Miguel Mateos: cuarenta años de rock, pasión y reinvención

admin

“La pasión sigue intacta, inacabable.” Con esa frase, Miguel Mateos resume cuatro décadas de una carrera que marcó a generaciones enteras del rock argentino y latinoamericano. Figura ineludible del género, compositor, cantante, productor y líder de ZAS, Mateos vuelve a ocupar el centro de la escena con la energía de siempre. A 40 años de Rocas Vivas, el disco que se convirtió en banda sonora de los 80, celebra su legado con una gira federal y un regreso al Movistar Arena, donde todo comenzó el pasado julio.

En esta charla para el ciclo Conversaciones, el músico repasa su historia, desde los días de ZAS hasta la actualidad, y reflexiona sobre los cambios en la industria, el poder de las canciones y su relación con el público. Habla de su nueva ópera rock inspirada en la conquista de América, de su hijo Juan —que lo acompaña en la banda—, de los recuerdos de haber sido teloneros de Queen en Argentina, entre otras anécdotas más.

¿Qué te trajo hasta acá?

Cuarenta y pico de años. O sea, una pasión tremenda, inacabable, que sigue estando. Una vocación. Y bueno, llegamos al 2025 con esta suerte de tributo a los 40 años de Rocas Vivas, un álbum icónico dentro de mi repertorio, y una retrospectiva también, en ese registro 84-85 en el que el álbum fue hecho, porque es un disco en vivo construido a partir de los tres primeros álbumes de Zas. Así que, ¿qué me trajo hasta acá? Todo eso.

¿Algo que se pueda adelantar?

Por eso hacemos este gran cierre. Esto empezó el 3 de julio en el Movistar Arena.

Tremendo show. Estuve, me encantó.

La verdad que fue tremendo. Grabado, imagen y sonido. Lo voy a editar, lo estoy trabajando. Y es realmente conmovedor. Todo lo que pasó fue tremendo.

Mirá, hubo muchas cosas que me llamaron la atención para bien. Primero debo admitirlo: soy muy fan de esa primera época tuya. Mi primer disco fue un casete tuyo, Huevos. Pero no quiero ser autorreferencial. Es la pregunta que le hago a todos los músicos: cuál fue el primer disco que te compraste con tu propia plata?

Con guita propia obviamente The Beatles. Diría Revolver. A mi juicio, Revolver es el disco de los Beatles. Tal vez Sgt. Pepper o Rubber Soul. No me acuerdo exactamente, pero seguramente alguno de los singles también. Iba a una disquería en Villa Urquiza, atendida por un señor muy modesto que traía todos los singles y te los dejaba escuchar. Íbamos después del colegio con algunos amigos, fanáticos de la música, y seguramente escuché por primera vez Love Me Do siendo muy chico. Bueno, todo eso es mi formación y parte de mi religión también.

Decidiste incluir dos canciones muy clásicas de aquella época anglo: “The Power of Love” de Huey Lewis and the News y “Everybody Wants to Rule the World” de Tears for Fears. ¿Qué te pasa con esas canciones, por qué las metiste en el medio del show?

Estábamos girando, casi diez músicos en escena: los seis de la banda más cuatro de la sección de vientos. Yo nunca tuve esta conformación tan típicamente rockera. Me impactó tanto el sonido que lo hablé con mi hermano Alejo, con quien comparto todo. Le dije: “Vamos a hacer un par de covers así en el medio”. Tampoco hago todo el tema, sino que los uso como un link a otra canción mía.

Y en esa época, con Huevos, con “Tengo que parar”, ¿escuchabas bandas norteamericanas o inglesas? ¿Te nutrías de eso?

Sí, claro. Empecé a escribir en inglés.

Vos sos profesor de inglés.

Soy profesor de inglés, sí, entre otras estupideces. Pero sí, empecé a escribir en inglés. Hace poco estuve en Montevideo, en el maravilloso Auditorio Nacional del Sodre, lleno total. Hacía más de 30 años que no iba a Uruguay y le decía a los colegas: “Yo me formé con los Shakers y con los Walkers”. Les digo a todos los chicos que los googleen, porque tienen discos antológicos. Una vez los vi en carnavales, siendo un imberbe, y no lo podía creer. Tuve oportunidad de decírselo a Fattoruso años después. Me declaro fan.

