay que mantenerse en frío, que es lo más difícil, pero estoy contento de estar en esta ciudad, en este club. Venir acá siempre es algo distinto. Hace dos meses que no venía, es mucho tiempo para mí. Me hace bien venir a Rosario. Siempre me encuentro con amigos y seres queridos”, dijo el experimentado DT ante la prensa en conferencia de prensa, con la voz apagada.
Y agregó: “Yo estoy muy bien. Hubo muchos que dijeron muchas tonterías. Me entran por un oído y me salen por el otro. El que sabe de su salud es uno mismo. Yo, si estoy trabajando es porque me siento bien. Lo primero es la familia”, agregó el DT del Xeneize.
El DT de Boca tiene antecedentes de salud complejos. En 2017, se le diagnosticó cáncer de vejiga y, durante la cirugía, se le detectó un pequeño tumor en la próstata. Además, durante su internación, contrajo una bacteria resistente a muchos antibióticos, lo que complicó su situación.
Hace unas semanas, Hugo Gottardi, excompañero de Russo en Estudiantes de La Plata durante su etapa como futbolista y ex ayudante de campo, expresó su preocupación: “Lo veo demacrado. Se lo nota cansado. Él viene de una enfermedad, está bien”.
Gottardi, quien se encuentra distanciado de Russo, añadió:“Con Miguel no me hablo más, pero no por habernos peleado. Fue como una pareja de casados que se cansa”. A pesar de la distancia, destacó el afecto que siente por el entrenador:“Pasamos un millón de cosas juntos, nos separamos y hay que seguir para adelante, cada uno va por su lado”.
Además, Gottardi aseguró: “Miguel ama a Boca, ama el mundo Boca, va a seguir siempre en Boca a pesar de todo”.
En el club, al igual que en la internación anterior, predomina la cautela y priorizan la salud del querido DT, último que ganó la Copa Libertadores en 2007.