El 6 de diciembre volvés al Movistar Arena.

Sí. Lo anuncié en el mismo show del 3 de julio. Tengo que cumplir mi promesa. Estaba viendo las imágenes para editar un álbum de ese show y me veo en el escenario diciendo “esto lo tenemos que repetir”. Y la gente explotó. Lo voy a poner, porque tiene una potencia increíble. Fue un show inolvidable. Y cumplo con esa promesa. Nadie lo pensaba. Mi productor y mi mánager decían “no hay fecha”, porque al día siguiente me fui a Mar del Plata. Pero quería cerrar el año con ese corolario, después de una gira de más de 24 shows en Argentina. Ahora me falta el norte.

¿Te vas al norte?

Sí, me voy a Salta, Tucumán y Santiago del Estero. Vengo de Uruguay, hicimos Perú y Chile, y en noviembre vamos a México. En diciembre cierro el año. Va a ser un show ampliado, de casi tres horas. Sumo canciones, linkeo, y preparo todo para el 6 de diciembre en el Movistar Arena.

Fue muy emotivo ese show. Hablando de esa época: había competencia entre bandas? Zas, Virus, Los Abuelos, Soda… todos con la vara altísima. Era una competencia tipo Beatles–Beach Boys?

No, era más amigable.

¿Pero se miraban entre ustedes?

Sí, claro. Siempre nos miramos con cariño y respeto. Recién ahora se toma dimensión de esa diversidad musical. Toda esa paleta, esas armonías, esa poesía urbana influenciada por el tango… Fue una época gloriosa.

En Un gato en la ciudad cantás “y después preguntan por qué la juventud ama solo el rock and roll”. ¿Qué ama la juventud hoy?

Y… amará más el reguetón, por ahí.

¿Y cómo estamos?

Bueno, esa línea era una ironía burda. Tengo una canción en tono irónico sobre eso: Estoy buscando al asesino del rock and roll. Pero no, vengo de llenar el Movistar y de hacer giras agotadas. Soy un bendecido, muy afortunado. Tengo un amor y un respeto del público que me dan fuerza para seguir creando.

Pienso en Huevos, en canciones como “Noticiero TV”. Era un disco que pintaba la época, ¿no? Todavía estaban los militares.

Claro. La música es de Fernando Lupano, y yo le puse la letra. No todas quedaron en Rocas Vivas, porque Rocas Vivas es un álbum de nueve canciones nada más, y una es de estudio, “Perdiendo control”. Los tres álbumes anteriores tenían muchas canciones, así que entraron ocho. “Una noche más” es nueva —inédita, pero grabada en vivo—, y “Mundo feliz” también. Por eso quedaron otras afuera.

Ahí se me ocurre hacer esta retrospectiva 80–85: metí “Mujer sin ley”, “Hijo del rock and roll” y una mezcla de todo eso. Tengo un gran cariño por el primer disco de Zas, que grabamos prácticamente de manera clandestina.

Lo grabaste entre gallos y medianoche, ¿no?

Sí, ahí en la calle Uriburu, en SICA Americana, en Sun Records. No había lugar, casi fue clandestino. Se grabó así, era una apuesta grande. Agradezco a Osvel Costa, que en ese momento era el ingeniero, porque se tomaba el proyecto en serio y venía a laburar trasnoche. Así se creó el primer disco de Zas.

Tengo una devoción especial por esas canciones, que son una mezcolanza: hay reggae, rhythm and blues, rock and roll furioso, hasta punk. Yo creí que iba a hacer ese disco y no iba a hacer más nada. Dije: “Bueno, le meto todo lo que tengo”.

Cuando fuiste telonero de Queen, ¿ese disco todavía no estaba editado?

No.

Qué locura.

Sí, totalmente. En ese show ya había algunas canciones que después formarían parte de Huevos: Hijo del rock and roll, Va por vos y alguna otra más. Fue impresionante porque, imaginate, tocar antes de Queen en la Argentina del 81… eso te marcaba de por vida.

¿Tocaste con el sonido de Queen? ¿Los equipos, las luces…?

Sí, bueno, en condiciones bastante más escasas y pobres, pero sí. Igual eso es un hito. Sigo guardando la monedita de Brian May. Tengo el dime, la moneda de penny. Lo tengo guardado. Y bueno, esa historia forma parte.

¿Algunos te preguntaron por el espiral invertido del vinilo de Perdiendo control en inglés? Me acuerdo que cuando salió había que poner la púa en el centro del disco.

Exactamente. Eso fue una argucia de Óscar López, mi mánager en ese momento. Bueno, falleció el año pasado, así que va mi saludo para él. La idea de hacerlo en inglés era una locura, una idea de poder llegar ahí, de tener una proyección internacional. Después se dio también en castellano, porque a partir de ahí empezó toda una movida latina tremenda. No era un movimiento de idioma, pero sí fue una locura total. No pasó de eso, seguramente debe estar archivado por ahí. Y bueno, son las cosas locas que se hacían antes. Ya no se hacen más cosas locas.

Una locura hermosa. Hoy está en YouTube. Ves gente que lo pone y explica lo de la púa en el centro.

Sí, sí. Y algunos hasta se enojan conmigo. Me mandan mensajes por redes, me dicen: “Yo fui a escuchar Perdiendo control en inglés, Miguel, y me cagaste”. (Ríe.) Pero bueno, lo dicen con cariño. Yo les explico: la canción nació en castellano, después la traduje y se convirtió en Losing Control, pero originalmente fue escrita en español. Y ya forma parte de mi repertorio clásico, así que no podía faltar.

¿Cómo te llevás con la inteligencia artificial?

Pésimo. Pero mi mujer, Graciela Becari —arquitecta, artista plástica y una gran investigadora en su rubro, en la inteligencia artificial—… estoy haciendo mi avatar. Con todo este asunto, antes de que lo haga otro, voy a hacer el mío.

Y tocar con tu hijo, ¿cómo es esa experiencia?

Y Juanito también. Qué privilegio tener a un estupendo guitarrista que hizo su casting como corresponde, con su tío, porque el encargado fue Alejandro, mi hermano. Y nada, quedó. Venía bien apalabrado, y es un privilegio que me doy cada noche, cada show.

Hablemos un poco del momento en que te convertís en “el jefe del rock en español”. ¿Eso fue cuando llegás a Los Ángeles y tocás en The Palace?

Sí, esa es una fecha incierta en realidad, y misteriosa. Se me adjudica… alguien que escribió mi biografía se lo adjudica a una conversación con Santana, en algún momento que nos cruzamos en México, cuando explota la gran movida del rock latino en ese país. México tiene gran influencia en Estados Unidos y en Sudamérica. Entonces ahí se da toda una movida muy grande. Y Santana, que vivía en Los Ángeles, coincidimos en un concierto y tuve la suerte de cenar con él. En un momento me introduce a la prensa como “el jefe del rock”. Así, como un despojamiento. Y estás hablando de una figura trascendental.

Y por qué él mete el rock latino, obviamente.

Así que todo un privilegio. Y un agradecimiento. Nos hemos cruzado después, así que un abrazo para el gigante Santana.

Y después llega aquel show en The Palace. Esa fue la época de los 80. Estamos hablando de los ochenta y pico. Bueno, me imagino la escena de Los Ángeles: los grupos de hair metal dando vueltas por Sunset Boulevard. ¿Llegaste a vivir eso, a palparlo, o ibas por otro lado?

Tiene que ver. Bueno, yo mezclo. “Tengo que parar” grabado en Nueva York. Era la primera vez que salíamos, y grabamos Solos en América, el disco posterior a Rocas Vivas, en Los Ángeles. Entonces estar en ese ambiente, en Hollywood, yendo a los bares y pubs… Yo escuché a Guns N’ Roses y quedé embebido en esa magia maravillosa. Y de ahí sale Solos en América también, como disco, idea, concepto. Es el disco que me pone con trascendencia internacional de alguna manera.

¿Era tu objetivo tocar en The Palace?

Sí. Nos pusimos ese objetivo. Tuve la suerte de que vinieron los Soda Stereo después, y les dije: “El año que viene tienen que tocar ustedes”. Eso fue lo que les dije. Hay que seguir, esto es una invasión nacional. Pero sí, es un hito, un hito que me hace este año en mayo hacer 24 ciudades en Estados Unidos y Canadá.

Tenés tu público, hay mercado.

Sí, y cada vez más amplio, latino. Hecho de argentinos, uruguayos, mexicanos, chilenos, peruanos, colombianos, todos buscando su destino en Estados Unidos. Sigo teniendo esa herencia, empezó en un tibio y perdido show, una inversión que nos hizo perder plata, pero no porque no se llenara, sino porque nos cobraron una fortuna. Éramos tres gatos locos, argentinos, nadie apostaba un peso por nosotros. Yo había empezado a explotar en México, pero no en Estados Unidos. Fue tremendo, muy grande, muy expuesto. Mirá lo que es hoy la cultura latina en Estados Unidos. En ese momento era maravilloso. Pusimos un pie.

¿Te considerás un animal del vivo?

El vivo es muy importante, mientras tenga salud, físico y algo de pelo, algo de cabello. A mí me gusta tocar en vivo. Tengo una banda de más de 20 años. Además se me une también Juanito, que está tocando conmigo. Nos divertimos mucho. Todas mis giras son de gran convocatoria. Así que sí, me gusta tocar en vivo.

Contame un poco del tema de la ópera rock. Cómo sigue eso?

Sí, lo arranqué en esos malditos dos años, que para mí fueron benditos porque me decidí —a instancias de mi mujer también— a ponerme a laburar. Me dijo: “Ya estás encerrado, ponete a trabajar”. No se podía tocar. Nuestro trabajo fue tremendo en ese sentido, estuvimos dos años parados. Saqué archivos, me puse a pensar. Había viajado a España a conocer mis orígenes, en León, Castilla la Vieja, y empecé a estudiar la idea de la conquista de América. Tenía la música, pero no el contenido. Y ahí, en la pandemia, dije: “Voy a escribir una ópera sobre la conquista de América”.

Empecé a hacer algunas locuras. Mi mujer me ayudó mucho, porque soy caótico y me ordena las ideas. Mi locura era una América que lucha contra un invasor. Amauta es el título. El Amauta es el monarca del sur; Maya, la tolteca-azteca del norte; y el tercer personaje, el capitán español, el invasor. Y el Quetzal, una serpiente dual y mágica, especie de árbol de la sabiduría, que va diciendo: “Miren que este tipo no se viene a quedar con todo”. Así armé la historia.

Mi formación en el Conservatorio Municipal Manuel de Falla, con mi madre como tutora musical, me sirvió muchísimo. Aproveché también para hacer seminarios con Hans Zimmer, el gran compositor de música cinematográfica, vía internet, porque no se podía hacer otra cosa. Renové mis aptitudes como arreglador y orquestador. Y ahora, tecnológicamente, tengo a la BBC de Londres y a la New York Philharmonic en mis librerías, así que pude hacer una obra que, a mi juicio, es mi obra magna hasta el momento.

Y eso se estrena en 2026.

Sí, está asegurado. Voy a hacerla en vivo. Es una obra para orquesta, banda de rock and roll… una ópera rock. Tremendamente rockera, con pasajes sinfónicos y líricos. Tiene cuatro cantantes, coro, orquesta completa. Es una gran metáfora, y hay mucho que poner en juego ahí. No es que hacés una canción con una maquinita y la subís a YouTube: acá hay una orquesta, una banda, cuatro cantantes, un coro que pasa de ser español en un momento a americano en otro… es maravilloso. Y sí, la voy a hacer en vivo. Ya hablé con algunas personas, está en progreso.

Pero qué lugar? Ya al Colón fuiste y te fue bárbaro.

Sí, sí. Bueno, no quiero abusar de la generosidad de las autoridades, pero vamos a ver. La idea es hacerlo. Está en progreso, como se dice.

Sos de sentarte a escuchar música en tu casa?

Ahora no tanto como quisiera. Durante la pandemia lo hice. Fui a buscar mis vinilos, los limpié, les cambié la púa, volví a conectar mis bafles británicos que estaban en un rincón. Fue hermoso reencontrarme con eso. Pero ahora me mudé a la costa. Soy porteño, pero me di cuenta de lo que se venía y le dije a mi mujer: “Vámonos”. Teníamos una casa allá, y fue lo mejor que hicimos. Vengo a Buenos Aires solo para los shows, pero estoy cerca del mar, y creo que me lo merezco.

Y cómo viviste los 90 y los 2000, con el auge del rock barrial?

Maravillosamente. Yo sé lo que es ser músico en este país. Sé lo que es hacer música en este país. Con toda la adoración que tengo hacia Buenos Aires y hacia la Argentina, esta gira federal me permitió reencontrarme con mendocinos, riojanos, cordobeses, santafesinos, misioneros. Ahora voy al norte, a Salta. Y me sigo encontrando con ese power, con esa energía. Todavía tenemos un gran futuro. La providencia ha sido muy generosa con nosotros. Yo sigo defendiendo los valores de este país. En este país también se puede ser feliz. Todo el mundo, cuando llega a esa parte, lo grita con los ojos cerrados.

Y “Tira para arriba”, que casi no entra en el disco, fue así?

Es una burla del destino, viste, increíble. Sí, de última. Tengo que parar estaba parafraseada, terminé la letra en el estudio, la pusimos, y yo grabé el piano. Después se agregaron los instrumentos: bajo, batería. Le dije a Óscar López: “Mirá, tengo un tema”. Lo hice porque venía de escribir una canción muy contestataria, muy dura, y sentí que necesitaba hacer una canción que hablara de la alegría, de la recuperación de los valores democráticos y de la libertad. Eso es Tira para arriba.

¿Cuál es tu mayor virtud? La perseverancia.

¿Qué rasgo de tu personalidad te enorgullece? La gratitud.

¿Qué parte de la infancia volverías a vivir? Yo, con siete u ocho añitos, sentado frente al piano con mi madre en el piano vertical, con los pies colgando, sin llegar a los pedales; tocando y mi madre golpeándome las manos: “No, otra vez”.

¿Qué canción te emociona más? A Day in the Life (The Beatles). Como estructura, melodía, armonía y letra: todo. Y en el rock nacional, me formé con Almendra; planeta Spinetta: “Durazno sangrando”, “El anillo del Capitán Beto”. En clásico: la Sinfonía N.º 4 de Mahler, ese adagio maravilloso.

¿Qué paisaje de Argentina llevás siempre adentro? Malvinas. En todos los escenarios dedico a los 649 caídos. En Lima agradecí a Perú por apoyarnos en el reclamo. No fui, pero las llevo conmigo.

¿Libro, película u obra que te marcó? Cine: Apocalypse Now, Blade Runner, Muerte en Venecia.

¿Qué te da bronca con facilidad? La mentira, la falsedad, la traición.

¿Qué te hace reír con ganas y sin culpa? Los grandes comediantes. Me río fácil. Will Ferrell me puede; y arriba del escenario me gusta contar historias, casi como stand up.

¿Con quién te gustaría tener tu última charla y por qué? Con mi familia. Con mi mujer y mi hijo.

¿Qué te gustaría que digan de vos dentro de 100 años? “Mirá este flaco.”

Facebook Comments Box

Deja un comentario

Next Post

“La Argentina no necesita más vacas”: la tajante definición de un empresario sobre el rumbo de un negocio

Tras varios años en los que el stock ganadero se mantiene estancado y sin señales de crecimiento, un empresario del agro volvió a poner sobre la mesa el debate sobre cómo impulsar la producción de carne vacuna en la Argentina. Se trata del presidente de Inversora Juramento, Miguel de Achával, […]
“La Argentina no necesita más vacas”: la tajante definición de un empresario sobre el rumbo de un negocio
error: Content is protected !!